El hundimiento de la reforma a la salud

Por Walter David Aldana Quiceno

Según el filósofo y matemático Thomas Samuel Kuhn, un paradigma es “un punto de vista epistemológico, una forma de ver la realidad”. Por ello no me sorprende la postura de la oposición en la comisión séptima del Senado ni el análisis sobre el tema de María Fernanda Cabal y Paloma Valencia.

La paz total, la justicia ambiental y la justicia social, son tres postulados expresados por Gustavo Petro desde su posesión, como presidente de la República de Colombia.

Y claro, quienes adoptaron como principio eterno el modelo neoliberal aperturista, han promovido como única verdad la privatización de los servicios públicos básicos como el agua, la educación y la salud, de los que depende el goce efectivo de los derechos sociales. De paso, las “nuevas” institucionalidades privadas les aportan dineros a sus campañas políticas electorales.

Mientras tanto, el paradigma del cambio se expresa en la sociedad como contratos sociales y agendas temáticas, por ejemplo: la planeación del territorio alrededor del agua, las comunidades energéticas como proceso de transición hacia las energías limpias y los acuerdos de finalización del conflicto armado con la identificación de nuevas formas de tratamiento a las contradicciones mediante la inversión social en los territorios y la  reintegración a la sociedad reglada por nuestra constitución política.

Uno de los aspectos claves de los nuevos paradigmas es la participación comunitaria, ya no solo alianzas público- privadas, sino, por coherencia con el paradigma, las alianzas público-comunitarias y/o comunitarias-privadas.

Era previsible que los dueños del poder movieran su lobby con quienes se han beneficiado de los dineros públicos en el Senado, incluso, a quienes escondidos tras posturas supuestamente sociales como la ASI, o religiosas como el Mira, tienen deudas de gratitud con los aportes de EPS privadas a sus actividades electorales.

Nosotros seguiremos en las calles haciendo exigibilidad de nuestros derechos, mientras quienes se ganan $36 millones y tienen medicina prepagada mayoritariamente miran hacia el lado de la chequera privada.