Por Walter Aldana
En la decada de los ochenta del siglo pasado, vivimos el protagonismo de los movimientos cívicos (forma organizativa comunitaria), con una caracteristica más urbana que rural , incluidas ciudades capitales, caso Pasto en el suroccidente Colombiano, la movilización social como herramienta (el paro cívico), con la característica de integrar las denominadas fuerzas vivas de la sociedad, y el pliego de peticiones (con la final acta de acuerdos), resultado esperado y conseguido, con las necesarias precisiones de tiempo, modo y lugar, con la definición de fuentes y montos presupuestales.
Ante la claridad con la que se actuaba, los gobiernos fueron diseñando estrategias de negociación, donde el desgaste del movilizado y el cambio de resultados tangibles, dio paso a la política de dilación; instalación de «mesas de negociación», verdaderas ollas a presión, sin presupuesto para solucionar las exigibilidades comunitarias, en materia casi siempre de aspectos de la política social (salud, educación, movilidad, etc).
La institucionalidad fue «puliendo» los mecanismos para la interlocución, mesas de negociación, decretos de reconocimiento, presupuestos para lo concerniente a la logística operativa que garantice su funcionamiento, énfasis en las formas más no en los contenidos y mucho menos en el resultado esperado que no es otro que solución a necesidades básicas insatisfechas.
Pero esa dilación gubernamental con la aplicación de su estrategia, sumada a la paquidermia institucional para asumir la resolución de la problemática, generan el resultado que tenemos hoy; incumplimiento gubernamental de los compromisos (incluso de inasistencia a reuniones ya pactadas con anterioridad), desgaste del mecanismo técnicamente denomidado corte de carretera y conocido cómo bloqueo de la via, que en el caso de nuestro Cauca se ha presentado en tan solo 7 meses este 2024 en 53 oportunidades.
Estoy convencido que el ingenio popular, construirá nuevos mecanismos para hacerse oír, que le recuerden a los gobernantes, que se debe «mandar obedeciendo», y que los gobiernos son la delegacion de los mandatos comunitarios para la administración a todos los niveles, que los funcionarios son servidores públicos, esto lo entendió nuestro presidente Gustavo Petro y por ello impulsa las reformas (que le duelen a la oligarquía) y convoca permanentemente el valor constituyente del poder popular; expresión comunitaria en la calle y legislación para las mayorías.
Hay quienes creen que el desgaste de los bloqueos es solamente expresión de la lucha popular. Se equivocan, vendrán nuevos mecanismos, que empaticen: exigibilidad de derechos con aceptación y apoyo en general.