Dicen los mayores que el territorio es el lugar donde camina el pensamiento. Por supuesto se refieren al pensamiento ancestral, al pensamiento nasa.
Porque una gran amenaza para nuestros territorios es ahora mismo la implantación del pensamiento capitalista. No solo en Cxhab wala kiwe, también en toda Abya Yala. El pensamiento capitalista avanza a galope como un caballo loco por las selvas, los ríos, las montañas, los páramos y los glaciares de Nuestramérica.
No es fácil reconocerlo, aparentemente todo lo que está llegando es bueno. Desarrollo. Progreso. Después de tantos siglos tenemos la oportunidad de “una vida digna”. Llegan los proyectos, los programas asistenciales, la inversión social. Llega el extractivismo.
“Sáquenle a la tierra que la tierra da”, dicen los voceros del desarrollo. “Ordéñenla”. Y las comunidades, después de siglos de olvido y empobrecimiento quieren picar el anzuelo. Claro, habría que ser miope para no reconocer las angustias por las que pasa la gente en el territorio. “Los más pobres entre los pobres” se nos dice desde las ciencias sociales y desde los documentos eclesiales.
Pero Álvaro Ulcué protestó un día. ¿Cómo que pobres? Si acaso empobrecidos. Los mismos que ahora nos dicen “ordeñen” son los que llevan 500 años ordeñándonos. ¿Y qué nos han dejado? ¿En qué ha quedado la tierra? Nos empobrecieron para ahora decirnos que si seguimos ordeñando podemos salir de la pobreza y así perpetúan la cadena. Nuestra pobreza sería creerles a ustedes, megáfonos del desarrollo. Ni siquiera tienen pensamiento porque lo que hacen es transmitir e imponer el de los amos del mundo.
A ese modelo de ordeño le llaman también extractivismo. Nuestras tierras, además de proveernos el alimento y lo indispensable para la vida, son guardianas de tesoros sagrados: la sangre de la tierra –el petróleo–, la energía de la tierra –el oro– y otros seres de la creación dormitan bajo nuestros pies y nos custodian desde abajo. No se comen pero nos alimentan. Los gobiernos de Colombia y las Américas arden por la fiebre del oro. Han decidido perforar la tierra y sacar lo que queda. Especialmente oro y petróleo. Pero también gas y coltán. Ahora pretenden hacer grandes agujeros para inyectar agua, arena y líquidos venenosos con el fin de fracturar las rocas de las entrañas de la tierra y sacar a la fuerza su sangre y sus gases. A falta de que la envenenan por fuera ahora quieren envenenarla desde adentro.
¿Vamos a permitirlo? No somos pobres, no somos necesitados. Nuestra tierra es fecunda y generosa. Que lo digan los inventores del wët wët fxi’zenxi. No dependen de los programas asistenciales ni del extractivismo y no están desnutridos ni boqueando. Viven bien y están felices. Esta tierra es paridora de sueños y esperanzas que se hacen fruto y semilla.
Esto mismo que nos pasa y nos angustia o nos ilusiona y esperanza, esto mismo pasa en otros pueblos de Colombia y del mundo. Valiéndose de las angustias y penurias que también por allá hay los voceros del desarrollo les llegan con los mismos discursos.
Por eso queremos encontrarnos. Que vengan y nos cuenten cómo les llegan allá y cómo resisten. A su vez nosotros les contaremos cómo llegan acá, y cómo les resistimos. Vamos a desentrañarlos, mirémoslos por dentro que bien caripelados que son y no les da vergüenza.
Que vengan los compañeros de las Cajamarca: la de Perú que resiste el proyecto Conga; la de Colombia que resiste el proyecto La Colosa, y nos cuenten de sus luchas y nos veamos en el espejo de la agresión que les causan y la resistencia que cultivan. Que vengan otras resistencias al extractivismo en Abya Yala y en Colombia: El Cerrejón, Hidroituango, El Quimbo, Saturbán…
Que vengan las delegaciones comunitarias del norte del Cauca, que vengan los colegios y las escuelas de los procesos autónomos, los cabildos, los tejidos, los planes de vida.
Hagámosle minga a este encuentro. Y llenemos este encuentro de símbolos. No nos digan que cuánto hay para el transporte que no somos empresarios mineros. Que cada delegación se rebusque la forma de llegar. Hagamos de este encuentro una fiesta de comidas propias. Y que cada delegación traiga su aporte en revuelto. Que los grupos organizados traigan mecato propio y se levanten unos pesos con sus ventas.
Acá no tenemos escasez de arte. Organicemos un concierto con nuestros conjuntos musicales. Y que cada momento, que cada parte de este encuentro esté cargado de simbología y espiritualidad.
Ya que los voceros del desarrollo nos hacen ver como hambrientos que nos venderemos por un plato de lentejas, digamos con muchos signos y señas que aquí hay abundancia de comida y de dignidad.
Y que sean el pensamiento nasa y el de los otros pueblos los que recorran nuestros territorios. Y así no más.
24 Y 25 DE NOVIEMBRE DE 2014