– ¡Pero qué cantidad de gente hay en este lugar! ¿Será que hoy es el día de promociones? Ja, sobre todo, estos centros comerciales casi siempre están así de atiborrados. Por lo menos hoy han puesto música diferente a las melodías aburridoras que acostumbran poner. Mmm va a estar demorado pagar con esas filas tan largas, lo mejor será hacer maña mientras se descongestionan las cajas. Justo tenía que venir a esta hora, pero bueno, con eso me distraigo un poco y tal vez logre tener una idea para escribir.
Vamos a ver qué hay por estos lados ¡¿Cuánto?! ¡Por favor!, es ridículo este precio por una caja de cereal que no alcanza ni para dos semanas. Los productos están cada vez más caros y aun así el productor primario va para el traste sin un aumento salarial de acuerdo a su trabajo ni con la seguridad social que debería tener o con ganancias correspondientes a su esfuerzo, en contraste con los grandes centros de comercio e industrias.
Made in China, hecho en México, made in Indonesia, made in Taiwán, presiento que ya no quedan productos nacionales. En fin, solo vengo por un bombillo, el de mi cuarto se ha fundido de repente; estaba en mi pequeña y oscura habitación cuando empezó a titilar y finalmente dejó de funcionar.
– ¿En qué parte estarán los bombillos? Por acá no creo que sea, estoy más bien en el pasillo de los licores, tan provocativos ellos, es una lástima no poder llevar conmigo al menos media botellita de algo vodka, ginebra, tequila, whiskey, brandy, vino, lo que sea; ahora vienen en botellas tan sofisticadas que uno quisiera llevar una de cada trago.
Pensándolo bien, quizás eso que se conoce como globalización sea para la mayoría de la gente el mercado en donde se adquieran mercancías extranjeras. Bueno, si no hay de otra, daría lo que fuera para que, al menos, las borracheras con esos licores me llevaran entre humos por los lugares a los que respectivamente corresponde o alguno que otro estado de ensoñación más allá de los límites espaciales, por ejemplo, que el vodka me hicieran desplazar por las calles del San Petersburgo de Dostoievski y Tolstoi, el Jägermeister tuviera la capacidad de evocar los inviernos alemanes, el vino me llevara por los bulevares parisinos de Marcel Proust, y la absenta por los pasillos melancólicos de los burdeles de Baudelaire; una borrachera y viajar en el tiempo y en el espacio (…) Pero estoy alucinando, ahí está pintada mi maldita costumbre de pensar siempre en el alcohol. A todas estas ¿en dónde habrán quedado la chicha y el guarapo? No los veo en ningún estante, seguramente habrán quedado relegados a las reuniones veredales y a una que otra tienda conmemorativa de la ciudad, es una lástima, en este mismo ejercicio hubiera sido placentero poder imaginarse con los Chibchas en las montañas de Boyacá y Cundinamarca.
Para qué me martirizo si no voy a comprar nada. Mejor salgo de aquí. ¡Con permiso señora! Deja el carrito de mercado en todo el pasadero, ¡es el colmo!
Según el letrero estoy en la sección de frutas y verduras, y derecho están los restaurantes. Todo se ve tan fresco. Lo que sí nunca he visto son guamas o carambolas, me acuerda que en el patio de mi casa había árboles de cada una de esas frutas. ¿Cuánto trabajo tendrán que haber realizado los campesinos para que las personas tengan a su disposición estas verduras? Días enteros labrando la tierra, rogando con sus plegarias por la lluvia, haciendo filas interminables para un préstamo bancario. Supongo que una de las cualidades del mercado es hacer desaparecer de nuestro mapa mental este tipo de preguntas y el proceso detrás de todo trabajo, y hacernos creer que por arte de magia él mismo nos lo brinda. No queda de otra que agradecer a los campesinos por su ardua y hermosa labor; y pensar si quiera que son los más desventurados con las reglas del mercado, además viven influenciados por las leyes del gobierno y las disposiciones económicas y financieras. Tan solo esta mañana veía en la televisión una noticia de los tantos paros agrarios que hay en el país; exigían subvenciones ante el cambio climático y más inversión en el campo. Es una constante la protesta y los paros, pero la gente se desentiende de esos temas, mientras estén delante del T.V con su plato de almuerzo cualquier cosa que pase alrededor de ellos les vale cero, si tienen que pagar un alza en los precios lo pagan y listo así se vean en aprietos más adelante. Se debe tener en cuenta que la constancia de las crisis o las reivindicaciones es la anormalidad y no al contrario, como lo pretenden hacer creer los medios y el gobierno. Pero estos precios no reflejan la situación del campesino, la verdura está carísima, todo está carísimo, cómo hace la gente para pagar servicios y hacer mercado con un salario mínimo, sin lugar a dudas estamos en una economía de supervivencia.
(Continuar leyendo en la página 2 de Buenas noches joven)
Mario Alejandro Neita Echeverry
Politólogo de la Universidad Nacional