Fabrizio Hochschild, portavoz de la Organización de las Naciones Unidas en Colombia, llegó al país con la sensación que produce la satisfacción del deber cumplido. En su oficina en Bogotá y tras algunas horas de haber llegado de La Habana luego de acompañar a las primeras doce víctimas que se entrevistaron con las Farc y el Gobierno en el marco del proceso de paz, Hochschild habló con Reconciliación Colombia sobre lo que se logró y lo que falta en este mecanismo de participación.
En este diálogo, el diplomático dice varias cosas: las víctimas lograron comunicar su dolor y, al mismo tiempo, trascender de su caso particular; la excepcional personalidad de cada uno de los integrantes logró hacer avanzar el proceso de paz; particularmente estas víctimas quieren ser instrumento para que el país alcance la paz y perdonar es una decisión eminentemente personal, donde nadie tiene el derecho de opinar, ni de decir qué tienen o qué debe hacer una persona. Aquí la entrevista:
¿Cómo le fue?
Con esta primera visita nos fue bastante bien. Logramos llevar un grupo muy diverso, muy plural, que representaba varios hechos victimizantes, varias regiones, varios estratos sociales y víctimas de varios victimarios. Es imposible tener la representatividad de la totalidad de víctimas. Pero lo que le puedo decir es que sí había pluralidad.
Más allá de los perfiles de cada uno de ellos, es importante destacar sus características como individuos. Aunque venían de visiones políticas muy diferentes tuvieron una gran capacidad de trascender su dolor; de comunicarlo; de comunicar a las partes, allá en La Habana, lo que significa el sufrimiento de la guerra.
Pero no se quedaron ahí. Comunicaron una clara expectativa en la que estaban unidas: la necesidad urgente de construir un país donde no se puede repetir lo que les ha pasado a ellos. Y a través de testimonios muy personales y también muy, muy dolorosos hicieron pensar a las personas en la Mesa que inevitablemente muchas veces están atrapados en la visión más política, más ideológica, que no tiene siempre en el primer plano el drama humano. Esta es la justificación primordial de por qué debemos conseguir la paz.
A su juicio, ¿este mecanismo de participación de las víctimas pasó la prueba?
Lo que se hizo aquí es un experimento único que no se ha dado en ninguna otra parte. Podemos decir que con esta visita y gracias a las excepcionales personalidades de quienes integraron esa primera delegación, se dio un aporte muy importante para hacer avanzar el proceso. No me atrevería a decir que nos va a funcionar igual en todas las otras delegaciones. Porque las víctimas son tan variadas como el mismo mundo de los colombianos. Ni puedo decir que esa fórmula que la Mesa adoptó aquí va a funcionar en cada proceso de paz que se intente, pero lo que sí puedo decir es que se ha dado una lección al país y al mundo de lo es posible y se puede explorar en otras partes del mundo explorar.
¿Usted cree como ya lo están diciendo que se llegó a un punto de no retorno?
Voy a citar lo que ha dicho uno de los últimos participantes en hablar, luego de tantos testimonios de cosas atroces que pasaron y que siguen pasando. Luego de testimonios de sufrimientos, de pérdidas, de torturas, de desapariciones, de secuestros, es decir, de tanto dolor, alguien dijo: ‘Señores del Gobierno y señores de las Farc: aquí han escuchado del castigo que ustedes nos han impuesto, a través de este conflicto. Entonces, el castigo que queremos imponerles a Ustedes, cariñosamente, es muy sencillo: que no se levante de aquí hasta llegar a un acuerdo’.
Yo creo que a las víctimas se les puede utilizar como justificación para mantener el conflicto y también como el mejor argumento para llegar a la paz. Y las víctimas que fueron a La Habana no tenían duda de su razón de reconocerse como tales. Su razón de ser es para llegar a la paz.
Creo entonces que sí hay una enorme responsabilidad de parte de la Mesa de no traicionar a las personas que han sufrido tanto para llegar a ese momento. Y creo que hay una enorme expectativa no solamente entre la gran cantidad de las víctimas, pues estoy conciente de que hay otras víctimas que tiene otras expectativas, sino en otros sectores ciudadanos y del mundo. Hoy en día nadie puede entender cómo puede mantenerse una guerra fratricida por tanto tiempo. Nadie puede entender que en Latinoamérica, que ha salido de conflictos muy sangrientos, puede durar tanto este conflicto, el ultimo del Continente. Hay una expectativa muy grande de colombianos pensando en sus hijos y en sus nietos; de regiones pensando en la viabilidad de los intereses de desarrollo; expectativas en el mundo que son imposible de achicar o no reconocer o no hacer lo último que esté al alcance de todos.
Pero al mismo tiempo, es peligroso decir que haya procesos que no se pueden echar para atrás. Cada proceso es frágil. Este es un proceso donde hay muchos temas difíciles por conversar, donde avanza una Mesa a pesar de que aún hay conflicto. No se pueden desconocer los riesgos de que se echen para atrás. Pero aspiro a que esta visita también ayude a crearle mayor conciencia a las personas de la Mesa sobre las expectativas y responsabilidades que tienen frente a los que han pagado el mayor precio por la existencia del conflicto.
Según su experiencia y lo que vio en La Habana, ¿qué nos puede decir de los debates que se han generado sobre el perdón?
Este es un tema muy complejo porque hay diferentes niveles, por lo que al analizar el tema hay que tenerlos todos en cuenta. Por un lado, hay un tema de perdón que a la víctima le corresponde dar o no dar. A todos los victimarios les corresponde ofrecerlo. En esta primera visita, muchas víctimas tenían claro que no querían perdonar. Perdonar o no es una decisión eminentemente personal, donde nadie tiene el derecho de opinar, ni de decir qué tiene o qué debe hacer cada persona. Esto no quiere decir que uno no puede apoyar el proceso de paz. He escuchado a muchas víctimas hablar de que no quieren perdonar, pero eso no implicar que no quieran la paz. Y la quieren para sus hijos y nietos porque consideran que ellos no tienen por qué vivir lo que otros sufrieron. Pero son claros en decir que eso no implica ni perdón, ni reconciliación con sus victimarios. Y eso es una postura completamente legítima.
Después hay un plano oficial que tiene que ver con la justicia y ahí es absolutamente inevitable, y eso ha pasado en cada proceso de paz, que habrá amnistías o sentencias alternativas o sentencias reducidas para cierto tipo de crímenes. Eso está contemplado en la legislación colombiana y hay varios ejemplos donde esto ya ha ocurrido. Este es el perdón institucional. Al hablar de este último, también es muy claro que por otro tipo de crímenes, y estoy hablando de los crímenes de lesa humanidad, no puede haber amnistías, no puede haber perdón. Tiene que haber justicia. En esta exigencia, el público nacional e internacional tiene la razón.
Ahora, estas visitas de las víctimas a La Habana no entran a revisar el tema de la justicia transicional, aunque varias víctimas expresan sus opiniones sobre este particular. Lo que también considero importante decir en este punto es que la justicia transicional es un mecanismo más amplio que el tema de las amnistías. Hay que verla de manera integral. En los foros regionales de víctimas, lo que estas más han pedido es verdad, verdad, verdad. También reparación y garantías de no repetición, y también justicia. Pero enfocar toda la discusión pública sobre el tema de la persecución penal y no enfatizar temas de esclarecimiento de la verdad, mejoramiento de los mecanismos de reparación, garantías de no repetición no es lo que yo escucho decir a las víctimas.
Hablemos de la verdad. Muchas de las víctimas piden verdad…
Esta es una de las demandas más urgentes de las víctimas. Esto es algo que se escucha de muchas víctimas sin importar quién sea su victimario. Es lograr el esclarecimiento de lo que pasó con sus seres queridos. A muchos nunca se les ha dado una respuesta adecuada. Se trata de seres queridos que han sufrido la desaparición forzada, el secuestro, entre otras prácticas. Las personas quieren saber dónde están, qué ha pasado con ellos, a dónde los llevaron, y por qué ellos. Y merecen respuestas. Pero obviamente estamos hablando de acontecimientos que pasaron hace varias décadas y de hechos que quizá sí fueron registrados, pero de muchos otros que no tienen registro formal. Eso es un trabajo enorme que va a costar muchos recursos e inversión de tiempo. Y eso es importante que se tenga en cuenta. Estas personas merecen respuestas, por lo que el Estado, cueste lo que cueste, debe buscar darles respuestas. Para esto hay que reforzar mecanismos existentes, pero también crear otros. Muchos están hablando de comisiones de la verdad y de subcomisiones para tratar temas específicos como la desaparición forzada, el secuestro, el tema de los indígenas, el de los afrodescendientes, entro otros. Hay muchas expectativas de las víctimas. Además, de invertir recursos, es necesario dotar de los poderes necesarios para el libre acceso a archivos del Estado y a testigos. No estamos hablando de una comisión académica, sino de una que tenga reales poderes para hacer todo lo posible para llegar a la verdad. Y esta tiene que gozar de la plena cooperación de las partes, por lo que tiene que haber un compromiso de la Mesa. Cualquier otra cosa, la haría muy débil. Necesita de independencia, credibilidad, trabajo en las regiones. No se trata de una gran oficina en Bogotá, sin visibilidad ni presencia en los territorios, pues así no disfrutaría de la confianza de las víctimas.
¿Qué ajustes haría a las delegaciones de víctimas pendientes de viajar?
Estamos escuchando con mucho cuidado las expectativas de país y las críticas razonables luego de esta primera visita. Las tomaremos en cuenta. Va a ser imposible que estos 60 nombres representen a las casi 7 millones de víctimas. Pero sí nos podemos comprometer a que cada comisión que viaje representará a la mayor cantidad de la diversidad de víctimas, de regiones, de hechos victimizantes. Hay temas que nos toca tratar de visibilizar más en las visitas por venir. Por ejemplo, las víctimas de reclutamiento de niños, algo que fue una práctica de la guerrilla y de los paramilitares; de víctimas antipersona. Y estamos recibiendo insumos de otras regiones que no fueron representadas esta vez. Vamos a tratar de seguir balanceando los muchos criterios, con mucha retroalimentación.
¿Qué proceso se va a cumplir con las 12 víctimas que regresaron?
Con toda derecho varias de las víctimas que fueron a La Habana insistieron en recibir alguna retroalimentación. Fueron allá buscando que se les escuche sus testimonios, sus propuestas. Y con todo el derecho, quieren saber qué va a pasar. Vamos a tratar de asegurar algún tipo de retroalimentación.
También estamos analizando con las autoridades un seguimiento muy cuidadoso de la situación de seguridad. Pues este conflicto ha llevado a que luchadores de la paz sufran amenazas y sufran peligro.
Y esperamos tener más reuniones con ellos para dar retroalimentación, para escuchar cómo han sido digeridas sus propupuestas, pero de forma más informar que formal. Y también queremos que algunas de ellas hablen con los grupos que van a seguir para que les cuenten su experiencia y qué pueden esperar, para así ayudar con el trabajo de las futuras delegaciones.