Vicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad de Barcelona, autoridad académica mundial sobre el estudio de los conflictos armados, desde la capital de Cataluña habló con El Colombiano sobre la crisis que atraviesa el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc.
El investigador, a través de un comunicado de cinco puntos, fue claro en afirmar que el Gobierno incumple con lo pactado de que “nada de lo que ocurra en el exterior, incluidos los eventos de la guerra, afecta a las discusiones”, al suspender los diálogos.
Para Fisas es urgente que se supere este impasse y que ambas partes acuerden un cese el fuego para que se eviten casos como el del general Rubén Alzate Mora, que cayó en manos de las Farc en Las Mercedes, Quibdó.
Profesor Fisas ¿cómo analiza el momento que atraviesa el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc?
“Ha sido un episodio realmente extraño y sorprendente. Una cosa tan absurda no puede comportar ni un cierre ni un aplazamiento de las negociaciones, sino todo lo contrario. Más que nunca, las dos delegaciones tienen la oportunidad de aprovechar este episodio y convertirlo en una oportunidad para tomar iniciativas de paz. Este problema es una oportunidad, no una calamidad que nos conduzca al desastre”.
¿El Gobierno debió suspender los diálogos, sabiendo que pactó dialogar en medio del conflicto?
“De ninguna manera. Si no aceptó al inicio del proceso un alto el fuego y un cese de hostilidades, ahora tiene que aceptar las consecuencias de ello. Las Farc también pagan con muertos la usencia de un alto el fuego. Un cese de hostilidades hubiera ahorrado muchas víctimas mortales, prisioneros de guerra, miedo y desplazamientos derivados de la confrontación armada. El Gobierno debería reconsiderar su postura”.
¿Qué piensa de que el futuro del proceso de paz dependa de las Farc, según indicó el presidente Juan Manuel Santos?
“El proceso de paz depende siempre de las dos partes, de su convicción de que la guerra no tiene sentido, de que pueden hacerse transformaciones por medios democráticos y pacíficos, de que los armados podrán regresar a la vida civil sin peligro de sus vidas, de que todas las partes trabajarán para la reconciliación del país, con lo que ello implica de desvelar la verdad y pedir perdón de manera sincera. También dependerá de que se pongan de acuerdo en el complicado tema de la dejación de armas, y que lleguen a un acuerdo sensato sobre este tema”.
¿Qué alternativas tiene el Gobierno si las Farc no liberan al general Alzate?
“El general, como militar en medio de un conflicto armado, reconocido como tal por el Presidente, no es una persona secuestrada, que es algo que sólo se refiere a la captura de civiles. Pasa a ser un prisionero de guerra. Su liberación por parte de las Farc, podría depender de si se reanudan los diálogos, si las dos partes se comprometen a generar medidas de confianza, y sobre todo, si acuerdan un cese de hostilidades. Sería una apuesta política altamente valiosa para una buena continuación de las negociaciones. La sociedad colombiana lo agradecería. Es más: lo necesita”.
¿Comparte la tesis de pactar una tregua entre ambas partes para desescalar el conflicto?
“Esta pregunta queda respondida por la anterior. Es evidente que ayudaría a crear un ambiente más favorable al diálogo, y aumentaría el apoyo social a las negociaciones”.
Comunicado de cinco puntos de la Escuela de Paz
1 – Las reglas establecidas por el Gobierno y las Farc, para enmarcar las negociaciones, incluía un punto con la siguiente redacción: “La mesa (de negociación) es autónoma; nada de lo que ocurra en el exterior, incluidos los eventos de la guerra, afecta a las discusiones”. Eso significa que el proceso quedaba bloqueado, por común acuerdo entre las partes, de cualquier acontecimiento relacionado con el enfrentamiento armado. Paralizar las negociaciones, por tanto, significa incumplir con este compromiso, habitual en los procesos de paz.
2 – Al iniciarse las negociaciones, las Farc reclamaron un alto el fuego bilateral y tratar el tema del cese al fuego al inicio de las conversaciones, posibilidad que fue rechazada por el presidente. No procede, por tanto, lamentarse de las bajas o retenciones entre fuerzas militares cuando se ha rechazado la posibilidad de evitarlas desde el inicio.
3 – En lo corrido del año 2014, y en base a las informaciones proporcionadas diariamente por El Tiempo, El Colombiano, El Espectador y Semana, el conflicto armado ha producido un mínimo de 126 víctimas mortales, de las que 69 (un 54.8%) corresponden a miembros de las Farc, y 35 a miembros del Ejército o la Policía (27.8%). Desde la perspectiva de la cultura de paz, hay que lamentar cada uno de los muertos, sean de un lado o de otro, cuando se habrían podido evitar con un alto el fuego. En cualquier caso, hay que considerar siempre a todas las víctimas, no sólo a las de un lado.
4 – En un enfrentamiento armado, sin alto el fuego de por medio, lamentablemente es lógico que se produzcan combates con muertos y capturas de personal armado o de naturaleza militar, sin que ello sea considerado como “secuestro”, que es cuando se captura a civiles. Cuando se trata de fuerzas armadas es más razonable hablar de “capturas”, “retenciones”, “prisioneros de guerra” o términos equivalentes.
5 – Para que estos sucesos no se multipliquen en el futuro, y en aras a preservar los beneficios que se derivarán de un acuerdo final de paz, la Escuela de Cultura de Paz pide al Gobierno y a las Farc que avancen la discusión de alcanzar un alto el fuego y un cese de hostilidades, con la consiguiente liberación de todas las personas retenidas.
JORGE IVÁN POSADA DUQUE
Editor de Paz y Derechos Humanos