Las FARC: La guerra que el país no quiere ver

Foto: Archivo El Tiempo/ Guillermo León Sáenz, "Alfonso Cano", fue Comandante del Bloque Central, Comandante en Jefe y miembro del Secretariado de las FARC.
Foto: Archivo El Tiempo/ Guillermo León Sáenz, «Alfonso Cano», fue Comandante del Bloque Central, Comandante en Jefe y miembro del Secretariado de las FARC.

Las Bacrim retan a Santos”, es el nombre de la edición Nº 17 de la revista Arcanos, publicada en enero del 2012.

Esta edición, tal y como se menciona en su editorial “es el cuarto informe sobre conflicto armado de la Corporación Nuevo Arco Iris” que buscó “contarle al país lo que aconteció en el 2011”, es decir un año antes de la publicación. Lo que se hizo fue ampliar la mirada e incluir “un extenso capítulo sobre los riesgos en la restitución de tierras y entre ellos se destaca la muerte de 14 líderes de los reclamantes de tierra en 2010 y 12 en 2011, grave situación en un tema que dará mucho qué hablar” durante varios años.

De esta revista, uno de los artículos que se traen a colación, en este 2016, para entender el contexto de las publicaciones que hace la Corporación en las últimas semanas (Zidres vs Zonas de Reserva Campesina y Empate estratégico en el teatro de la guerra), es “Las FARC: La guerra que el país no quiere ver”:

«El balance de la confrontación entre el Estado y las FARC es contradictorio. Por un lado el gobierno del presidente Santos y las Fuerzas Militares han dado de baja a dos miembros del Secretariado, y han golpeado también a mandos medios y a estructuras claves de la organización, creando en la opinión pública un ambiente de victoria y en las FARC una sensación de gran vulnerabilidad. De otro lado, la guerrilla ha logrado aumentar su operatividad y el número de bajas de la Fuerza Pública, señalando con esto que están lejos de una liquidación de sus fuerzas.

Y hay una nueva situación. Las partes han entrado en una etapa de realismo. Santos y «Timochenko» son completamente conscientes de sus fortalezas y sus debilidades. El primero, sabe que las FARC están en la debacle política y han tenido un gran retroceso en lo militar, pero entiende a cabalidad que esta organización ha sido capaz de soportar una gran ofensiva militar sin desmoronarse y ha empezado a recuperarse mediante una nueva estrategia. Entiende que la guerrilla en muchas regiones ha empezado a tomar la iniciativa. Comprende que la destrucción completa de las guerrillas está muy lejos y por eso ha dicho que puede abrir las puertas para una negociación de paz. Por su parte, el nuevo jefe de las FARC sabe que será imposible volver a construir una fuerza del tamaño y de la eficacia que caracterizó a la guerrilla a finales de los años noventa y lo que sigue es una simple resistencia a desaparecer y una permanencia en la acción para buscar una negociación. El enunciado de que las FARC no buscan el poder por la vía de las armas lanzado en la carta que dirigió a Medófilo Medina es quizás la principal muestra de realismo.

La confrontación militar en los últimos años ha maximizado la barbarie de los actores en conflicto, de las guerrillas y de las Fuerzas Militares. Incluso, la misma sociedad colombiana parece estar acostumbrándose a dicha crueldad. Por un lado, las FARC han desarrollado minas antipersona con desastrosas consecuencias; para evitar su detección las hacen con tubos PVC y la metralla son vidrios resquebrajados que los embadurnan con materia fecal. Por su parte, la Fuerza Pública ha realizado bombardeos a campamentos donde tenían conocimiento que se encontraban menores de edad, en uno de ellos, murió la hija de «Simón Trinidad» de 16 años.

Fusilamientos en medio de intentos de rescates militares a secuestrados por parte de las FARC, exhibiciones de cadáveres de jefes guerrilleros y bombardeos desproporcionados por parte de las Fuerzas Militares, se han convertido en algo rutinario en el país. Lo que más asombro causa es que ante cada acción violenta, parece que la sociedad pidiera aún más violencia. Lo cierto es que el balance del estado del conflicto en 2011 no es alentador, al igual que lo sucedido en 2010, presentándose un aumento de las hostilidades armadas en varias regiones del país.

Ahora bien, las dinámicas de la confrontación entre las FARC y la Fuerza Pública, no son iguales en la totalidad del territorio nacional. En varios departamentos del país como Cauca y Norte de Santander la situación de seguridad se ha deteriorado ostensiblemente, en otros permanece estable, así como en el centro del país la Fuerza Pública ha logrado consolidar el territorio. Sin embargo, al hacer un análisis general durante 2011, se ha presentado un aumento de las acciones de las FARC de cerca del 11% con respecto al año pasado. Situación que es constante hace tres años, es decir 2009 presentó un aumento de las acciones con respecto a 2008, al igual que 2010 con respecto a 2009. En últimas, se puede afirmar que el aumento de las acciones de las FARC y su letalidad no obedece al cambio de Gobierno si no al perfeccionamiento de la letalidad de su estrategia militar.

La muerte de «Alfonso Cano» muestra el importante avance en inteligencia militar y la capacidad aérea del Gobierno Nacional, así como la eficacia de su operatividad, pero el impacto de este tipo de acciones sobre las FARC no ha sido tan devastador como se había previsto. La muerte de «Cano» tuvo efectos más importantes en la imagen del Gobierno Nacional que en las propias FARC. La administración Santos logró quitarse la presión que había sobre su gestión en temas de seguridad desde diferentes sectores de la sociedad, mejoró su imagen ante los colombianos y lo propio hizo las Fuerzas Militares. En las FARC, aumentó la incertidumbre y acentuó la sensación de que el camino del triunfo militar está complemente cerrado. Pero les mostró también que la nueva estrategia persiste y les da algunos resultados importantes aún en medio de las bajas de sus comandantes».

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