Por Walter Aldana
Demora en la compra, misterio inicial sobre costo de las mismas y aspectos de confidencialidad eran los debates que se desarrollaban por las redes y medios de comunicación en los pasados días. Y claro, de politiquería no está exento el proceso. Según Camilo Enciso ex zar anticorrupción, en Bogotá se le entregó el manejo al perdedor por la alcaldía capitalina: Miguel Uribe Turbay.
Mientras el titular del ejecutivo nacional hacía su inducción (al mejor estilo de Yo José Gabriel), naciones hermanas compraban la inyección; entre comerciales de televisión y el igualmente aburrido noticiero de las 7 p.m. los laboratorios facturaban unidades a US$ 4 dólares para los norteamericanos y US$ 8.2 para los colombianos, que siendo dos dosis para garantizar el 90% de efectividad se convierte en $83.376 pesos, lo que debemos invertir por habitante en el territorio patrio.
La “famosa” confidencialidad alrededor de la adquisición de las mismas, es un requisito que colocan las empresas que venden vacunas, y son temas referidos a los contratos, precios, cantidades y condiciones, con el riesgo de que si no son aceptados no venden; un lujo que se pueden dar en un momento en que el total de dosis no está lista para los siete mil quinientos millones de habitantes de nuestro planeta.
Por ley en Colombia, quien sí puede acceder a esta información es la Procuraduría, a quien le tocó oficiar por escrito y públicamente para lograr el acceso a dicha información; pero claro está, la institución recibió lo solicitado, ya en manos de la ex ministra de Duque, Margarita Cabello, quien es alfil del gobierno nacional.
Ni siquiera en el vespertino y jarto programa presidencial de las 6 pm se ha logrado disipar las dudas, es más, se acrecentaron al ser presentadas (de manera vedada como parte de las compras) las dosis que inician a ser aplicadas en febrero y donadas por los países ricos, distribuidas por la OMS.
Farmacéuticas como “Modernas” y AstraZeneca, incluidas en la plataforma COVAX, entregarán para su distribución en el presente año, 2.500 millones de dosis en 190 países tercermundistas, gracias a un fondo de los gobiernos ricos, lo cual es como expiar su culpa por la afectación al medio ambiente que han producido en su avaricia de modelo económico depredador, aunque algunos dirán que es pura y física filantropía.
Mientras en las naciones vecinas ya están vacunando contra el covid, acá solo vacunan los grupos armados y el gobierno con los sobrecostos en mercados y ahora en vacunas, muestra clara de su espíritu corrupto.