ELN en el pacífico, una pesada carga, una dura herencia

Foto: Portal Revista SUR

Mientras más corre el tiempo y el gobierno demuestra su impotencia para implementar los acuerdos de paz firmados con las FARC, el ELN se erige como la fuerza insurgente que va ocupando el imaginario de lo que algún día fueron las guerrillas Marquetalianas para miles de campesinos e indígenas de este país, en particular en las zonas apartadas y de frontera, en las que la economía ilegal del oro y la coca determina la forma de vivir y en donde el Estado- como hace 200 años, – nunca ha hecho presencia, o lo que es peor, en los que agentes del Estado y las elites políticas se han aliado con estructuras paramilitares y capitales extractivistas a los que poco les importa la vida, incluida la humana y el medio ambiente les estorba para obtener ganancias por encima de todo, cueste lo que cueste.

Este proceso de clonación del ELN, en lo que fueron las FARC, se expresa con nitidez en toda la región del litoral pacífico Colombiano, desde Nariño hasta el Chocó, en límites con la frontera Panameña, sub región que tiene una población estimada en un millón y medio (1.500.000) de habitantes, distribuidos en 50 municipios, 260 resguardos indígenas y 177 consejos comunitarios afro descendientes, y 900 kilómetros de costa, con límites fronterizos con los Estados de Ecuador al sur y Panamá al norte, la cual presenta los índices GINI más alto de necesidades básicas insatisfechas, del país, pero que además se constituye como el territorio de mayor disputa en el mapa y las dinámicas del conflicto armado en la actualidad.

Estas comunidades del litoral pacífico, han cohabitado desde hace años con las guerrillas de las FARC y el ELN, de hecho, muchos milicianos y guerrilleros de ambas guerrillas tienen familias en común, compadrazgo y provienen de los mismos poblados, resguardos, veredas o consejos comunitarios. En el pacifico, con algunas excepciones, las relaciones históricas entre ambas insurgencias fue de respeto e incluso colaboración, eso es un reflejo de la idiosincrasia de las comunidades que lo habitan, en el litoral no se produjo una guerra a muerte como la que se declararon las FARC y el ELN en Arauca a principios de la década del 2.000; la propia geografía, llena de manglares, humedales, ríos y meandros, en medio de la selva; permitió que las estructuras armadas se dividieran el territorio, la influencia sobre sus pobladores y las rentas económicas para financiar la economía de guerra. También los ha unido la guerra a muerte contra el paramilitarismo, siempre presente y amenazante en el litoral, como una garra asesina de terror y muerte que empezó avanzar a finales de la década de los noventa, al mando del “Alemán” desde el golfo de Urabá, cuyo primer desenlace fue la masacre de Bojaya, símbolo de la barbarie contra la población civil, pero que aún no termina, debido a que los grupos sucesores del método paramilitar y mafioso, necesitan avasallar cualquier resistencia civil o armada que se interponga en sus planes de acaparamiento de miles de hectáreas de tierra virgen, rica en diversidad y recursos naturales; aparte del hecho cierto que en los planes de los grupos paramilitares de quinta generación, como el Clan Usuga, el dominio total del territorio de la costa pacífica, es vital.

Expongo todo lo anterior para explicar lo que está sucediendo actualmente con el frente occidental del ELN que opera en el Choco y el frente suroccidental que opera en Cauca y Nariño. Las comunidades que antiguamente apoyaban a las FARC, han mutado sus afectos hacia el ELN para demandar su protección en la defensa de sus cultivos de hoja de coca, su derecho a explotar la tierra para extraer artesanalmente el oro y para continuar con la preservación del orden en medio de la selva, dictando justicia y sentencia ante discrepancias, comisión de delitos o alteración del orden público y en general todas las “normas de convivencia” de las que las comunidades se han dotado, para mantener la seguridad y el orden en estos territorios sin Estado y sin ley.

Estos nuevos apoyos le han permitido a estos dos frentes crecer en hombres y armas, desde los últimos meses del año 2017[1], se pudo comprobar la compra de armamento y pertrechos por parte del frente occidental del ELN y la realización de cursos de cadetes en las áreas del alto Baudo y medio San Juan, de hecho desde el mes de Diciembre pasado, en los corregimientos de la Italia ( San José del Palmar) y la punta (Novita) y medio San Juan, era un secreto a voces que la guerrilla del ELN no iba a continuar con el cese al fuego bilateral a partir del 09 de enero de 2018, como en efecto ocurrió. A este fenómeno hay que añadirle otra dinámica significativa; la migración de excombatientes de las FARC, con vasta experiencia militar hacia las filas del ELN, ante el incumplimiento en los compromisos de reincorporación económica por parte del gobierno nacional y la ausencia de proyectos productivos en los espacios territoriales de capacitación y normalización (ETCN) en los que se ubicaron los ex integrantes de la insurgencia de las FARC en tránsito a la vida civil.

Otro elemento importante en el diagnóstico, es que desde el año 2017 el ELN entro a controlar la administración de la economía de la coca en estas áreas del pacifico, mediante el cobro de impuesto al gramaje; solo para citar un ejemplo y de acuerdo con datos obtenidos del censo de campesinos cultivadores de coca, registrados en las bases de datos del PNIS (Plan nacional de sustitución integral y voluntaria de cultivos de uso ilícito)[2] en la serranías de los paraguas, cañón de garrapatas, cerro Torra, cerro Tatama y el litoral del San Juan, existen aproximadamente 4.000 hectáreas de cultivos ilícitos en esta región, de las que derivan su sustento 600 familias campesinas, pertenecientes a los municipios de San José del palmar, en el en el sur oriente del Chocó, así como la explotación ilegal del oro en los mismos territorios; este portafolio de economías ilegales antes del acuerdo de paz eran usufructuados por el frente Aurelio Rodriguez de las FARC, y le fue heredado a los frentes Che Guevara y cimarrones del ELN.

Ahora bien para el ELN, a la par con esas ventajas estratégicas de consolidar su radio de acción en este territorios, viene aparejada la problemática de tener que duplicar su control mediante el reclutamiento acelerado de nuevos milicianos, lo que genera serios problemas para esa organización en armas, pues esos nuevos combatientes y colaboradores no tiene la suficiente experiencia ni formación política para ejercer autoridad en esta vasta zona, lo que ha provocado la acción violenta y equivocada de integrantes de esa guerrilla en contra de civiles, líderes de comunidades indígenas o campesinos cocaleros en resistencia, como paso recientemente con el asesinato del gobernador indígena, Aulio Isaramá[3], en el medio Baudo, o la muerte de varios campesinos en los municipios de Magui Payan[4], acusándolos de ser aliados de las Guerrillas Unidas del pacifico, una de las disidencias de las FARC, pero que en realidad son pequeños focos de campesinos cocaleros armados, que ante la salida de las FARC, decidió armarse para defender sus cultivos.

El otro gran reto que enfrenta el ELN, en esta zona es que a raíz de la suspensión del cese al fuego bilateral y las recientes acciones violentas de alto impacto realizadas en contra de la infraestructura y la fuerza pública como los atentados de Barranquilla, Soledad y Santa Rosa del Sur; el alto mando de las FF.AA ha dado la orden a las fuerzas de tarea conjunta para que actúen con contundencia en contra de los frentes occidental y suroccidental del ELN, desplegando cientos de tropas en las selvas chocoanas y ordenando bombardeos en esas áreas, como ya sucedió el día 30 de enero del presente año, en el que perdió la vida una menor de edad indígena[5], a causa de las bombas arrojadas por el ejército en contra de estructuras del ELN en el litoral del San Juan, departamento del Chocó. Es decir el ELN hereda en su contra, toda la maquinaria de guerra contrainsurgente construida por el ejército Colombiano para combatir a las FARC, durante los últimos 20 años en una proporción asimétrica de cinco mil guerrilleros contra quinientos mil integrantes de las fuerzas armadas. Mientras tanto las voces que llaman a la sensatez y el dialogo cada vez tienen menos fuerza en Colombia y la polarización alcanza niveles esquizofrénicos.

Notas
[1] Entrevistas realizadas en el Chocó, por el observatorio del conflicto por la Corporación Nuevo Arco iris, Dic 2017.
[2] PNIS
[3] La Dirección del Frente de Guerra Occidental Omar Gómez, organismo de conducción de las estructuras del Eln en el Chocó, admitió este domingo, en un comunicado distribuido por Internet, que esa guerrilla asesinó al gobernador indígena Aulio Isaramá, oct 30 de 2017
[4] El día 27 de noviembre, en la vereda Pueblo Nuevo, del municipio Magüí Payán, unidades del Frente de Guerra Suroccidental del Ejército de Liberación Nacional, (…) dimos de baja a 10 integrantes de las GUP. Comunicado Frente de guerra Suroccidental del ELN
[5] Murió menor indígena que fue impactada por un bombardeo del ejército en el Chocó, El Espectador, 7 de febrero de 2018

Julio César Arenas
Investigador del conflicto armado, Corporación Nuevo Arco Iris.

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