Crónica: Reconstruyendo nuestro futuro

Foto: Michelle Silva, Justapaz.

“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarnos” Jaime Garzón

En el sur occidente del Tolima, a 130 km de Bogotá, está ubicado el municipio de Icononzo; el cual fue cuna de guerrillas campesinas, que se organizaron en los años 50 para luchar por el derecho a la tierra y que en los últimos años ha sido escenario de fuertes enfrentamientos entre grupos armados. Hoy Icononzo es uno de los municipios donde está ubicado uno de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación, en el que se encuentran agrupados aproximadamente 300 ex combatientes de las Farc-Ep que están en proceso de reintegrarse a la vida civil.

Luego de tres horas de camino, desde Bogotá hasta Icononzo, llegamos a la veredal Antonio Nariño. Desde hace mucho tiempo yo quería visitar una de estas zonas, pues deseaba conocer desde la voz de los actores del conflicto sus historias, experiencias y perspectivas frente al proceso de paz. Pero también me preguntaba, sobre los retos que tenemos los jóvenes para construir un nuevo capítulo en la historia de Colombia, en la que no se hablará de estadísticas de víctimas o desplazados, si no de los procesos de reconciliación y perdón que se están dando después de 53 años de conflicto.

Con un saludo amigable y un vaso de café, fuimos recibidos en la recepción de la zona veredal. “La recepción” es un lugar donde viven algunos ex combatientes, que trabajan diariamente desde las cuatro de la mañana para acoger a los visitantes que llegan frecuentemente. Allí, hay una casa pequeña de madera, dos cambuches cubiertos en polisombra, una cocina y un baño que no tiene servicio de acueducto.

Mientras que recorríamos el lugar, Jesús, de piel morena y acento campesino, señalaba los retrasos de la Zona Veredal y resaltaba la serie de incumplientos que hay por parte del Estado en la implementación de los Acuerdos de Paz. Debo confesar, que cuando mire alrededor, me preguntaba. ¿Cómo se puede creer en el Estado, si incluso en un proceso de paz y reconciliación hay desigualdad e incumplimiento? ¿Qué tenemos que hacer los jóvenes, para que las comunidades vulnerables crean en las instituciones después años de abandono y olvido?

Cuando terminamos el recorrido por la zona veredal, me acerqué a la coordinadora de pedagogía del lugar para regalarle un mapa geográfico. Ella me dio un fuerte abrazo y agradeció. Pero mientras que ella miraba detalladamente el mapa, entendí que uno de los primeros retos que nos debemos trazar los jóvenes, es conocer la historia de nuestro país, pero no aquella historia que nos presentan en las telenovelas, si no las que viven en los campesinos, afrodescendientes, indígenas, mujeres que han padecido la zozobra, angustia y sufrimiento del conflicto, para comprender que la violencia no es el camino para construir democracia e igualdad, si no que crea barreras y odios en nuestra sociedad.

Después de terminar el recorrido por la zona, cerramos la visita con un acto de reconciliación, en el que los ex combatientes manifestaron su regocijo y reafirmaron su compromiso con la verdad, justicia y búsqueda de la paz.

Cuando iniciamos el regreso a Bogotá, pensé en los retos que le esperan a juventud colombiana, pues a pesar de los odios que crean algunos sectores del país seguiremos trabajando por la construcción de la paz, una paz incluyente, libre y con igualdad, en la que participen mujeres, víctimas, campesinos, comunidades diversas, y otros más, para que formemos una sociedad donde las diferencias no sean un argumento para dividir, si no lo contrario para transfórmarlas, y así construir un país justo y con igualdad.

Por: Michelle Silva. Comunicaciones Justapaz.

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Foto: Michelle Silva, Justapaz.
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