Texto y fotos: J.E. Prado / Alianza De Medios Alternativos
En febrero de este año la empresa Fabricato S.A., ubicada en el municipio de Bello, conmemoró el centenario de su fundación, hecho que fue noticia relevante en los principales medios de comunicación del país, quienes resaltaban que es una de las pocas empresas del sector textil en Colombia que ha sorteado los impactos sufridos por la industria nacional tras la apertura económica de 1990 y los tratados de libre comercio firmados durante los últimos 10 años.
Sin embargo, en medio de la emergencia social producto del Corona-virus, 400 trabajadores de su casa matriz recibieron la notificación, apenas iniciando junio, de terminación de su contrato de trabajo. José Vicente Cardona es uno de ellos. Se desempeña como mecánico de servicios técnicos. Vive con su compañera y sus cuatro hijos. Con tono de voz preocupado y un tapabocas que no deja ver sus gestos, no oculta la impotencia ante el proceder de sus patrones y dice:
«No entendemos por qué la empresa se aprovecha y arremete contra los trabajadores. Tengo por ahí 40 conocidos que están por fuera. Todos estamos padeciendo este momento difícil, conseguir empleo es casi imposible y, si el gobierno le está dando un subsidio a la empresa para que conserve sus puestos de trabajo: ¿por qué lo reciben y en seguida despiden a los trabajadores? Me parece que están obrando de una manera que no es prudente con nuestras necesidades».
Jose Vicente tiene 51 años de edad. El 8 de junio participaba en un plantón convocado por tres sindicatos de los seis que existen en esta tradicional empresa del norte del Valle de Aburrá.
Por extraño que parezca en estos días de distanciamiento obligatorio, eran cincuenta personas las que se concentraban en las afueras de la compañía textil. Además decidieron realizar una corta marcha que bloqueó la autopista norte durante un cuarto de hora.
Nuevamente barriendo la casa
Antes de la aparición del covid-19, Fabricato reportaba en su nómina 2.047 trabajadores, algunos con contrato indefinido y la mayoría con contratos a término fijo, mediante la intermediación de las cooperativas de trabajo asociado.
Un enérgico jubilado que acompañó la movilización, hizo un ligero recuento sobre la disminución de la población trabajadora en Fabricato durante los últimos 40 años. Bajo la sombra de uno de los árboles que rodean la portería norte de la empresa, dijo:
«En 1982 tenía 10.500 trabajadores a través de diferentes filiales: Pantex, Esmeralda y otras. Con la apertura económica en 1990, que implicó un cambio en la política comercial del país debido al desmonte de aranceles para mercancías importadas, muchas empresas se vieron en incapacidad de competir, quebrándose y las más fuertes tuvieron que renovar sus tecnologías para hacer frente a las empresas extranjeras. En 1994, ya solo eran 4.500 trabajadores. El actual recorte puede ser la antesala de una masacre laboral más grande. Fabricato no descansará hasta cumplir con su meta de 1000 trabajadores despedidos».
La estabilidad laboral de los trabajadores se ve desmejorada periódicamente por las tendencias económicas del Capital que invitan a la renovación constante de las fuerzas productivas. Fabricato es claro ejemplo de ello, pues dentro del sector textil, históricamente ha sido de las empresas pioneras en la importación de maquinaria y técnicas de administración empresarial. La producción en serie mediante el encierro fabril que caracteriza lo que queda de sus inmensas instalaciones, ha venido desapareciendo durante la última década con la excusa de aumentar la eficiencia y productividad mediante la innovación y actualización tecnológica.
Antiguas plantas filiales como Pantex, Riotex, entre otras, han cerrado sus puertas, dejando a miles de obreros desempleados y abriendo nuevas perspectivas de negocios para sus propietarios.
Los capitalistas criollos, reinventándose.
Los habitantes del Valle de Aburrá son testigos, directa o indirectamente, de la transformación en las dinámicas productivas del principal centro urbano del noroccidente colombiano. Hasta la década de los noventas este vasto territorio tenía una definida vocación industrial que ha venido mutando gracias al traslado de algunas empresas al oriente antioqueño y la atracción de capitales hacia los sectores de servicios, turístico, comercial e inmobiliario.
Desde el año 2013, con la llegada a la presidencia del ejecutivo brasileño Carlos Alberto de Jesús se empezó a reestructurar Fabricato. En 2015 se dio la renovación de su portafolio de servicios orientando sus inversiones al sector inmobiliario.
Y es paradójico, que mientras el grupo de trabajadores que agitan consignas y pancartas sobre la autopista norte, denunciando la barrida laboral justificada en la pandemia, en todo el frente de ellos centenares de albañiles trabajan a toda máquina en la construcción de uno de los proyectos estrellas de la empresa: Ciudad Fabricato.
Julio Hernández, integrante de los comités barriales de Bello y quien también participaba del plantón explicó que, «desde hace varios años Fabricato ha venido negociando los lotes de lo que era Pantex, un negocio de más 200 mil millones de pesos. Esos terrenos fueron vendidos a multinacionales del sector inmobiliario que construyen edificios para vivienda estratos 4, 5 y 6 y centros comerciales».
Cabe anotar que este no es el único negocio que en esta perspectiva adelanta la compañía, pues lo que era la planta de su filial Riotex en el municipio de Rionegro, es actualmente el Parque Industrial Fabricato. También son conocidas otras inversiones en Ibagué y Cundinamarca.
A las 2:15 de la tarde terminó el plantón con la salida de los últimos obreros que cumplían el turno de seis de la mañana. Mientras se dispersaban para sus hogares, se escuchaba entre murmullos el deseo de que el aumento salarial que regiría desde abril de este año y la prima de $300 mil pesos con motivo del centenario de Fabricato, acordadas en la convención colectiva del 2019, sean una realidad y no una promesa más incumplida por los dueños de la empresa.