Por Walter Aldana
El burdo montaje que mostró un supuesto encuentro del presidente Gustavo Petro con una hermosa mujer transexual en Panamá, revela una vez más la mala intencionalidad de un sector de la sociedad de producir noticias falsas para infundir miedo y odio, esta vez se sustentó en los prejuicios de buena parte de los ciudadanos respecto de opciones sexuales diferentes a las tradicionales, reforzándolos y exacerbándolos.
Como no soy seguidor ni auspiciador del morbo (cómo sí lo son los grandes medios de comunicación), la reflexión expuesta en esta columna de opinión girará alrededor de la idea de respetar y reconocer los derechos de las personas que se reconocen hoy bajo la sigla de LGBTIQ+, derechos civiles, políticos y sociales que implican respeto a la dignidad, a la igualdad de trato, etc.
Empiezo por unas cifras que muestran el grado de violación de los derechos de esa población. Según cifras de la Defensoría del Pueblo, entre enero y mayo de este 2024 las personas con variadas opciones de vida sexual han sufrido 286 casos de violencias basadas en género, 57% de ellas con afectaciones psicológicas y 23% con afectaciones físicas, vejámenes propios de una sociedad patriarcal, conservadora, enamorada de “la tradición la familia y la propiedad” y que pretende desconocer la realidad de los cambios que se han producido en la sociedad, en la cual las familias nucleares (madre, padre e hijos) han dado paso a otras tipologías familiares (niños criados por los abuelos, hermanos mayores responsables de los menores, niños formados por parejas del mismo sexo, etc.).
Estas cifras se suman a las aterradoras cifras de feminicidios en el país que, según la coordinadora de la Ruta Pacífica de Mujeres, capitulo Cauca, sumaron 345 casos entre enero y mayo del presente año, es decir, 69 asesinatos por mes, más de dos asesinatos por día; la mayoría de los cuales signados por la alevosía, que conlleva la certeza que tienen los perpetradores autores de ser dueños de los sentimientos, de los gustos y deseos de sus víctimas, mujeres a quienes consideran su propiedad.
Sin negar la dificultad de producir cambios en la mentalidad de la población, es preciso promover en la sociedad la necesidad de hacer el esfuerzo de entender las diferencias, de reconocer que hay jefes y jefas, mayoras y mayores y que, sin importar lo que diga la Real Academia de la Lengua, el uso del lenguaje inclusivo (ellos, ellas, elles) es una forma de reconocer las diferencias de género, en el entendido de que lo que no se nombra no existe.
No obstante que los embusteros del montaje a Petro con la mujer trans del video que se hizo viral pretendían estimular un sentimiento de homofobia de los sectores retrógrados de nuestra sociedad frente a este segmento de la población y poner al presidente contra las cuerdas, sólo lograron que el Presidente expresara ante el país su reconocimiento a la población LGBTIQ+ y a la lucha de esa comunidad por la igualdad de derechos y condenara los mensajes transfóbicos que encuentran eco en una sociedad “profundamente excluyente, ignorante y discriminatoria”.