En los últimos tres días el departamento ha sufrido dos incursiones paramilitares. Una dejó más de 400 personas desplazadas, denunció un personero.
La guerra, se supone, se está acabando. Pero los habitantes de Chocó están alertando, como pueden, que no es así. Nada más este martes, los pobladores del corregimiento de Domingodó (Riosucio) volvieron a sentir el miedo que durante 1997 provocaron los hombres del bloque Élmer Cárdenas de las Auc, cuando desplazaron a cerca de 3.500 personas del municipio. Según lo relatado por los habitantes de la zona, en la madrugada de ayer, hombres armados de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) ingresaron al corregimiento para amenazar e intimidar.
La comunidad contó que cuatro paramilitares de camuflado ingresaron al caserío portando armas de fuego largas y cortas. El resto de las unidades que, según los cálculos de la comunidad, desde enero pasado superan los 600 en el Bajo Atrato chocoano, se asentó en las cercanías del corregimiento. “Lo último que nos informó un habitante de la zona fue que uno de los paramilitares que ingresó a Domingodó iba afanosamente buscando personas en algunas viviendas. Lo que se sabe es que los gaitanistas se llevaron a un poblador, pero fue liberado minutos después”, le contó a El Espectador un miembro de una organización social, quien pidió que se reservara su nombre.
Así como en las recientes incursiones paramilitares denunciadas por los riosucieños, los habitantes de Domingodó se encuentran sitiados en sus viviendas y no han podido salir a realizar sus labores cotidianas. “El habitante que nos informa desde Riosucio no se ha comunicado con nosotros porque tiene miedo. Claramente quiere protegerse de posibles represalias”, aseguró el miembro de la organización defensora de derechos humanos. A su vez, este diario conoció que varios pobladores del caserío, atemorizados por la presencia de paramilitares, tuvieron que desplazarse. Al ser recientes los hechos, no se ha podido establecer un número determinado de desplazados forzadamente.
El sábado 4 de marzo los habitantes del Alto Baudó denunciaron la presencia de 200 miembros de las Autodefensas Gaitanistas. Según lo relatado por los testigos, en el corregimiento de Peña Azul, los paramilitares perseguían a un grupo de guerrilleros del Eln. El personero del Alto Baudó, Dayro Palacios Lizarda, le dijo a este diario que ese día 475 personas de cinco comunidades fueron desplazadas de manera forzada a la cabecera municipal. Amnistía Internacional aseguró ayer que se desconoce el paradero de ocho familias del Alto Baudó. “Luego de la incursión para, en un consejo de seguridad al que asistieron la Alcaldía, la Gobernación y la Fuerza Pública se determinó que se iba a aumentar el pie de fuerza para restablecer el orden público en el territorio”, puntualizó el personero.
Teniendo como base las denuncias de las comunidades chocoanas en este año, El Espectador logró establecer que, en lo corrido de 2017, siete municipios han reportado la presencia de grupos paramilitares. A final de enero y comienzo de febrero, pobladores de Riosucio, Bahía Solano, Bojayá, Carmen del Darién y Vigía del Fuerte denunciaron que cerca de 600 paramilitares se movilizaban por sus territorios y que incluso hacían presencia en los cascos urbanos y a plena luz del día.
Sin embargo, las denuncias de las comunidades del Chocó sobre incursiones paramilitares este año no son novedad. Las comunidades chocoanas, más precisamente las de Riosucio y Bojayá, aseguran que las autodefensas nunca se desmovilizaron y que sus reductos poco a poco han venido ganando espacio. La Defensoría del Pueblo realizó entre 2009 y 2016 seis informes de riesgo, cinco de ellos sobre el Bajo Atrato (municipios de Riosucio y Carmen del Darién) y uno sobre Apartadó, Carepa y Turbo (Urabá), en los cuales señalan que las AGC y las Águilas Negras han consolidado su poderío en la zona, desplazando a las comunidades negras e indígenas.
Entre 2014 y enero de 2017, la Defensoría emitió 29 oficios sobre la situación de riesgo, vulneración de derechos y conflicto armado en el Bajo Atrato (cuencas de los ríos Cacarica, Salaquí, Truandó y Domingodó), enviados entre junio de 2014 y el 30 de enero de 2017. En estos reportes se documentó paso a paso el proceso de fortalecimiento, expansión y consolidación de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, de lo cual se puede concluir que los hechos recientes constituyen la crónica de una incursión, pero sobre todo de una consolidación anunciada.
Uno de los líderes de Riosucio que denunció en este diario hace dos semanas la presencia de los gaitanistas en el corregimiento de Bijao, asegura hoy que desde que se inició el proceso de paz con las Farc, en septiembre de 2012, las AGC coparon los espacios donde la guerrilla tenía control territorial. “Desde que los guerrilleros se empezaron a movilizar a las zonas veredales, los gaitanistas se mueven casi con total libertad en nuestros territorios. La Fuerza Pública hace dos semanas dijo que iba a movilizar más uniformados al departamento, pero por el momento esto no ha frenado el avance de las AGC”, aseguró el líder chocoano.
Durante 2017, en otras zonas del país se ha reportado presencia de paramilitares en Tibú (Norte de Santander), Mesetas y Mapiripán (Meta), Tumaco (Nariño), Buenaventura (Valle del Cauca) y Briceño (Antioquia). Sin embargo, diferentes entidades del Estado, como la Fiscalía, el Ministerio del Interior y el de Defensa, han manifestado que el paramilitarismo en Colombia ya no existe. Así ha resumido el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, este problema que tal vez está creciendo en silencio: “Decir que en Colombia hay paramilitarismo significaría otorgar un reconocimiento político a unos bandidos dedicados a la delincuencia común u organizada”.
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