De Ituango a Mutatá: fotoreportaje de un desplazamiento forzado.

Por AMA

Son más de 20 núcleos familiares que suman cerca de 100 personas huyendo despavoridos de una guerra a la que renunciaron para apostarle a la construcción de paz.

Las familias viajarían cerca de 20 horas desde Santa Lucía – Ituango hasta Mutatá. La incertidumbre reinaba en el ambiente porque la mayoría de personas eran oriundas de la zona.
Él es Helmer Arrieta del partido Farc y ex integrante del frente 18 de la extinta guerrilla. Su hijo Manuel González fue asesinado en el ETCR a finales del 2019, también era excombatiente en proceso de reincorporación.

Sin embargo, con el empeño que tiene el campesino y el arraigo propio en un territorio que fue un bastión para el Frente 18 que allí operó, los excombatientes siguieron trabajando en sus proyectos productivos, siendo el del Café Paramillo el más visible.

Las familias vivieron este «traslado» como un desarraigo al tener que dejar su tierra y reiniciar sus iniciativas productivas.

Desde el lunes 12 de julio comenzó el acompañamiento desde Medellín para la faena del traslado. Serían 20 horas de ruta, además porque desde el gobierno se decidió tomar la ruta de la leche, poniendo, literalmente, más piedras en el camino. El tira y afloje con el gobierno atravesó el proceso de traslado desde el principio.

En Chivas y buses se logró hacer el traslado, las condiciones del viaje fueron épicas pues las estaciones para descansar eran pocas.

En varios momentos desde el partido Farc se ha denunciado la falta de garantías para la reincorporación en el ETCR Román Ruiz de la vereda Santa Lucía, Ituango. “En esa zona el Estado no tiene el monopolio de la fuerza”, dice Marcos Urbano, excombatiente del noveno frente de las Farc-EP.

Ante el caos y la forma de mover a la gente sin estaciones, al bulto que es como el Estado trata a los campesinos, un excombatiente del ETCR denunció el maltrato, la improvisación y la falta de sentido común de parte del gobierno para garantizar el traslado en condiciones dignas.

En Santa Lucía queda la semilla de la paz y el proyecto productivo de café y de internet.
“No es fácil mover del Nudo de Paramillo hacia los límites con el mar unos 17 camiones, cuatro buses escaleras y buses, esquemas de seguridad y 100 personas con sus decenas de animales, enseres, plantas, cosecha, maquinaria e iniciativas productivas”.

La zona de Santa Lucía está siendo disputada por grupos ilegales como disidencias, autodefensas y “Caparros” que han amenazado, asesinado y sentenciado a quienes cumplen el Acuerdo de Paz. Les exigen desocupar el Espacio Territorial.

Con la casa al hombro

Desde el ETCR de Santa Lucía en los últimos tres años han puesto catorce muertos, entre ellos dos menores. Sus viudas y huérfanos hacen parte del grupo que se desplazan. Adicinalmente unos ochenta desplazamientos individuales se dieron previ a esta decisión, tras los homicidios y amenazas continuas. 

Este ETCR está ubicado en el Nudo del Paramillo que conecta con Córdoba y Urabá y es un corredor estratégico de cocaína. La zona está en disputa por varios grupos armados y a ello se le suma el poco acompañamiento o abandono institucional frente al proceso de reincorporación con garantías dignas.

En el último año y medio la Defensoría del Pueblo emitió dos alertas tempranas para Ituango por la grave situación de derechos humanos que enfrenta la población civil, entre ellos los ex combatientes, dada la arremetida de grupos armados ilegales y la disputa armada por el territorio. A inicios de año, más de 300 campesinos se desplazaron de diversas veredas al casco urbano de Ituango. Más de 20 familias han sido desplazadas individualmente del ETCR de Santa Lucía. Ahora se configura un desplazamiento forzado, a la luz de DIH, al darse la expulsión por la fuerza y la violencia directa de un grupo de personas civiles, que no participan de las hostilidades. 

Las niñas del campo con la sonrisa a flor de piel en medio de las adversidades.
La relación con la fuerza pública es formal pero se sabe de su inoperancia en el territorio y su política de brazos caídos.
Desolado queda el ETCR Román Ruiz luego de tener que abandonar el territorio por falta de garantías para la vida. 12 excombatientes fueron asesinados allí impunemente.
Desmontando la casita para buscar mejor futuro: «que la paz no nos cueste le vida».
Incertidumbre la de los firmantes de la paz por por tener que abandonar forzadamente sus tierras.