Si se llega a dar el fin del conflicto es indudable que una de las primeras cuestiones que tendrán que abordar los colombianos será acerca del papel de las Fuerzas Armadas en la nueva realidad del país.
Aunque lo más seguro es que sigan como garantes de la seguridad en el período de transición e implementación de los eventuales acuerdos de paz, lo cierto es que, a primera vista, sin guerrilla y sin conflicto armado ya no serían necesarias buena parte de las labores que han venido desempeñando.
El punto es clave y genera inquietudes y polarización entre los colombianos. Algunos hablan del uso social que se les podría dar a los recursos que hoy son invertidos en defensa y otros dicen que, por el contrario, aumentarían las exigencias en seguridad ciudadana y convivencia. Incluso, muchas personas dentro de la Fuerza Pública temen que ese nuevo escenario sirva para debilitarlos y quitarles presupuesto.
Pero el tema va mucho más allá de una cuestión económica. La pregunta de fondo es cuál debería ser el papel de las Fuerzas Militares y de la Policía en ese nuevo escenario.
Para intentar responderla, la Embajada de Alemania en Colombia convocó este martes 22 de julio a varios expertos en la sede de la fundación Friedrich Ebert Stiftung en Bogotá (FESCOL), un centro de pensamiento alemán con sede en más de 70 países que busca generar espacios democráticos de diálogo y reflexión en el mundo.
María Victoria Llorente, directora de la Fundación Ideas para la Paz; León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación; Diana Quintero, viceministra para la estrategia y planeación del Ministerio de Defensa y Rainer Arnold, parlamentario alemán y portavoz para asuntos de defensa del Partido Socialdemócrata de ese país, estuvieron discutiendo durante dos horas acerca de qué debería pasar con las Fuerzas Armadas una vez terminado el conflicto.
Todos coincidieron en que para ese entonces las Fuerzas Armadas necesitan transformarse. Y aunque el tema no hace parte de la agenda de diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc y lo más seguro es que en los acuerdos no se mencione al Ejército, los expertos sí piden que el debate se dé al interior de la sociedad colombiana.
El papel de la Policía
“El Gobierno debe adelantar un diálogo público y permanente con las Fuerzas Militares para espantar miedos y que tengan claro que van a entrar al posconflicto con dignidad, como uno de los protagonistas del final de la guerra”, dijo León Valencia, quien afirmó que hoy por hoy el mayor problema del proceso es la división al interior de las Fuerzas Armadas debido a la desinformación y a los temores que generan la negociación y un nuevo escenario sin conflicto al interior del órgano castrense.
Para María Victoria Llorente por esa misma razón es necesario que las reformas no se hagan inmediatamente firmados los acuerdos, sino que se planeen con tiempo y se implementen gradualmente. Además, cree que las mayores responsabilidades de las Fuerzas Armadas en un escenario de posconflicto serían la seguridad ciudadana y la seguridad rural.
“Actualmente nuestras Fuerzas Armadas están orientadas a controlar las grandes amenazas, pero tienen dificultades para resolver los problemas cotidianos de crimen organizado local”, dijo Llorente.
Para empezar a solucionar ese reto, la primera pregunta debe ser sobre el futuro de la Policía Nacional. ¿Tiene sentido que en ese entonces la Policía se mantenga adscrita al Ministerio de Defensa?
Los dos escenarios alternos que se han planteado públicamente son pasar el control de la Policía al Ministerio del Interior o la creación de un Ministerio de la Seguridad que se encargue de manejar todo el tema de seguridad ciudadana y rural.
Para Diana Quintero, viceministra de planeación y estrategia del Ministerio de Defensa, los temas de seguridad ciudadana ya se están abordando con estrategias como el ‘Plan Cuadrante’ de la Policía y el debate sobre su traspaso a otra entidad tendrá que darse en su momento.
Llorente, sin embargo, cree que otro reto que no se ha tenido en cuenta tiene que ver con la seguridad rural. “A pesar de los esfuerzos de los últimos 10 años de llevar la Policía a lo rural, aún no hay una institucionalidad que se corresponda con las realidades de esas zonas. Parte del problema central de la guerra es la integración del territorio, y ese es el mayor desafío a la hora del posconflicto”, dijo.
En ese sentido, ella propone crear una Guardia Nacional Rural, conformada por miembros del Ejército y la Policía que ya estén sobre el terreno, y cuya labor principal sea encargarse del bienestar rural y de las necesidades de los campesinos. “Incluso, podría debatirse si algunos desmovilizados pueden entrar a hacer parte de esa guardia”, afirmó.
Un cambio en curso
Para Quintero los cambios ya se están llevando a cabo. “Al interior del ministerio y de las Fuerzas Armadas estamos en un proceso de debate, mirando hacia el 2030”, dijo. “Además, muchos cambios ya los estamos haciendo porque en muchos lugares del país lo que llaman posconflicto ya existe: casi el 95 por ciento del territorio no tuvo atentados terroristas el año pasado”.
En ese sentido, contó que parte del debate interno lo están ligando a una pregunta: ¿cuál es la Fuerza Pública que necesitan y van a necesitar los colombianos?
Hasta ahora tienen claro que en un eventual proceso de fin del conflicto hay tres momentos centrales. El primero es el presente, donde aún tienen que preocuparse por temas de orden público y por los retos que ya exigen la seguridad ciudadana y la minería ilegal.
El segundo sería un momento de transición, que podría durar varios años, donde tendrán que garantizar el cumplimiento de las desmovilizaciones y de los acuerdos firmados y empezar a trabajar estrategias territoriales diferentes en cada región del país. Además, empezarían a replantear temas institucionales y organizativos. Quintero dice que ese período de transición “sería distinto en duración dependiendo de la región”.
El último período ya sería el posconflicto. Quintero cree que en ese momento las Fuerzas Armadas tendrán un papel de cooperación internacional para ayudar a los países que tengan problemas de seguridad como los que tuvo Colombia. Y además del control de la seguridad ciudadana y rural, tendrían otras responsabilidades que hoy no son tan claras, como la protección de los recursos naturales y la contribución al desarrollo del país con infraestructura y aportes en tecnología e investigación.
En cuanto al tamaño de la Fuerza Pública, León Valencia cree que no habrá una reducción en los cargos de los altos oficiales ni en el cuerpo de oficiales y suboficiales. Con él coincide Quintero, quien dice que “tal vez el tamaño de la Policía aumente. Las demás fuerzas podrían mantenerse igual, reduciendo las entradas y el tiempo de servicio de los soldados profesionales”.
Alemania: ejemplo internacional
Durante el encuentro también se compartieron algunas experiencias de Alemania, un país que luego de la Segunda Guerra Mundial y de estar dividido en dos debido a la Guerra Fría decidió replantear su estrategia de defensa.
El embajador de Alemania en Colombia, Günter Kniess, dijo que hoy las Fuerzas Armadas de su país se dedican principalmente a misiones de paz fuera de Alemania. “Además son un Ejército controlado democráticamente por el Parlamento, que debe aprobar todos sus movimientos y ejerce un control bastante estricto”, dijo.
Rainer Arnold, parlamentario alemán y portavoz para asuntos de defensa del Partido Socialdemócrata de ese país, contó que los alemanes aprendieron a las malas que “una paz duradera y sostenible no depende de una superioridad militar. Eso también lo aprendió Estados Unidos en Afganistán y lo tiene que aprender Israel”.
Actualmente en ese país las funciones de la Fuerza Pública tienen que ver más con apoyo a la ciudadanía, movilidad y tecnología en el aire, e inteligencia. “Los recursos se siguen necesitando. En algún momento decidimos acabar el servicio militar obligatorio y nos tocó volvernos una opción atractiva para que los jóvenes nos prefirieran frente a las empresas”, dijo Arnold.
Para terminar contó que durante la transición del Ejército en Alemania, muchos soldados sufrieron de estrés por las reformas que se estaban adelantando. “Hay que tener presente que se necesita tiempo, pero toca preparar y hablar con los miembros de las Fuerzas Armadas para explicarles lo que va a pasar. Hay que evitar que ellos sufran por miedo o estrés al futuro”.