Padre, Horacio Arango

Foto: Portal ElMundo.com/ padre Horacio Arango, rector del Colegio San Ignacio en Medellín
Foto: Portal ElMundo.com/ padre Horacio Arango, rector del Colegio San Ignacio en Medellín

Cuando la semana pasada conmemorábamos el 50 aniversario de la muerte de Camilo Torres Restrepo, señalamos el compromiso de una generación de cristianos con la Teología de la Liberación que, nacida de la reflexión de fe sobre la experiencia de las desigualdades sociales y las violencias estructurales en América Latina, iluminó la práctica social, política y religiosa de muchos desde la décadas del 60.

Horacio Arango, como cristiano y sacerdote jesuita, fue consecuente con su fe y con los valores de la justicia, la equidad y la paz. Desde cuando lo conocí, en plena negociación de paz de la Corriente de Renovación Socialista con el Gobierno Nacional en 1993, su palabra y el diálogo común fortalecieron nuestra decisión del tránsito de la lucha armada a la lucha política y la vocación de permanencia de nuestro compromiso y militancia en las causas que nos habían llevado al levantamiento armado. Horacio dirigía entonces el Programa por la Paz de la Compañía de Jesús. Más tarde, como Provincial de la Compañía, y ya nosotros en la vida legal, compartimos muchas veces la visión del país, las preocupaciones, las luchas, cada uno desde su propio espacio, y yo me precié siempre de su amistad limpia y sin dobleces.

Cuando regresé del exilio, Horacio estaba ya trabajando en Medellín. La educación de los jóvenes desde una ética de solidaridad y reconciliación en el Colegio San Ignacio y la aventura de contribuir a la construcción de una cultura de paz desde el Centro de Fe y Culturas eran sus nuevas tareas desde las cuales ejerció su apostolado y dio testimonio de su fe cristiana.

El año pasado lo llamé para pedirle nos acompañara en un rito muy entrañable. La madre de un combatiente de la CRS, muerto en una acción armada a comienzos de los años noventa en un pueblo de Sucre, con el coraje de nuestras madres, no descansó hasta lograr el rescate y traslado de los restos de su hijo hasta Tarso su tierra natal en el Suroeste antioqueño. En la capilla del Colegio Horacio presidió una comunión familiar alrededor de las cenizas, donde el dolor de la pérdida del hijo y el hermano, el tío y el compañero, se atenuó con las palabras de amor y esperanza del sacerdote. No sabía yo que el de entonces sería nuestro último abrazo.

Sobre mi mesa de noche conservo un regalo suyo: un pedazo de tela ocre con unos versos de Miguel Hernández:

«Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas
Si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres
Si no mueren de amores.
Tristes, tristes”.

Pro: Fernando Hernández Valencia
Director Ejecutivo de la Corporación Nuevo Arco Iris

Ver: Falleció el padre Horacio Arango, rector del Colegio San Ignacio en Medellín

1 comentario en “Padre, Horacio Arango”

  1. Fernando Acosta Riveros

    Saludos de paz y bendiciones desde México. Mis condolencias sentidas por la muerte del padre Horacio Arango. Su ejemplo queda como Semilla para la Promoción de la Justicia Social y el logro de la Paz en nuestra querida Colombia donde falta muchísimo trabajo por hacer en la línea del Amor Eficaz que enseñó nuestro querido Camilo Torres Restrepo, cuya vida y compromiso son Patrimonio de la Humanidad. ¡Hasta la Victoria Siempre!, Fernando Acosta Riveros, colombiano-mexicano, trabajador universitario en Jalisco desde el año 1988. Feliz de recibir el material informativo y reflexivo de Corporación Nuevo Arco Iris

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