¿Presidencia por w?

«El escenario es propicio para una propuesta de transición de la guerra a la paz.»

Muchos santistas hacen cuentas alegres. Se frotan las manos convencidos que la competencia por la Presidencia de la República está desierta. Y hasta se ilusionan anunciando a los cuatro vientos que Juan Manuel Santos ganará en primera vuelta. Otros, los más tradicionales, confían en que será suficiente con que la chequera y la mermelada fluyan para que el Palacio de Nariño no cambie de inquilino, así el voto de opinión no se haya entusiasmado con el presidente. Se conforman con una victoria por inanición. Pero victoria al fin y al cabo.

Sin embargo las encuestas dicen otra cosa. Por vez primera el voto en blanco y los indecisos superan a todos los candidatos. Y también superan por primera vez a un presidente en ejercicio, desde que Álvaro Uribe acomodó la Constitución para reelegirse. Así lo revelan las dos últimas. La más reciente, la Gran Encuesta de RCN, La FM y Semana, indica que el 27 % votaría en blanco por encima del 26% que lo haría por Santos, mientras que un 23% manifiestan no tener decidido su voto. Guarismos que confirman los resultados de la más reciente de Cifras y Conceptos y Caracol que le otorga un 26% de intención de voto para Santos, mientras el 30% se inclina por el voto en blanco. Lo más seguro es que Santos no tenga segura la reelección. Que por fortuna el uribismo se desinfló como opción presidencial. Y que existe un amplio escenario para el crecimiento de una opción alternativa con posibilidades de competir exitosamente.

A algunos amigos del campo de la centroizquierda les resulta una necedad intentar una opción presidencial independiente. Les parece suficiente con la afortunada decisión del presidente de terminar la guerra por la vía de una negociación con las guerrillas. Y que esa decisión, junto con la agenda en víctimas y restitución de tierras, conduce necesariamente al respaldo desde ya a la reelección. A otros les parece que hay que construir una alternativa de izquierda clásica y dura, así signifique una constancia histórica que ayude a un triunfo holgado del actual mandatario.

Claro que hay que apoyar sin titubeos las negociaciones de paz. Nuestro futuro como nación pasa por la superación del conflicto. Pero la paz firmada puede ser flor de un día si no damos un timonazo a temas claves para el posconflicto. No se explica, por ejemplo, que Santos le entregue el Incoder y todo el Ministerio de Agricultura a sectores conservadores refractarios a la restitución de tierras, asunto central en su agenda de paz. O que se resista a revisar los Tratados de Libre Comercio. O que no haya podido adelantar una reforma a la justicia o a la educación pública o al vergonzoso sistema de salud. O que insista en una locomotora minera fuente de nuevas tensiones y conflictos.

El escenario es propicio para construir una propuesta de gobierno de transición de la guerra a la paz. Que termine la necesaria tarea de poner punto final a la confrontación, pero que movilice toda la sociedad y la institucionalidad pública en función de un posconflicto sostenible. Que combine talante democrático, compromiso con la paz y gerencia pública. El problema no es sólo que Santos gane por w, que ya sería grave para una democracia estable como la que exhibe nuestra élite con orgullo. Que desaparezca la alternancia política, rasgo fundamental de todo sistema pluralista. Lo más grave es que le neguemos al país una alternativa que ofrezca los cambios que la paz del país necesita.

Publicación: 03 Febrero de 2014
Fuente: kienyke.com
Autor: Antonio Sanguino