El domingo 31 de mayo de 2015, en horas de la mañana a las 6:00 en punto el celular sonó, interrumpiendo así, el reparador descanso. Una voz viril con dejo de preocupación, me dio los buenos días; intrigado, atine a decir, “buenos días, ¿con quién hablo?”, este hombre se presentó “Soy un líder del Clan Ipuana de Alitayen y a usted me lo recomendaron como miembro de la Corporación Nuevo Arco Iris quien nos puede ayudar en difundir la situación en la que nos encontramos”. A partir de ese momento quedé atrapado por la magia desesperante del Clan Ipuana de Alitayen que se encuentra en la alta Guajira y es uno de los 30 clanes de la etnia Wayuu que hoy vive ‘la agonía del jaguar’, en la proximidad de extinguirse como especie, clan, familia y parte de un pueblo.
El Clan es la forma de expresión socio-antropológica y política en la que se clasifica esta etnia indígena a través de la historia, reafirmando el matriarcado: Cada clan tiene como símbolo familiar, bien sea un animal o un tótem, el cual usan para, pintura, diseños artesanales y también en la figura de hierro para marcar el ganado.
Los Wayuu son reconocidos a nivel nacional e internacional por sus tejidos artesanales reflejados en mantas coloridas, sombreros y mochilas, entre otras, también son conocidos por sus bailes ancestrales; por los palabreros Wayuu, que por su oralidad en justicia comunitaria son considerados, por la Unesco, patrimonio inmaterial de la humanidad, además de esto se distingue su laboriosidad y capacidad para extraer agua del desierto guajiro, donde tienen sus rancherías. Las guerras de Clanes y sus posteriores acuerdos de paz entre los mismos, son ejemplo de paz y convivencia. Parte de su patrimonio y legado cultural son el chivo guisado y el contrabando que durante mucho tiempo fue fuente de riqueza y trabajo gracias a su cercanía al mar y la frontera con Venezuela.
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