La firma del acuerdo de paz entre la Corriente de Renovación Socialista (CRS) y el Gobierno Nacional, en abril de 1994, significó una doble esperanza. Para Flor del Monte, salir del olvido y el abandono del Estado y alejarse de la tragedia de la violencia. Para los alzados en armas que nos transformamos en movimiento político, una apuesta por la paz de Colombia y el ejercicio de la política como una herramienta eficaz para las transformaciones económicas y sociales del país.
En este abril hemos regresado para conmemorar los 20 años de ese acuerdo. El día 25 se realizó un acto académico y comunitario en la universidad CECAR de Sincelejo en el que se debatieron las experiencias que dejaron las negociaciones de paz de los noventas y sus enseñanzas para la actual mesa de conversaciones entre el Gobierno y las FARC en materia de tierras, territorios y desarrollo regional. El viernes 26, dos mil quinientas personas llegamos a la plaza de Flor del Monte; grupos artísticos de los pueblos vecinos, sus colegios y el fondo Mixto de Cultura del departamento ofrecieron una bella muestra de la cultura de los Montes de María en danzas, bailes, canciones, décimas y poesías.
Los voceros de Flor del Monte, La Peña y San Rafael expresaron que sus pueblos fueron abandonados a su suerte “siendo víctimas de toda clase de atropellos por parte de todos los actores del conflicto armado incluido el mismo gobierno”. “Fueron años de mucho dolor y de impotencia, muchos años de estigma, noches eternas de miedo y de terror”. Y señalaron que el Gobierno y la CRS tenían una deuda moral con sus comunidades.
Con un ritual de reconciliación, el obispo Monseñor Nel Beltrán encabezó el homenaje a las víctimas del conflicto armado en esta región. De parte del gobierno nacional el Presidente Juan Manuel Santos envió un mensaje conmemorativo y la Directora de la Unidad Nacional de Víctimas anunció un plan de reparación para los tres pueblos como sujetos colectivos. El embajador de Noruega presentó su saludo en nombre del cuerpo diplomático. Y el director de la Corporación Nuevo Arco Iris, Fernando Hernández, comprometió a su institución con el futuro inmediato de estas comunidades.
Fue un día de reencuentros: mientras los actos culturales y los discursos se sucedían en la tarima, en los alrededores de la plaza los abrazos entre los excombatientes y sus habitantes se multiplicaban. Algunos ya no estaban y descubrir los rostros 20 años más viejos producía emociones y gestos de alegría. Al final de la jornada en el pueblo se respiraba el inicio de una reconciliación.
Tal como en ciertas épocas del año los guayacanes dejan caer una hermosa alfombra de flores amarillas sobre el suelo de Flor de Monte, así la esperanza ha vuelto a florecer entre sus gentes. Y los aciertos y errores de las paces de hace dos décadas muestran caminos para la paz que hoy se teje en La Habana.
Escrito por: José Aristizábal