Por Walter Aldana
El próximo 29 de noviembre, en el Litoral medio (Guapi, Timbiqui y López de Micay), se llevará a cabo el diálogo regional de carácter vinculante «Tú tienes la palabra, el gobierno escucha», que estará inundado de chalecos institucionales.
Quienes hemos sido actores políticos o sociales de la región (en el caso mío como alcalde encargado de Guapi en el 2014), colocaremos nuestras esperanzas en este ejercicio hacia el plan nacional de desarrollo del gobierno Petro; nos ilusiona el significado de su «carácter vinculante».
Desde inicios del siglo pasado las dirigencias del Pacífico, desde Nariño hasta Chocó, han colocado sus energías en la creación del departamento del Litoral, dado el abandono y la deuda social en que los gobiernos centralistas han mantenido a esta región, sumiéndola en la pobreza, con altos índices de miseria. En la zona rural el panorama refleja una situación más crítica; por ejemplo, 96 % de los hogares rurales del Chocó son pobres, conforme al IPM. Los municipios de Argelia en el Cauca, y Atrato, Medio Atrato, Bagadó, Nóvita, Bojayá en el Chocó y El Charco en Nariño, presentan niveles de pobreza rural que superan el 99 % (DANE-DNP, 2005).
Lo que es una bendición para el país (los puertos de Tumaco y Buenaventura), pareciese una maldición para sus habitantes; los más de 4.2 billones de pesos que capta el Ministerio de Hacienda por concepto del IVA a los productos que ingresan por Buenaventura no se ven reflejados ni en infraestructura pública ni en programas sociales para sus comunidades marginadas.
Ahora, con el gobierno del Pacto Histórico se aspira a contar con el apoyo presidencial para mejorar las condiciones de bienestar e iniciar el proceso de reivindicar el Litoral Pacífico y sus 43 municipios hacia la senda de la prosperidad: se pretende construir una Región de Planeación y Gestión -RPG- iniciando con las 17 localidades pie costeras.
Nuestro Litoral o Pacífico Medio, como se conoce a los tres municipios costeros de Cauca, no han sido integrados al departamento; la vía al mar se ha convertido por décadas en discurso de campaña desde el interior, olvidando que «uno no añora lo que no conoce», sin que ello signifique que no haya necesidad de hacerla. Más aún, son las comunidades quienes vienen abriéndola por Argelia y por El Tambo.
El saneamiento básico (acueductos, alcantarillados, disposición final de residuos sólidos, etc), es uno de los mayores problemas de nuestros municipios costeros; no han valido los empréstitos del Banco Mundial, pues la paquidermia institucional de los operadores de los recursos financieros y de los ejecutores de los proyectos, amén de la corrupción, han conducido al atraso de las obras y al encarecimiento de los costos.
Los altos costos de combustible de la interconexión fluvial han llevado a concluir en la necesidad del sistema de transporte terrestre que conecte a Guapi, Timbiqui y López; un plan de carreteras disminuye el costo económico del transporte de pasajeros y de los productos y asegura condiciones de seguridad. Lo anterior está íntimamente ligado al impulso y apoyo institucional para que surja una inmensa dinámica de producción y transformación que agregue valor a los productos agropecuarios y de comercialización.
Según el informe de Naciones Unidas sobre las drogas en 2021, por más de una década se han mantenido los cultivos de hoja de coca en el Pacífico Medio; agrego yo: «ligados a la presencia de diversos grupos armados». Solo el logro de la “Paz total” será el punto de partida hacia la búsqueda de un Litoral desarrollado y equitativo, donde el turismo, la infraestructura, y la calidad en salud y educación con pertinencia a la región, se conviertan en realidad, al tener carácter vinculante el diálogo del Litoral Medio.
¡Que las comunidades hablen y el gobierno escuche!