Por Walter Aldana
«Colocar la cascarita» es práctica tan común en la sociedad colombiana y ello expresa el bajo nivel de cultura política de la misma, que tuvimos que castigar esa práctica realizada desde funcionarios o servidores públicos (artículo 31 del código penal), con el fin de enlodar el buen nombre de un ciudadano/a visibilizada, ya sea en la política, la economía, lo social, etc.
Y es tan profundo en los cimientos de la sociedad, que se administra y juzga por estereotipos, «que no se puede comprar unos zapatos Ferragamo porque es de la izquierda», ¿cómo la fórmula vice-presidencial de una campaña puede ser afro, sin cumplir los «preceptos» de belleza occidental?
«No dar papaya», expresión que esconde una carga de complicidad con la mentira y lo ilegal, «el vivo vive del bobo», trastocación de valores, en fin, una serie de expresiones, que de tanto ser pronunciadas se convirtieron en máximas del comportamiento y actuar de muchas y muchos Colombianos.
Entonces desde la misma institucionalidad se pensó en el paso siguiente: hacer trampa, recibir un mandato e incumplirlo ( proceso de paz, hacerlo trizas frente a propuestas de cambio de modelo, la mentira y el miedo, etc) y echan mano del entrampamiento, Judas vende a Jesús por 30 monedas y el dinero es del erario manejado por los Romanos, a Santrich con dólares de la DEA, algo así como aprovechar la debilidad, la necesidad, incluso la ambición del otro, para con la complicidad de los grandes medios de comunicación, hacer el escándalo, «calumniad, calumniad, que de la calumnia, algo queda» y en esta coyuntura electoral se mide en votos.
Una cámara lista a la entrada de la cárcel para filmar la entrada del hermano de Petro, un «pasquín» sin firmas ni logos, hablando de beneficios en lo divino y lo humano, capos desde la cárcel invitando a votar por quien allí los metió, es como dicen ahora los técnicos, la trazabilidad del caso, vieron entrar a Juan Fernando Petro y no espiaron la huida (por tercera vez) de Matamba, jefe paramilitar, en esta oportunidad desde la Picota en Bogotá.
No se extrañen que frente a las propuestas de las energías limpias, la vida, la educación para todxs con calidad, la tierra, el crédito, la soberanía alimentaria y la seguridad de una era de paz, la contraparte responda con más mentiras y como son el partido de gobierno, altos funcionarios como el “letrado fiscal” se apreste a generar nuevos entrampamientos.