Por Harold Ruiz Moreno – CNAI Pasto / Ilustración: Andrés Sánchez
“Cuando un amigo se va
Queda un espacio vacío
Que no lo puede llenar
La llegada de otro amigo”. (Canción de Alberto Cortez).
La aparición de la Covid19 ha traído muchas pérdidas y el mundo asiste a la desaparición de miles de personas con la consiguiente tristeza y dolor para las familias y la sociedad, sumándose a esta tristeza la presencia de muchas afectaciones en especial la economía que hace más traumática la situación de las personas por la pérdida del empleo, subempleo y la pobreza que se incrementa con esta pandemia.
La desaparición de los seres queridos se agrava porque la pandemia establece protocolos que llevó a que muchas personas afectadas por la Covid19 se despidieran de sus seres queridos por celular o tabletas, las familias no han podido hacer el duelo, en la medida que espiritualmente no tuvieron la última oportunidad de despedir a sus seres queridos con los ritos religiosos de sus respectivas creencias.
La sociedad se construye sobre la base de muchas normas y comportamientos que se edifican sobre valores, actitudes, comportamientos y sentimientos que han hecho de la humanidad un espacio de vida donde se manifiesta, entre otros sentimientos, el sagrado valor de amistad, el compañerismo, el compadrazgo o la camaradería.
Por esta pandemia hemos perdido muchos seres queridos que representa ese valor de la amistad y que ha traído consigo el dolor de su desaparición, que se dio por la aparición del covid19 o porque su salud se afectó por enfermedades crónicas y las dolencias hicieron que mueran.
Quienes como el suscrito hemos dedicado muchos años al servicio social y político, en el largo camino por la libertad hemos construido muchos procesos con personas que han marcado nuestra vidas con la entrañable amistad y compañerismo, sentimientos estos que en vida nos brindó el periodista y defensor de los derechos humanos que fue Ramiro Eggas Villota.
Ramiro desde muy joven se dedicó al periodismo en Nariño, y pasó por los más importantes noticieros de la región, dirigió el único periódico que existe en el departamento, participó de muchos programas de opinión e incursionó en varias revistas y periódicos que fundó en su larga trayectoria de un buen periodismo al servicio social; Ramiro conjugó su profesión con una militancia en la izquierda democrática, lo conocí en la JTC, (Juventud Trabajadora Colombiana), y juntos militamos por muchos años en el ELN, pasó al Partido Comunista, fue candidato al concejo de Pasto por la UP y después por el partido liberal y dedicó muchos años de su vida a la defensa de los derechos humanos, como pedagogo y presidente del comité de derechos humanos de Nariño. Y desafortunadamente el Covid19 se llevó a un gran humanista que tanto construyó para bien de la sociedad.
No de la misma manera y sí por una prolongada enfermedad, se despidió un gran hombre como lo fue nuestro entrañable amigo Alberto Álzate Giraldo, paisa de Montenegro, Quindío, criado en el Valle de Cauca. Desde muy joven abrazó la militancia de izquierda democrática y no dudó de ser parte de la “política de pies de descalzos”, que impulsó Francisco Mosquera, líder del MOIR, para que los integrantes de ese partido, quienes debían hacer el trabajo político, “apoyándose en las masas”, y con destino a regiones olvidadas. Y Alberto escogió como destino de esta política al municipio de Tumaco al que llegó en el año 1972, a “construir Partido”, pero igual gozó de lo que más apreciaba en su vida que fue la música con predilección la Salsa, la que combinó con la lectura, los poemas. Alberto Álzate vivió de manera sencilla, los ultimos años los dedicó a ser corrector de estilo de muchas Tesis de grado, ayudando a jóvenes universitarios que acudieron donde Alberto por su gran bagaje en el conocimiento universal.
Sea este el espacio para despedir a estos dos entrañables amigos, Ramiro y Alberto, con la tristeza de no poderles acompañar en su despedida final por las restricciones de la pandemia, y recordar su recorrido por la vida, que los caracterizó a los dos, enamorados de la vida, consecuentes con sus ideales, grandes seres humanos, humanistas, entregados a la causa social y política, desprendidos de lo material y como afirmara el gran Pepe Mujica, “livianos de equipaje”.
Los testimonios de vida de RAMIRO EGGAS VILLOTA Y ALBERTO ALZATE GIRALDO, reafirma la política del amor, la entrega sin condiciones, la posibilidad de construir un mundo mejor, la sed de justicia social, de la lucha permanente por la libertad, en una sola palabra, Ramiro y Alberto fueron revolucionarios a carta cabal; por ellos bien puede invocarse a José Martí cuando afirmó que “la muerte no es verdad, cuando se ha cumplido bien con la obra de la vida”, mensaje tan bello que llega como anillo al dedo para hablar del paso por este mundo de Ramiro y Alberto, a quienes despido físicamente con esta hermosa frase: “He vivido por la alegría. Por la alegría he ido al combate y por la alegría muero. Que la tristeza no sea nunca unida a mi nombre.» Julius Fucik.