No habían alcanzado las gradas del segundo piso del restaurante la Brasa Roja, en la Av. 1 de mayo con carrera 30 en Bogotá, cuando dos hombres descargaron su metralla sobre los cuerpos de cuatro dirigentes de la Unión Patriótica aquel 27 de febrero de 1989.
Hace 25 años, cuando Teófilo Forero, su esposa Leonilde Mora, Antonio Sotelo y Antonio José Toscano, se disponían a almorzar a esos de las 12:40, fueron sorprendidos por los sicarios que obedecían órdenes de sectores militaristas que se ensañaban contra el joven movimiento.
Forero contaba con 52 años y era el secretario nacional de organización del partido comunista, columna vertebral de la Unión Patriótica.
Desde muy joven, huyendo de la violencia en el campo en su natal Tolima, llegó a la capital donde pronto se incorporó a la producción en la rama metalúrgica. Eran los años cincuenta y rápidamente se hizo líder obrero en Talleres Centrales, una gigantesca factoría que producía los primeros electrodomésticos en el país.
Su liderazgo en el movimiento obrero lo condujo a ser el presidente de la Federación Sindical de Trabajadores de Cundinamarca y uno de los dirigentes de la naciente Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia, CSTC.
Por sus lides sociales, llegó a los 35 años a ser concejal de Bogotá, una curul que ocupó dos periodos por las listas del partido comunista y luego diputado a la asamblea de Cundinamarca en 1980.
Era proverbial su oratoria encendida y culta. No había mitin obrero o carpa de huelguistas en que no se apareciera Forero increpando a los patronos y señalando al sistema.
Su más elevado protagonismo lo tuvo en la preparación y organización del exitoso paro cívico de 1977 que las cuatro centrales unidas, CSTC, UTC, CTC y CGT realizaron contra el gobierno de López Michelsen que logró paralizar al país casi 48 horas y que dejó un saldo de más de cuarenta muertos.
En 1983 se convierte en el jefe organizador de su partido, el segundo cargo en importancia y conoce un periodo de auge sin precedentes en las filas. En 1986, los comunistas y sus aliados lograron 19 curules en senado y cámara, algo nunca antes visto en el país.
Sin embargo, la vida de Forero no estaba marcada por la tranquilidad. Eran constantes las amenazas a su vida pero nunca se arredró buscando el camino del exilio. Por el contrario, se dedicó de lleno a construir partido.
El ataque de la Brasa Roja hace 25 años, marcó un punto dramático en el cuadro de violencia política: los enemigos de la paz estaban dispuestos a todo, incluso a realizar una masacre en plena capital del país.