Mujeres ex combatientes de grupos insurgentes, invitadas por la Mesa de Conversaciones en la Subcomisión de Género y la Subcomisión Técnica del Fin del Conflicto compartieron sus experiencias para aportar a la construcción de paz.
Trece mujeres ex militantes de guerrillas, por un lado colombianas como del PRT, M-19, EPL y Quintín Lame, y por otro de antiguas guerrillas de El Salvador, Guatemala, Uruguay, Sudáfrica, Irlanda del Norte, Indonesia y Nepal, fueron las participantes en dicha reunión de las Subcomisiones de las conversaciones entre el gobierno y las Farc, hablando del proceso de dejación de armas y la reincorporación a la vida política, económica, y social, según el caso.
La delegada Plenipotenciaria del Gobierno, María Paulina Riveros dijo que desde tiempos pasado los temas que giran en torno al Género, han sido importantes y “una prioridad” para el Gobierno Nacional, aplaudiendo que “después de casi dos años de que anunciáramos la conformación de dicha Sub Comisión, el 7 de junio de 2014, celebro que tengamos la posibilidad de escuchar la voz de las mujeres de varias latitudes que comparten un pasado común: siendo mujeres, haber pertenecido a grupos rebeldes y haber dejado las armas para hacer tránsito a la legalidad».
Riveros afirmó que “desde la Presidencia de la República a través de su Consejería para la Equidad de la Mujer, y pasando por toda la institucionalidad, hemos adelantado sendos procesos de concertación con la población femenina colombiana para lograr la garantía en el ejercicio de sus derechos de manera integral».
A continuación una parte de la intervención de Riveros:
No pocos estudios de caso han abordado este asunto de la construcción de nuevos sentidos del género a partir de las historias de las mujeres que dejan la guerra para reasumir la vida civil, algunas veces como importantes lideresas para la reparación del tejido social. Son formulaciones de la feminidad capaces de interpelar las construcciones estereotípicas de la mujer pasiva, condenada a resistir sin rebelarse.
No quiere decir que una mujer sea más o menos femenina por haber ido a la guerra. Lo que quiere decir es que la construcción de su subjetividad y con ella la capacidad de las mujeres que en carne propia han vivido la guerra para intervenir en la refundación de identidades combinadas, se ve interferida por un tránsito permanente de su pasado a su presente, de su pasado a su futuro, que en muchos casos fortalece la conciencia ciudadana y el compromiso por remediar y armonizar colectivamente los dolores de la guerra.
Pensé durante días en las palabras correctas para agradecer esta oportunidad de aprender lecciones, de recoger señales, de revisarnos colectiva e individualmente en el espejo de las mujeres más inimaginadas, de las más lejanas al estereotipo occidental feminista.
En un mundo que aún se nutre de patrimonios culturales ancestrales y discriminatorios, enfrentarse a los estigmas que limitan el rol de la mujer a lo doméstico, lo sexual y lo reproductivo, al tiempo que se apuesta por la recomposición de la vida afectiva, familiar y laboral y por la reivindicación de la mujer como sujeto político, es tarea que exige enorme templanza y tenacidad.
Por eso, no puedo más que agradecer la fuerza de su memoria y la capacidad de convertir su pasado en ciudadanía para este ejercicio de permanente transformación. Esta oportunidad me permite reafirmar la convicción de que nadie debe entregar su pasado a vientos irremediables, que la identidad de una nación depende de la persistencia de la memoria y de su transformación en clave de futuro. Que nadie, en democracia, debe sentirse obligado a olvidar, que el deseo de la paz es que todas puedan ser mujeres plenas en la vejez por haber construido su feminidad desde donde a cada una le correspondió en libertad.
En la paz, en democracia, que la plenitud de nuestras mujeres sea absoluta. De nuevo, bienvenidas.
Para leer la intervención completa ver: Equipo Paz Gobierno