Pastor sin rebaño

Por Álvaro Efrén Córdoba

Desde este Sur periférico y telúrico, en celebración del carnaval de negros libertos, libertarios. A un Pastor sin
rebaños. Pasto, 5 de enero de 2025

«Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí
todas las puertas de la vida.»

El humor fino no es posible sin una sutil y suficiente dosis de inteligencia y rebeldía contra los esquemas
mentales y los monumentos, las buenas costumbres y las tradiciones ancestrales de la Infamia, como de la
codicia y la maldad.
Ese humor indispensable para socavar el poder totalitario por irrisorio, para evidenciar el ridículo de las
estructuras y las relaciones de poder, para mostrar lo patético que resulta el afán de poder entre personas, en
las organizaciones, con el cosmos y la madre tierra, el antropocentrismo o el Antropoceno. La irreverencia y la
insumisión como una forma de vida y de lucha permanentes que se añeja como el buen vino con el tiempo y la
paciencia, el estudio y el pensamiento de eso que nos pasa, nos traspasa y nos vuelve otros.


La vida sin humor no tiene gusto


Esto fue algo que cultivó y desarrolló sin dificultad pero con disciplina nuestro camarada y compañero Pastor
Jaramillo como una expresión esencial del ser humano, de personas dignas, indignadas y rebeldes; por eso
para él hablar de historia, política, filosofía, ciencias o astronomía era una actividad tan agradable como
sencilla, sin la parafernalia de la pedagogía ni la jerga intelectual de la filosofía, simple como un café, una
cerveza, un ron o un trago de vino y suficientes cigarros para una tarde o noche, una tarea inherente a la lucha
o la locha, -da igual- frente a la demanda de eficiencia del paradigma desarrollista de mundo actual.

«Quítame el pan si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.»


El ocio como resistencia a esa cultura del progreso como acumulación estúpida e inútil de riqueza o dinero. El
tercer siervo de la parábola de los talentos al que llaman ocioso, que es el más parecido al mismo Jesús de
Nazareth y a un desobediente del capital y del capitalismo.


Ese humor mordaz lo compartimos en su taller de imprenta donde se pirateaba algún libro importante, se
reproducían textos necesarios y clandestinos, de donde lo acompañamos a irse de afán a sus lugares de exilio,
conspirando siempre, como eso de respirar juntos, al fin de cuentas y pese a todo.


Su militancia por la construcción de una sociedad distinta y mejor para los más pobres la llevó adherida a la piel como un tatuaje en el corazón, como su motivo para respirar y caminar junto a campesinos, maestros y curas, mujeres, ambientalista, editores, intelectuales, revolucionarios, rojos, todos radicales, algunos más
pragmáticos y distraídos, ingenuos o acomodados pero amigos de todas formas.

«en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.”

Esa irreverente forma de ver la vida, lo llevaron por la vida sorteando matones, perseguidores y policías,
trascender fronteras, aduanas, retenes hasta llegar a Gorgona, preso dijeron ellos, sin darse cuenta de que al
espíritu rebelde no le amarran cadenas, ni grilletes, no lo apacigua el terror ni el destierro.


«Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.»

“Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.”

Las cárceles podrán lacerar el cuerpo, pero no reprimen el espíritu ni constriñen la mente humana que busca
su esencia infinita, su libertad plena y absoluta que fluye como el agua por la tierra y por el aire, como el aire a
los pulmones, como la sangre por las venas, las de cuerpo y las de América Latina.

Esa risa libertaria, insumisa ahora más que nunca, risa de Amor camilista y eficaz, queda en Alejandra, en María Lucía, en Mariana, en amigas y compañeres de muchos colores y formas, como un nuevo arco iris que marca primaveras, que augura lluvias, que muestra ríos, montañas y horizontes a los pueblos y naciones, como una corriente de renovación socialista que construye Patria, Pan y Libertad. Hasta la victoria siempre.