Por Puno Ardila Amaya
Dice la excandidata por Antioquia al reinado de Cartagena que a las mujeres no hay que valorarlas solo por su belleza, sino por otras virtudes, y que por eso estaba jugando a la escogencia de la presa política de caza, para saber a quién prefiere matar el jugador, que es una diversión de alto nivel en las redes sociales, donde se topan las personas más pensantes del globo. Así, plantear juegos de tanta exigencia intelectual —como escoger a quién balear— sirve para demostrar que no solo vale la belleza, sino la opinión y el derecho a la libertad de expresión, claves para hacer evidente la inteligencia. Y no son admisibles las opiniones que coarten estas libertades para que personas como ella expresen sus posiciones políticas, que permiten escoger a quién se le da cacha y a quién se le da plomo, en medio de este tan inocente y divertido juego.
Sí, un sondeo de opinión para ver quiénes prefieren dar bala o repartir cachazos es un juego de niños, como los que planteábamos en el colegio: si usted tiene que cruzar el río con el tigre, la vaca y el pasto, pero solo puede pasar dos cosas a la vez, ¿cuántos viajes haría y con qué?; o uno más interesante: si usted va conduciendo y se le atraviesan una señora y un perro, ¿qué prefiere pisar? O, también, otros muy divertidos, que se juegan desde hace poco entre los chicos, y que ya comentamos en este espacio: el de la ruleta, tan inocente y formativo, que las niñas se enojan con el mundo de los adultos porque es imposible que una adolescente pueda resultar embarazada en un juego en el que es penetrada por una docena de chicos, si solo es un juego.
Así también, el juego inocente de la excandidata es una invitación a matar, pero es solo eso: un juego inocente para expresarse y para sentar una posición política, y que ojalá el presidente, cuando menos, termine en la cárcel, aunque no se sepa por cuál delito (no lo dijo, a pesar de que la excandidata es abogada).
Mensæ tegumentum primus. Esta lúdica y divertida mujer es excandidata porque así lo decidió ella misma, pues se supo que de la organización del reinado no llegaron a pedirle renuncia alguna.
Mensæ tegumentum secundus. Otro detalle: si la excandidata piensa que a las mujeres se les debe valorar por algo importante y no por su apariencia, lo primero que debió decidir fue no inscribirse en un reinado de belleza. Es más: para que la valoren como una abogada de verdad, no ande contándole a toda la gente que trabajó con el lobo-tigre Abelardo de la Espriella; eso le resta puntos.























