¿Plebiscito… o ‘plebiscidio’?

Foto: Archivo / EL TIEMPO
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«Oportunidad de acabar con guerra y hacer un país moderno no viene todos los días, ni cada 50 años.» JOHN CARLIN

“John Carlin es un periodista y escritor británico que publica habitualmente para El País. En 2008 publicó un libro sobre Nelson Mandela titulado ‘El factor humano’ que Clint Eastwood convirtió en la película ‘Invictus’. Escribió ‘Rafa: mi historia’ con Rafa Nadal y también ha publicado, entre otros libros, ‘Ángeles blancos’ sobre el Real Madrid y ‘La sonrisa de Mandela’. Fue corresponsal en México, Centroamérica, Sudáfrica y Washington. Ha ganado varios premios, entre ellos el Ortega y Gasset en 2000 por un artículo en El País sobre la inmigración en España” (Ver en El País) y en esta primera semana de septiembre realizó una publicación en uno de los medios nacionales, haciendo referencia a la refrendación de este proceso de paz que se lleva a cabo entre el Gobierno y las Farc EP.

Columna de opinión:

Nací en un país que acaba de hacer un ridículo mundial. Ahora Colombia tiene la oportunidad de hacer lo mismo.

En el referéndum sobre el brexit, la decisión de la mayoría de los votantes del Reino Unido a favor de abandonar la Unión Europea fue una victoria para la ignorancia, el miedo y la mezquindad. Fue recibido por el resto del planeta con estupefacción, igual que lo sería, o más, en caso de una victoria para el ‘No’ en el plebiscito que se celebrará en Colombia el 2 de octubre.

Un ‘Sí’, por otro lado, retrataría a los colombianos frente al mundo como un pueblo racional, noble, generoso y audaz.

En la época en la que vivimos, de guerra sin fin en Oriente Próximo, en la que el terror yihadista asola a buena parte de la humanidad sin solución a la vista, Colombia tiene la oportunidad única de presentarse como un país sano y ejemplar, como un rayo de luz en la oscuridad. (Lea también: Muy pocos miembros de las Farc podrían votar el plebiscito)

Es importante para los colombianos, así como para todos, la imagen que su país tiene en el exterior. Por eso el tiempo se detiene cuando la selección de fútbol disputa una clasificatoria para el Mundial; por eso tanta polémica por el papel de James Rodríguez en el Real Madrid; por eso tanto júbilo ante la posibilidad de que Nairo Quintana gane la Vuelta a España.

Pero aunque Colombia se proclame campeón en el Mundial de Rusia, aunque James obtenga el Balón de Oro, aunque Nairo conquiste los próximos cinco Tours de Francia, nada, nada disolverá la percepción universal de que Colombia es un país retrógrado y absurdo si sus habitantes niegan su apoyo al acuerdo final para la terminación de medio siglo de conflicto con los narcodinosaurios de las Farc y la construcción de una paz estable y duradera.

Responder afirmativamente a aquellos que pregonan el suicidio colectivo del ‘No’, que piden transformar el plebiscito en un ‘plebiscidio’, sería además un ejercicio de épica irresponsabilidad. Aquellos a los que no les importa la opinión del resto del mundo, o que pecan de la soberbia de imaginarse que nadie de fuera es capaz de entender la excepcionalidad colombiana, tendrán que cargar con el peso de saber que sus hijos, sus nietos y los colombianos aún por nacer no se lo perdonarán. (Lea también: Riesgos electorales que tiene el plebiscito por la paz, según la MOE)

Semejante oportunidad de acabar con la guerra y crear las condiciones para que Colombia por fin aproveche sus abundantes recursos humanos y naturales para poder convertirse en un país moderno y próspero no viene todos los días, ni cada cincuenta años.

Hay quien dice que no se debe perdonar a los criminales.Pero ¿por qué hay que perdonar? Solo hay que aprender a convivir, sin caer en el impulso animal de matar. Conozco bien Ruanda, un país cuyo conflicto en 1994 fue de un horror tal que los colombianos no se lo pueden ni imaginar. Ahí murieron un millón de personas en cien días, casi todas a machetazos. Tras pasar unos pocos años en la cárcel, la enorme mayoría de los asesinos han sido amnistiados y hoy viven en los mismos barrios o pueblos de aquellos a cuyos parientes despedazaron. Ruanda, un país infinitamente menos culto y políticamente menos sofisticado que Colombia, lleva ya no solo 22 años en paz, sino gozando de una prosperidad sin precedentes. (Además: Estos serían los tiempos para el plebiscito por la paz)

Veamos la otra cara de la moneda y volvamos la mirada a Oriente Próximo, para ver qué les pasa a aquellos que optan por anteponer la venganza y los resentimientos históricos a una paz negociada. Recordemos las palabras proféticas del protagonista de la película Lawrence de Arabia: “Siempre que los árabes luchen tribu contra tribu, siempre serán una gente pequeña; una gente tonta, avariciosa, bárbara y cruel”.

Ahí está la elección que tendrán que hacer los colombianos el 2 de octubre sobre el país en el que desean vivir. Entre la pequeñez y la grandeza, entre la inteligencia y la estupidez, entre la barbarie y la civilización. No hagan el ridículo. Digan sí al futuro y no al pasado; digan sí a la vida, no a la muerte. El mundo los estará mirando.

JOHN CARLIN
Periodista y escritor británico

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