Por Walter Aldana
Las colombianas y colombianos, nos preparábamos para ver el partido Colombia – Argentina por la final de la copa América. Después de 23 años volvíamos a tener la posibilidad de ser campeones, algo que en medio de la tensión producida por la guerra en que nos encontramos, era un bálsamo para tanto dolor.
En las casas de familia, las pequeñas tiendas, los centros comerciales y donde se instalaron pantallas gigantes nos aprestamos muy puntuales a las 7 p.m frente a la magia de los satélites llevando la señal a los televisores para ver el cotejo futbolero. Nuestra sorpresa se dio ante el informe de aplazamiento del inicio del partido por media hora, que se extendió hasta una hora y media, debido a la acumulación de aficionados en las puertas del estadio como efecto de la reventa de boletas falsificadas y la pretensión de un buen número de hinchas de colarse.
Obviamente se generó la pelotera a la entrada del estadio Hard Rock de Miami; resultado: un número significativo de usuarios que aún con boletas legales, no pudieron ingresar; 27 detenidos y 55 expulsados de las graderías, según CNN en español del 16 de julio. Pero llama la atención que en medio del caos -por ello el nombre de esta columna- se evidenció la cultura traqueta, la de la mentira, del todo vale, de la inversión de los valores, constatada en la decisión de numerosos aficionados de ingresar al estadio a toda costa, a como fuese, sin importar regla alguna, incluso utilizando los ductos de aire que tiene la construcción.
Son elementos de esa cultura traqueta, como aquello de “el vivo vive del bobo, así sea haciendo trampa», el uso del engaño y la falsedad, que se reveló ese día en las tribunas del estadio donde se jugaba la final de la copa América, pero que también se refleja en aquellos que mediante un micrófono o un escrito defienden mezquinos intereses económicos, sociales o políticos, ocultándolos en una supuesta defensa del conglomerado social, así este resulte afectado por esos intereses.
Lo que señalo como cultura traqueta se dibuja más fácilmente en lo publicado en las redes sociales luego del encuentro deportivo: memes que resaltan las «habilidades» de quienes colocando incluso en riesgo su vida, ingresaron por los ductos y zonas de seguridad del complejo deportivo. La exaltación del «todo vale», de la «berraquera» y la “osadía” de nuestros compatriotas que se la jugaron por entrar al estadio sin importar que con su comportamiento afectaron a muchas y muchos que aunque compraron legalmente sus boletas, no pudieron ingresar al estadio.
No es la cultura del valor de la palabra, ni de la creencia que el muchacho vivo es el «despierto», el estudioso, quien sobresale y en su pensamiento está ayudar a su familia. Es la certeza de que los escenarios son de quienes sacan ventajas sin medir consecuencias, la ley del más fuerte, y ante ello una policía de Miami, tan «candorosa», que no organizó los anillos de seguridad, y/o filtros que permiten evitar; que personas son boleto lleguen hasta la puerta de entrada.