¿Por qué los Elenos no empiezan el proceso de paz?

Luis A. Cabeza E.
Luis A. Cabeza E.

Los ciudadanos de a pie ya estamos más que aburridos de ver que de pronto van a empezar por fin a negociar y siempre viene una nueva frustración y una disculpa: que porque no negocian con un gobierno ilegitimo, que primero acaben con el paramilitarismo, que las causas objetivas que originaron el conflicto aún perviven, que no entregan las armas, que el secuestro no es secuestro, en fin, excusas hay y habrá por siempre.

Y bien es cierto que este no es el mejor de los gobiernos, pero es la oportunidad de que terminemos por fin este conflicto armado y podamos dirimir las diferencias y luchar por nuestros sueños de sociedad desde la palabra, desde la civilidad, desde la política, sin armas, sin muertos, sin sangre, sin viudas ni huérfanos.

Yo estoy convencido que el ELN no va a negociar por dos razones: primero, el culto a la violencia y el prejuicio de entregar los fierros (los fusiles viejos que poseen), para ellos es una herejía, será que la perpetuación de sus genes ancestrales, la ritualización prehistórica del temor a los predadores, las concentraciones de testoterona, es decir, la violencia como forma natural y aceptable para poder sobrevivir va unida a su ideología revolucionaria para mantener vivo el discurso contestatario y sin propuesta viable de sociedad.

Puede que exista una fuerte predeterminación biológica, pero el comportamiento violento esencial es tan aprendido como los prejuicios, el odio, la compasión o la responsabilidad. Aun entre los niños más pequeños se observa una leve conducta violenta de carácter limitado, pero por medio de la socialización y el control progresivo de los impulsos el niño se desarrolla moralmente hasta comprender la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal y los valores aprobados por la sociedad.

Y Segundo, porque nuestros excompañeros no son ni una guerrilla, ni un partido revolucionario, ni un ejército, son más bien una iglesia, una secta religiosa, donde tienen sus ritos, sus dioses y santos, sus fiestas patronales y su doctrina, y esa doctrina tiene su catecismo y su principal postulado es el que reza su consigna: liberación o muerte, o nos logran liberar –que no lo han logrado- o la muerte, pero nunca desarmados y en paz.

Ojalá que yo esté totalmente errado y me toque pedir disculpas y ojalá los Elenos no respondan a la critica con otro juicio revolucionario y que su decisión sea no volver a manchar la tierra con sangre de hermanos.

Luis Alberto Cabeza Espinel
Sociólogo – Investigador social