En esferas académicas y algunos sectores de la opinión ilustrada se tiene la idea, seguramente con razón, que el ELN es una organización política en armas y eso le da unas características distintas a otras organizaciones insurgentes, que no es que no sean políticas, desde luego que lo son, sino que, el énfasis operativo del ELN, se da en los aspectos organizativos, de construcción de imaginarios políticos y prácticas sociales reivindicativas en su relacionamiento con las bases sociales que suele influir, más que en los aspectos operativos militares. Este carácter les debería dar un valor agregado en materia de relacionamientos sociales e institucionales para el desarrollo de un proceso de paz, pero al parecer se ha convertido en una talanquera porque se piensa que con ellos se puede enredar cualquier intento de conversaciones. Tengo la idea que no solo la obstinación en el desarrollo de la guerra es un impedimento, sino, que lo es también, una postura política radical e inamovible.
Recientemente, en saludos dirigidos al Foro Ecuménico por la Paz, realizado el 18 y 19 de Mayo en Bogotá, y al Foro de Paz de Porto Alegre, adelantado el 24 y 25 de Mayo de 2013 por iniciativa de la Marcha Patriótica, el ELN ha hecho nuevas declaraciones sobre su particular concepción de lo que debe ser un proceso de paz.
Los planteamientos del ELN sobre aspectos esenciales de un proceso de paz se distancian profundamente de la motivación institucional de acercamientos, pues se erigen desde una concepción que es fácilmente considerada como inviable por el gobierno, más allá de la “justeza” que el enfoque pueda albergar –cambios estructurales en todos los sentidos, justicia social, soberanía, dignidad, democracia real, participación social- . Esto, sumado a la forma de presentar la propuesta hace que las posibilidades de una mesa de conversaciones no estén todavía maduras en las decisiones del gobierno nacional y pese a todos los esfuerzos que realiza el ELN no se producen las sincronías comunicativas que deben darse para que el proceso sea viable.
Recuerdo que una de las frases que me impresionó de las entrevistas con Manuel Pérez Martínez fue esa de que no hay nada que sirva mejor a una organización revolucionaria que una crítica juiciosa que él entendía no como una ofensiva destructora de lo pensado, lo dicho y lo hecho, sino, como la riqueza que existe en la posibilidad de señalar errores y dificultades y de construir formas de enmendar y resolver las problemas. Seguramente hay algo de religioso en esa afirmación y también mucho de cierto.
Sobre esta larga pero necesaria introducción, deseo hacer algunas observaciones que den razón de por qué no está andando aún un proceso de paz con el ELN.
Quisiera comenzar señalando que no es pertinente afirmar frente al proceso en marcha del Gobierno y FARC-EP -reconocida por algunos, entre ellos el mismo gobierno nacional, como la más importante organización armada del país- que lo que están haciendo no es suficiente ni adecuado, y que otros deben ser los métodos y los alcances de un proceso de paz. Creo que no es la voluntad univoca de una de las partes la que define la naturaleza del proceso sino las circunstancias históricas que lo posibilitan. En este caso, es en gran medida la correlación de fuerzas en el campo de batalla y la decisión política tomada de quienes conducen la guerra de terminarla, en el entendido mutuo de la imposibilidad de la victoria definitiva por una de las partes y, la contemplación de una ruta de expectativas de cambios posibles por otras rutas distintas a la guerra .
Pensar que la paz se hace con los que quieren la paz y no con los que no la quieren, y que concebida como un proceso democrático, participativo y sin exclusiones no convoca a meditar la posibilidad de la salida política a los sectores que creen que el camino es la guerra, es si no equivocado, si insuficiente. La paz se hace entre enemigos en el propósito de poder superar a través de acuerdos políticos las razones del conflicto armado colombiano. Con una lógica que no anula contradicciones ni depone principios e ideales, pero define una conversión de los actores de enemigos, cuya única posibilidad es el aniquilamiento e imposición absoluta de una voluntad política única, a adversarios que se confrontan desde distintas posturas políticas e ideológicas en el escenario de la lucha política democrática, en la cual deben tener cabida todas las posiciones.
Es necesario diferenciar entre terminación del conflicto armado y proceso de Paz. La culminación del conflicto armado es un proceso entre actores armados, esto es entre el gobierno y la insurgencia, que definen acuerdos políticos para construir un escenario de posibilidades de convivencia democrática para emprender los procesos de cambio, que viabilizan construir un modelo de sociedad que resulta de las condiciones históricas en las cuales se da dicho proceso, donde lo esencial es generar reformas y trasformaciones que beneficien a la sociedad en su conjunto. Ese proceso esta precedido por un compromiso de las partes de poner fin al enfrentamiento armado y abrirse a cambios institucionales, constitucionales, sociales, económicos y políticos donde el protagonismo central lo tienen todos los sectores sociales y políticos de la sociedad; para recoger los términos del ELN el protagonista principal serían las mayorías excluidas, junto a todos los demás sectores de la sociedad, pero dicho protagonismo se da en el proceso de construcción de la paz que resulta de la terminación del conflicto armado.
No es adecuado partir de la premisa que a una mesa de conversaciones se va a examinar si en realidad ellos (Estado-gobierno) tienen voluntad de paz, es decir, si entienden que ese proceso debe tener el protagonismo del pueblo y la sociedad. Se va a la mesa porque se ha tomado la decisión de encontrar con el otro un camino compartido de transformaciones y cambios democráticos, desde los cuales se puedan alcanzar los ideales de la lucha sin la necesidad de las armas, y no a verificar, sino a construir voluntades y escenarios de paz en los cuales pueda participar el conjunto de la sociedad y su institucionalidad.
No creo que el gobierno tenga ninguna dificultad en aceptar la participación decidida de la sociedad civil, si de participación se trata. Opino que el problema está más centrado en la construcción de una agenda de cambios posibles que contribuyan a generar ambientes de bienestar general, convivencia pacífica, seguridad ciudadana, democracia amplia y, si se quiere soberanía, independencia, autodeterminación.
Aunque es importante el método de construcción del proceso, este se determina en la estructura de la agenda de conversaciones, la cual define en intereses las dinámicas de la participación. Desde luego, lo ideal es que el proceso se revista de la mayor legitimidad que pueda darle una amplia participación democrática de la sociedad en su conjunto. No debe preocupar entonces que el ELN tenga la idea que va a una mesa de conversaciones a generar mecanismos para esa participación y generar un ambiente y reglas del juego que la estimulen.
Es cierto que el conflicto que padecemos tiene un origen estructural, económico, político y social y ello produjo el alzamiento en armas, lo que es insuficiente es pensar que un proceso de conversaciones y negociación lo hace una sola de las partes; está bien que la sociedad excluida del poder económico y político, se convoque para definir como se diseña la arquitectura del proceso, pero también debe estar la contraparte con su carga de intereses para que el proceso pueda darse y, además, para que el resultado de ese proceso democrático sea una sociedad democrática como lo reclama el ELN.
El ELN considera que la paz es el camino hacia un nuevo paradigma político, social, cultural y ecológico y, seguramente también económico. Bueno, es eso, es el camino, pero ese camino hay que transitarlo y para comenzar a hacerlo es necesario iniciar la marcha desde algún lugar. Ese lugar no puede ser otro que un acuerdo político de terminación del conflicto armado, que además erija las condiciones del viaje hacia la construcción de la paz y para esta se requiere de la voluntad de todas las fuerzas, de todos los sectores, de la confluencia de todos los intereses.
Desde luego una paz estable y duradera debe enfrentar un modelo de desarrollo que se construye desde la guerra, la exclusión y el desarraigo y construir en su lugar un modelo más humano e incluyente, de mayor equidad y de justicia. Pero esto es parte esencial del trabajo de transformación que hay que desarrollar y en el cual la sociedad excluida tiene que comprometerse para que se produzcan esos cambios profundos en la vida política y social del país que supere las causas que originaron el conflicto.
No sé si el calificativo de paz popular ayude y más cuando se plantea en términos de exclusión: Lo determinante de este modelo de paz, es que el protagonismo popular defina la agenda, el contenido y la temática, nosotros aportamos nuestra disposición para crear mecanismos y generar un ambiente que facilite la dinámica de lucha, movilización y organización de todos los que quieren la paz en Colombia. Eso está bien… pero y los otros… donde están… los que desarrollan la guerra, concentran la propiedad, se benefician del modelo de acumulación… ¿esos no se convocan?…
Para que la paz sea estable y duradera deben estar todos en todos los procesos, con sus intereses y sus diferencias, la paz es incluyente y es desde luego transformadora, reformadora, institucionalizadora, refundadora… según el camino que siga.
Si uno piensa como gobierno, se diría: Bueno y que es lo que quiere el ELN: que nos sentemos en una mesa de conversaciones con todos los problemas de la sociedad civil a ver como organizamos una Agenda de Paz… Cómo se haría eso… Como se operativiza eso de la Convención Nacional… y eso para que se haría… en términos de un proceso de paz, qué es lo que debemos entender, en concreto, por una ética de la unidad y congruencia de medios y fines…
No tengo la menor duda que el ELN quiere ir a un proceso de paz y lo quiere hacer bien, pero que todavía no ha encontrado un camino hecho de piedra y barro, esto es, de propuestas concretas, realistas y materializables que convoquen la atención de todos los sectores y que encarnen de manera incluyente el clamor y el interés nacional.
Junio 5 de 2013
CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente – Investigador
Universidad Nacional de Colombia
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Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa
camega376@yahoo.es y camega376@hotmail.com
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