Por Harold Ruiz Moreno. Foto: AMA
Resistiré
Cuando el mundo pierda toda magia
Cuando mi enemigo sea yo
Cuando me apuñale la nostalgia
Y no reconozca ni mi voz…
Soy como el junco que se dobla,
Pero siempre sigue en pie
Resistiré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré.
(Fragmento de la canción Resistiré del Dúo Dinámico). https://www.youtube.com/watch?v=3G9UhSDXn2k
Hoy que la humanidad afronta una de las pandemias más devastadoras de la historia, tendremos que acudir a la fortaleza de los seres humanos que madrugamos todos los días a hacer Patria como se dice popularmente.
Madruga la mujer cabeza de familia que tiene la obligación de sacar a adelante a la familia con la venta ambulante de su caja de dulces que vende recorriendo la ciudad por más de 12 horas de trabajo al sol y el agua.
Madruga el campesino quien ordeña su vaca y siembra su pequeña parcela y orgulloso contribuye a la educación de sus hijos para que sean excelentes profesionales.
Madruga el joven estudiante que se esfuerza para sacar adelante una carrera profesional, para servirle a la sociedad y seguramente escogiendo una disciplina de la medicina consciente que en la prestación de su ejercicio profesional puede perder su vida como ocurre hoy con la misión médica, que por no tener los elementos de bioseguridad están expuestos a los riesgos de ser contagiados por la pandemia.
Madrugarán también los mototaxistas, los vendedores ambulantes, los que tiene puesto de trabajo con salario mínimo, los profesionales, los pequeños empresarios, los verdaderos servidores públicos, todos ellos madrugarán a sacar adelante a pueblos y ciudades con las cicatrices del dolor y el sufrimiento de los afectos y heridas dejadas por la pandemia.
En el mundo unos pocos ciudadanos madrugan también a amasar fortunas, a concentrar riquezas, a vivir de lujos, están en banquetes donde les sobran los platos de comida, manjares, vinos, licores finos y costosísimos, viven en mansiones y fincas lujosas, deambulan en vehículos de último modelo y de las mejores marcas, en sus aviones y yates almuerzan en Paris, cenan en Venecia, y desayunan en Nueva York, ellos y sus hijos estudian o lo hicieron en las mejores universidades del mundo y además privadas, ellos gozan de la salud prepagada y de miles de privilegios.
Para lograr esos privilegios estos pocos ciudadanos en el mundo han recurrido a la fuerza, a la violencia o la guerra de toda índole: aria, religiosa, racial; con invasiones, con ocupación, con la guerra biológica, con bombas atómicas, con gobiernos títeres de las grandes potencias. Cuando en sus reglas ganaron la dirección de los estados personas y movimientos ajenos a sus intereses, los aniquilaron con varias formas violentas.
Para el logro de sus privilegios crearon virus y pandemias, desmantelaron la salud pública, privatizaron, acabaron con la defensa de los derechos fundamentales de las mayorías de la comunidad mundial, así lo estamos viendo con la aparición del Covid19, pandemia que golpea con mayor rigor a los gobiernos y ciudadanos de estados donde la salud pública está privatizada.
Asistimos al dolor y sufrimiento de comunidades enteras que al no tener el equipamiento adecuado para enfrentar esta pandemia enfrenta hechos dantescos generados por el covid19, son muchas las poblaciones que en varios países se les salen de las manos la pandemia, como por ejemplo en el Ecuador.
Pero a pesar de esta pandemia y sus efectos desastrosos, millones de seres humanos nos levantamos también a MADRUGAR, para seguir viviendo en el mundo que no será igual, hoy el modelo económico imperante entró en crisis y corresponde enfrentarlo con la mayor decisión y entre todos y todas luchar por un mejor vivir, conscientes de que el mundo no será igual. Lo vaticinó Fidel Castro cuando: “el neoliberalismo conduce al mundo entero al genocidio, el capitalismo es un genocidio para el mundo de hoy”.