El pasado 2 de octubre se cumplió un año de haber refrendado el acuerdo de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc EP en las urnas, por medio del plebiscito y varias han sido las reacciones de los colombianos.
Por un lado desde ¡PACIFISTAS! Publicó que “Un año después, el plebiscito del 2 de octubre sigue siendo el hecho que atraviesa toda nuestra política. Mientras quienes hicieron campaña por el ‘Sí’ tratan de descartarlo como un error de cálculo producto de la borrachera de la paz, el bando contrario se aferra a su dolor y lo ha convertido en parte de su mito fundacional. Hoy argumentan que las reformas de las que fue centro el acuerdo, ratificado dos meses después en el Teatro Colón, no fue más que un ‘conejo’”. (Ver en Aceptémoslo: un año después, Colombia no supera la ‘plebitusa’)
Así mismo El Espectador, por medio de la generación juvenil, publica una entrada en la que no sólo se hace un contexto de lo ocurrido ese domingo del 2016 sino que refleja el sentimiento de muchos de los colombianos que le apostaron al sí, un sentimiento de dolor, disgusto y un sinfín de preguntas: “Los resultados del plebiscito se me presentaron como la victoria de la indolencia y de la resistencia al cambio. Desde un lugar de superioridad moral que hoy ha adquirido sin duda nuevos matices, juzgué a todos los que votaron No. Sin importar sus razones pensé que sus motivos no podían borrar la voluntad de perdón de las víctimas y la promesa de transformación que tantas personas duraron años construyendo y que en los acuerdos se perfilaban como una alternativa a la guerra y su sufrimiento.
Sentí vergüenza. Me reproché por no haber hecho algo más para apoyar la campaña del Sí y asumir el ejercicio político como algo propio. Entendí que nosotros, los jóvenes, quienes no hemos visto nunca un país en paz, no podemos permitir que nos roben la posibilidad de cambio. Esto me llevó, a mí, y a muchas personas más, al acto maravilloso de coincidir. Movidos por una convicción quizás más emocional que racional, compartíamos un sentido de urgencia, una determinación que en este punto crítico necesitaba concretarse en acciones contundentes. Había que hacer algo”, afirma Daniela Amaya, la columnista invitada.
Pero aún, cuando el 2 de octubre de 2016 ganó el NO, lo que llegó esa semana para Colombia fue un revuelo de momentos, en tan solo una semana, tal y como lo describió Héctor Abad Faciolince en su columna del 7 de octubre del mismo año:
“El domingo nos caímos al suelo con una derrota mínima pero apabullante; el lunes nos despertó el grito del partido de Uribe exigiendo la renuncia del presidente; el martes tratábamos de salvarnos de la depresión con la ironía; el miércoles los expresidentes fueron a hablar con Santos y no supieron explicar qué era lo que querían; el jueves se iluminó un poco el panorama con el candor con que el gerente de la campaña del No nos reveló las sucias estrategias electorales del Centro Democrático; y el viernes volvimos a subir al cielo con la jugada maestra de los noruegos: le daban a Juan Manuel Santos el premio Nobel de la paz para devolverle los ánimos y la esperanza a un país atónito y desanimado”. (Ver Del suelo al cielo)
Por lo anterior se preguntó en la Encuesta Semanal si había sido o no el resultado arrojado por las urnas hace un año:
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Los invitamos a seguir participando de la encuesta virtual que cambia cada lunes y que la encuentran en la parte superior del lateral izquierdo.
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