Califican al Concejo de Bogotá de «incompetente y marrullero»

Para Sanguino, ahí no terminó el suplicio. “La presidenta se enfrentó a un bloqueo estructural de la Corporación a raíz de los impedimentos en masa que presentaron todos los concejales compañeros de bancada de los recusados. Hubo un momento en que se volvió un imposible fáctico garantizar quórum para votar todos los impedimentos, toda vez que los impedidos eran más de la mitad de los concejales de la ciudad. Resuelto ese nudo gordiano creado por opositores y presidenta, por fin se votaron una a una las recusaciones. Y el resultado confirmó la burla: todas fueron negadas casi por unanimidad. Hasta los más entusiastas promotores de las recusaciones terminaron votando contra sí mismos”.

“Incompetencia y marrullería, eso fue lo que se derrochó por estos días en el Concejo de Bogotá. A pesar de las voces que desde la propia Corporación calificaron como patria boba los últimos episodios, la Mesa Directiva, en cabeza de su presidenta María Clara Name, prefirió el dejar hacer, dejar pasar. Y con ello se hizo cómplice de quienes querían ponerle palos en la rueda a importantes iniciativas para la ciudad”, señaló enfáticamente el concejal Antonio Sanguino.

El cabildante recordó que todo empezó con la discusión y aprobación de dos Proyectos de Acuerdo de iniciativa del gobierno distrital: un cupo de endeudamiento y las modificaciones a la valorización. Ambos fueron aprobados mayoritariamente en la Comisión de Hacienda luego de sufrir modificaciones en su trámite. En valorización se seleccionó, del hasta entonces vigente Acuerdo 180, un paquete de obras a ser financiadas por contribuyentes con capacidad de pago. Y se autorizó una operación de endeudamiento por 3 billones de pesos para financiar importantes obras de movilidad, espacio público e infraestructura en educación y salud.

“Aunque ello había resultado de una amplia discusión y concertación entre las bancadas y el gobierno distrital, sectores opositores a la administración se empeñaron obtusamente en obstaculizar el trámite final de ambas iniciativas. No lo lograron con el Proyecto de Valorización finalmente votado en plenaria y sancionado por el alcalde, pero se ensañaron con el de cupo”, agregó.

Cuando la plenaria se aprestaba a tramitar en segundo debate el proyecto de endeudamiento, el concejal Javier Palacio presentó una recusación contra los 9 concejales que lo habían votado favorablemente en la Comisión de Hacienda.

“Recusación que tenía dos monumentales problemas: primero, fue presentada por fuera de los tiempos legales; y segundo, alegaba sin probarlo un supuesto conflicto de intereses de los concejales que lo habían apoyado”, indicó.

“Me dirán que Palacio, aunque mintiendo, estaba en lo suyo. Y que quienes lo secundaron, también. Que ejercían el legítimo derecho a oponerse a todo lo que venga del alcalde, así perjudique a la ciudad. Y hasta podríamos concederles razón. Pero que la presidenta del Concejo se haya prestado como instrumento de dichos propósitos y con ello llevarse de calle la poca credibilidad de la Corporación es francamente reprochable. Porque primero no se percató de la improcedencia legal de la recusación. Luego no esperó que los recusados, en uso del legítimo derecho a la defensa, la respondieran en los 5 días siguientes, como lo ordena la ley. Y sin justificación alguna le dio traslado a la Procuraduría quien se tomó 10 días para responder. Al final el Ministerio Público devolvió la recusación a la plenaria del Concejo para que la resolviera, como debió hacerse desde el comienzo”, dijo.

Para Sanguino, ahí no terminó el suplicio. “La presidenta se enfrentó a un bloqueo estructural de la Corporación a raíz de los impedimentos en masa que presentaron todos los concejales compañeros de bancada de los recusados. Hubo un momento en que se volvió un imposible fáctico garantizar quórum para votar todos los impedimentos, toda vez que los impedidos eran más de la mitad de los concejales de la ciudad. Resuelto ese nudo gordiano creado por opositores y presidenta, por fin se votaron una a una las recusaciones. Y el resultado confirmó la burla: todas fueron negadas casi por unanimidad. Hasta los más entusiastas promotores de las recusaciones terminaron votando contra sí mismos”.

Los alcances de la doctora Name no terminan allí, dice Sanguino. “Cuando todos pensamos que el pasado viernes se votaría el cupo, llegó con un orden del día que lo agendaba de último punto, después de una veintena de proyectos. La plenaria reorganizó el orden y el endeudamiento se examinó entre los primeros puntos. Pero en pleno debate de las ponencias, previo a la votación y habiendo constatado quórum decisorio tuvo el arrojo de levantar la sesión aplazando de nuevo el pronunciamiento definitivo del Concejo sobre este vital asunto”.

Publicación: Agosto 20 de 2013

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