El ministro de propaganda de la Alemania Nazi jugó un destacado papel en todo el andamiaje del proyecto fascista y por consiguiente en desarrollo de la guerra. La primera estrategia del Nacional Socialismo, el partido de Hitler; fue precisamente la de engrandecer la imagen del Jefe como aquel hombre cuasi-Dios injuzgable, incontrovertible, el restaurador de la patria; a quien el pueblo alemán siguió pérfidamente hasta dejar devastada por la guerra la nación Alemana.
La propaganda Nazi copó por completo los distintos medios de comunicación y desde allí desplegó todo su ideario fascista de odio, represión, obediencia al Jefe y de guerras de invasión a otros pueblos. Todas las atrocidades cometidas y los costos sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales para la nación alemana en la posguerra; fue justificada por todo tipo estrategia mediática cuyo objetivo principal fue el de introyectar en la mentalidad del ciudadano alemán el imaginario de grandeza imperial de Alemania, la omnipotencia de su líder, y la necesidad y justeza de la guerra contra otros pueblos considerados por el ideario fascista como culturas inferiores incapaces de subsistir y autogobernarse. La información emitida por la propaganda fascista fue arrinconando y estigmatizando las ideas liberales, la diversidad del pensamiento y fue imponiendo un pensamiento único en las masas acuñado por la mentira, el odio, el miedo y la obediencia.
En el actual contexto de guerras a escala mundial y regional, la información emitida por los grandes monopolios de la comunicación, como si estuviésemos aún en tiempos de guerra fría, está enfocada estigmatizar y destruir la imagen de cualquier proyecto social alternativo que se configure en cualquier rincón del planeta. Hoy no se trata de combatir las ideas progresistas y libertarias, sino de burlarlas, de estigmatizarlas y de señalarlas como comunistas. En tiempos crisis económica aflora el idea rio fascista como doctrina de dominación del pensamiento como una estrategia ideológica que justifica la atrocidad. No hay espacio para el pensamiento crítico, ni a la información históricamente contextualizada. La racionalidad capitalista arrodilla la ética periodística y bajo ese enfoque funcional estructuralista del periodismo, se esfuma cualquier posibilidad de informar con responsabilidad y se parece cada vez en los portavoces de amos de la guerra.
Ya es bien sabido sobre los conflictos bélicos y la inestabilidad política y social que se avecina en el continente. Sopan vientos de guerra por la América Latina que no solo amenaza al pueblo venezolano sino a toda la región. En este escenario bélico los medios de información se dedicaron con mucha antelación a preparar las condiciones ideológicas para derrocar y apoyar los golpes de estado blando a los gobiernos democráticos del continente a través de propaganda cargada de odio y mentiras cuyas pretensiones de fondo es socavar la imagen del objetivo, presentarlo como un dictador y de ahí en adelante trasmitir de forma sostenida mensajes de odio que despierta los sentimientos más pasionales por la necesidad de la guerra.
En Colombia, los medios de comunicación no han parado de trasmitir, desde hace varios años, noticias sobre Venezuela que buscan crear las condiciones ideológicas para justificar la injerencia y el intervencionismo de los EE.UU sobre este pueblo, sin importar las nefastas consecuencias de una guerra regional teniendo como epicentro de combates el territorio colombiano.
En el caso concreto de la guerra contra Venezuela y los golpes de estado blandos contra varios gobiernos del continente, los medios han acuñado el lenguaje utilizado por Washington para invadir, desestabilizar y saquear los recursos de otros países del mundo. En Siria y Libia, dos países ricos en petróleo del Medio Oriente, el discurso y el libreto para el golpe de estado fue el mismo que se viene aplicando en Venezuela y que seguramente intentarán aplicar a otros gobiernos de izquierda en el continente. Lo primero es deteriorar al máximo la imagen del mandatario calificándolo de dictador, violador de Derechos Humanos, etc. Luego se aplica un fuerte bloqueo económico y financiero que genera inestabilidad política y social, declaran la crisis humanitaria, nombran presidente interino como hicieron en Siria, llega la ayuda humanitaria y tras de ésta la invasión militar para quedarse con el botín y el control del país. Esta es una de las tantas lecturas que pueden explicar desde otra óptica la situación de Venezuela, pero los medios masivos se han dedicado a trasmitir noticias carentes de análisis más objetivos sobre el contexto geopolítico y los intereses estratégicos que aún no conoce el ciudadano de a pie sobre este conflicto. Por el contrario, han masificado un contenido noticioso enfilado a crear las condiciones de odio y aceptación de una posible guerra de intervención militar contra el vecino país.
En Colombia, los medios de comunicación no han parado de trasmitir, desde hace varios años, noticias sobre Venezuela que buscan crear las condiciones ideológicas para justificar la injerencia y el intervencionismo de los EE.UU sobre este pueblo, mientras que en nuestro país el recién proceso de paz se resquebraja, el conflicto social y armado se agudiza, el sistema educativo y de salud genera una profunda exclusión de la población más empobrecida, una profunda crisis de corrupción que involucra altos estamentos gubernamentales; y se arraiga cada vez más en la cultura de la sociedad. Tenemos profundos problemas de narco tráfico, desempleo, altos niveles de pobreza, una crisis ambiental que amenaza la vida misma de las comunidades rurales, una profunda concentración de la tierra y la riqueza del país y una vergonzosa hambruna el departamento de la guajira que clama por la solidaridad de toda la sociedad colombiana. Porque la solidaridad social corporativa de los medios masivos de comunicación no convocan a una masiva campaña nacional para llevar sesenta millones de dólares de ayuda humanitaria para los indígenas de la guajira, para los niños del Chocó, para atender los cinco millones de desplazados del país o para de comer siquiera por un día a la mayoría de la población colombiana que vive de un salario mínimo.
De la paz se habla poco, de la guerra todos los días. Las noticias quieren ganar el odio y la indignación del pueblo colombiano contando los muertos de las protestas en Venezuela, pero a la vez ocultan y minimizan la gravísima situación de muertes de líderes y lideresas sociales, defensores(a) de Derechos Humanos, reclamantes de tierras y miembros de partidos de izquierda.
Los medios de información tienen la responsabilidad de formar ciudadanos críticos con capacidad de entender y trasformar la realidad. De aportar a la construcción de país mediante el diálogo, la diversidad de pensamiento, la tolerancia y el reconocimiento de las ideas. O por el contrario, acudir a la mentira, a los montajes mediáticos, al odio y el miedo para perpetuar el mundo de injusticias que vive la humanidad.