Incluso para los desprevenidos es evidente que el Plan de Desarrollo Bogotá Humana tiene como objetivo transformar de fondo la Capital. Para ello, propone a la ciudadanía y al Concejo varios retos de profundo calado. Hay tres novedosos que quiero subrayar. El primero es pagarle la enorme deuda que le tiene Colombia a las víctimas de la violencia, el segundo es pensar el desarrollo urbano de la ciudad en armonía con el medio ambiente y el tercero es hacer la transición definitiva al transporte público como la columna vertebral de la movilidad de Bogotá. Para hacerlo, la administración ha estimado invertir 61 billones de pesos en los próximos 4 años, un presupuesto considerable para unas metas muy ambiciosas.
Las víctimas no son figurasfrecuentesen los planes de desarrollo de Bogotá. Como lo sostuvo el representante a la Cámara Miguel Gómez hace algunos días en un debate, muchas personas que creen que al Alcalde lo eligen para tapar huecos y no para andar pendientes de las víctimas del conflicto, que serían responsabilidad “exclusiva” del gobierno nacional. Lo cierto es que el Alcalde Petro ha asumido el reto de la restitución de derechos y lo ubicó en el centro de su propuesta de Plan de Desarrollo. Así, el programa prioritario “Bogotá Humana por la Dignidad de las Víctimas” tiene cuatro proyectos y casi 2 billones de pesos presupuestados. Entre las metas de este programa está crear 7 Centros Dignificar para la atención de las víctimas, vincular 40.000 personas en actividades del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación y crear las condiciones urbanísticas para asegurarles la vivienda a 40.000 víctimas del conflicto armado. Ningún dirigente ha cumplido un reto de estas proporciones en la historia de Bogotá y tal vez por eso algunos miran con escepticismo –fundado- las ambiciones de éste Plan, pero si el gobierno nacional y el Congreso de la República se han embarcado en la empresa de la reparación a las víctimas,la sociedad bogotana lo mínimo que debe hacer es su tarea, justo por los más vulnerables. Si nuestro país tiene 5 millones de víctimas y la ciudad cientos de miles, que son bogotanos o aquí hacen su vida hace varios años, no podemos evadir nuestra responsabilidad.
El cambio climático y el énfasis en la planeación alrededor del agua son conceptos extraños a los contenidos de los planes de desarrollo que nos han regido. Sin embargo, el tema del agua es tan importante en la visión de ciudad de la administración que uno de los tres ejes del plan está titulado “Un Territorio que se enfrenta al Cambio Climático y se Ordena Alrededor del Agua”. Este tema puede sonar extraño para Bogotá y su Plan de Desarrollo, pero como lo demuestran las cada vez más frecuentes inundaciones y deslizamientos en nuestra ciudad,es de vital importancia. Así, el plan se propone un abanico amplio de objetivos alrededor del agua que van desde mejorar la calidad del agua del Río Bogotá, hasta re-naturalizar quebradas en suelo urbano, pasando por la recuperación de 40 hectáreas de humedales y el involucramiento ciudadano en estrategias de investigación y educación alrededor de la preservación de los territorios del agua. En Bogotá no podemos volver a caer en la trampa de solo tomar el agua en cuenta cuando la tenemos al cuello.
En tercer lugar, el alcalde Petro, enfrentado a la más grave crisis de movilidad de Bogotá, responde con un programa muy ambicioso en este campo. El Plan de Desarrollo no sólo se compromete a darle inicio al Sistema Integrado de Transporte Público sino a construir con dos metrocables, las troncales de Transmilenio de la 68 y la Boyacá, introducir la red férrea y rescata del olvido la movilidad humana, comprometiéndose a ampliar el número de corredores peatonales y de ciclo-rutas de la ciudad. Para ejecutar el Programa de Movilidad Humana, la administración le solicita al Concejo de la ciudad 15 y medio billones de pesos, una cifra sin precedentes que no va a ser fácil de lograr, ni de ejecutar.
Estos tres retos resaltan el carácter ambicioso, social y ambiental del proyecto de Plan Bogotá Humana, sin embargo ahora es nuestro deber señalar varios puntos débiles de la propuesta y nuestra tarea en el Concejo es corregir y complementarpara bien de la ciudad.
Por ejemplo, si el peatón es la prioridad en movilidad ¿no debería haber una meta que sea reducir el número de peatones que mueren en accidentes de transito? ¿Cómo se explica que en una ciudad más humana no haya proyectos concentrados en cultura ciudadana? ¿A qué se debe el discreto papel del sector de Ciencia y Tecnología en el Plan? ¿Para mejorar en el campo de la seguridad ciudadana no es necesario aumentar el número de personas que denuncian cuando son víctimas de un delito? El acceso a la justicia, único antídoto al espiral de impunidad merece estrategia y recursos cuantiosos. ¿No sería pertinente incluir metas al respecto? La descentralización duerme el sueño de los justos, y el ordenamiento entorno al agua es cojo si no logramos instituciones fuertes con capacidad de actuar a tiempo y coordinadamente.
Hoy ya sabemos, dónde serán las inundaciones del futuro. Están aprobados planes parciales de urbanismo en zonas de riesgo, sólo instituciones fuertes con personal y herramientas puede encararlos intereses económicos en juego. La participación ciudadana es crucial para profundizar la democracia, pero será incompleta sin el fortalecimiento de las instituciones. El Estado fuerte, cumplidor de su deber es el que devuelve credibilidad y eficacia a la comunidad, debemos ajustar entidades, dotándolas de lo necesario para cumplir su misión, hoy muchas son raquíticas para sus responsabilidades. Y aunque la participación está en la apuesta de Bogotá Humana, aún falta clarificar su enfoque y los programas que apunten a las metas. Amigos y adversarios destacan el constante actuar de Petro contra la corrupción por lo que resulta precario concentrar en la Veeduría Distrital la apuesta por la transparencia. La situación de Bogotá, amerita mayor pretensión en este reclamo ciudadano y liderazgo directo del alcalde, en el que la Veeduría pueda ser la desarrolladora técnica.
Finalizo con la cruda política y el finito presupuesto. Estoy segura que el Concejo pactará con el gobierno el Plan de Desarrollo. Las diferencias ideológicas y la mayoría adversa al gobierno, sabe que influye más en el Plan aprobándolo con modificaciones que en su criterio deben adoptarse, que permitiendo al alcalde decretarlo. De los 61 billones, Petro aspira a conseguir 3,5 por endeudamiento, dadas las sanas finanzas y la capacidad de pago de la ciudad.
¿Cómo actuará el Concejo ante una cifra inédita de endeudamiento para la ciudad? Tiene la llave que no tiene Petro. Los recursos son para mejorar Bogotá, no para el alcalde. Y el gobierno tiene el reto –obvio pero difícil- de responder a la ciudad logrando la sincronía burocrática e institucional para mover el pesado y lento aparato estatal, ¡A ejecutar!
Auguro un buen plan de desarrollo para nuestra ciudad: novedoso, con un modelo de ciudad propio y revitalizado. El cedazo del Concejo ajustará metas, veremos que alas financieras concede y hará un intenso control político, como debe ser. Control que haremos, ante todo, quienes llevamos la responsabilidad Progresista.
/ Angélica Lozano
Concejal de Bogotá por el Movimiento Progresistas