Por Walter Aldana
Hace un mes colocaron una valla en Popayán que decía que los cubanos y venezolanos buscaban el cambio y que le había tocado cambiar de país, a lo que en una anterior columna respondí que nos arriesgariamos, que el resultado al final de los cuatro años sería peor o mejor pero no igual.
Contra todo pronóstico el ex- presidente Uribe reconoció el triunfo de Petro como presidente, el pasado 19 de junio en la noche, con un trino como diría César Muriel: «sosegao». Y vino una cascada de sorpresas; el partido Liberal oficialista determinó acompañar la agenda legislativa del nuevo gobierno, con lo que nos acercábamos a tener la coalición mayoritaria en Senado y Cámara de Representantes.
El nuevo mandatario expresa la decisión de constituir una comisión de expertos internacionales para estudiar los temas de corrupción que han llevado al atraso en el desarrollo económico y de redistribución en nuestra patria. El nuevo inquilino de la casa de Nariño invita a los gobernadores y alcaldes a tener lista la documentación legal de propiedad pública de lotes para la construcción de universidades y colegios, estos ni cortos ni perezosos responden que los tendrán listos.
El partido conservador a través del Senador Carlos Andrés Trujillo, expresó que su colectividad acompañará la nueva agenda legislativa del Pacto, completando, con el partido verde la mayoría necesaria para aprobar las reformas estructurales que Colombia necesita.
A un «acuerdo nacional» llama Gustavo Petro a todas las fuerzas políticas nacionales, a gremios y fuerzas vivas en general, pasar las épocas del odio y la mentira y disponernos todas y todos sin distingo partidario, para hacer del país una potencia de vida. Pero dice igualmente que ese acuerdo se debe expresar en las regiones y departamentos: impulsar los «diálogos regionales», con carácter vinculante, es decir, de obligatorio cumplimiento con su financiación, es la metodología de construcción de la periferia al centro, reconociendo que este es un país de regiones, con sus prácticas, intereses y especificidades.
Bajo la premisa de que «si nos aislamos, nos tumban», es que buscan y encuentran eco las propuestas de diálogo y concertación con todos los sectores posibles, de lo contrario es hoy el Ecuador el lamentablemente ejemplo de ello, el gobierno y sus políticas estarán bajo la responsabilidad del Pacto Histórico, pero se dialogarán con todas las fuerzas vivas, un gobierno de transición, que de tranquilidad a todos y todas.
De verdad, para que no siguiesen las violaciones oficiales a los derechos humanos, la acumulación odiosa de plusvalía frente a la mínima redistribución de la riqueza es que Colombia optó por el cambio real, por la la esperanza y con esa práctica tan latina, tan nuestra, la de arriesgar.