Por Harold Ruiz Moreno
“Resistir para re existir, nos quieren sacar los ojos porque saben que los abrimos” (pancarta portada por una madre de la primera línea).
Colombia asiste al despertar de la lucha social, con manifestaciones multitudinarias que iniciaron con el llamado 21N del 2019, que se detuvo con la presencia de la pandemia del covid, pero que se reactiva con el vil asesinato de Javier Ordóñez que detonó la reacción del movimiento social de repudio por la brutalidad policial en septiembre del 2020, con el saldo definitivo de más de 15 asesinados, el gobierno autoritario del binomio Uribe-Duque no sólo respondió con represión, sino con una lesiva reforma tributaria que provocó la mayor respuesta de lucha y resistencia.
Nunca antes en la historia de la lucha social en Colombia había habido tanta participación, son ríos de gentes, las plazas de las ciudades se llenan con tanta facilidad, los ciudadanos salen a calles, ciudades, campos, son millares los bloqueos de corredores viales de importancia estratégica, muchos los puntos de control al interior de ciudades de la importancia de Santiago de Cali, con diferentes expresiones artísticas, culturales, procesos organizativos de toda índole se expresan con indignación por el estado de pobreza, exclusión, marginamiento que entre otros son los problemas que han originado el levantamiento social en el país.
El paro nacional indefinido levanta propuestas tan dinámicas, de la nueva reforma tributaria, renta básica, plan masivo de empleo público, políticas para las economías campesinas, políticas públicas para la juventud, matricula cero para la educación superior, reforma a la Policía nacional con la separación del ministerio de defensa y la eliminación del ESMAD; reformas que son los temas centrales de las protestas en esta coyuntura del país.
Pero la copa se rebosó, a la llamada “generación de cristal”, con la presencia vital de los jóvenes quienes han sido los protagonistas de esta primavera de protesta social, se le ha sumado la resistencia de la Minga indígena, los transportadores y muchos sectores sociales que han logrado si se quiere sin negociación, tumbar las reformas tributaria y de salud, la renuncia de los ministros de hacienda y relaciones exteriores, la renuncia de la Sra. Marta Lucia Ramírez quien era una de la candidaturas del uribismo, así con la caída de la realización de la copa américa.
Las movilizaciones sociales han generado las llamadas PRIMERAS LÍNEAS, donde valientes jóvenes con escudos artesanales resisten la arremetida de la brutalidad policial, esta primera línea es alimentada por otros ciudadanos que proveen el agua, vinagre, bicarbonato, leche, con lo que resisten a las bombas lacrimógenos, aturdidoras, y hasta la utilización de Armas de fuego; de la misma manera grandes contingentes de personal de batas blanca de la misión médica que atiende los heridos que en cientos, se ha presentado por la arremetida del ESMAD.
Estas primeras líneas se acompaña con el trabajo denodado de los gestores de la defensa de los derechos humanos, que atiende a los detenidos con la asistencia jurídica y el acompañamiento de los familiares, han generado la protección de las madres que con valentía han pasado a la primera línea para defender a sus hijos que protegen a millares de ciudadanos que han ganado el asfalto que se han convertido en el escenario por excelencia de la lucha social de esta primavera de la democracia que vive el país.
Hoy las primeras líneas luchan y resisten la arremetida de un gobierno autoritario y dictatorial que no oye, ni ve lo que ocurre en el país que reclama que cese la horrible noche de un régimen que siempre ha gobernado para los poderosos, en desmedro de la inmensa mayoría de la nación que se prepara para el cambio generacional donde los jóvenes demuestran su pertenencia por una nación para todos y todas y con esta manifestación que en democracia construyen un proyecto colectivo de nación que en el 2022 alumbrará un gobierno democrático, incluyente y con justicia social.