Por Harold Ruíz Moreno
“Uno de los casos más paradigmáticos de falsos positivos en Soacha es el de Fair Leonardo Porras. Él era un joven de 25 años que tenía una discapacidad cognitiva de más del 53%. Vivía en un hogar humilde, como la mayoría de los habitantes de Soacha. Trabajaba a destajo en oficios sencillos, principalmente de construcción. También era reconocido como alguien solidario que le colaboraba con todos a cambio de unas cuantas monedas”.
Somos el país paria, somos la vergüenza de tener el conflicto más largo y violento del mundo. Nadie puede desconocer que el estado colombiano ha sido capturado por el narcotráfico o el paramilitarismo en diferentes escalas y momentos de la vida nacional y que la tragedia humanitaria que vive el país se debe entre una de las causas a lo ocurrido por los mal llamados falsos positivos, que no son otra cosa que ejecuciones extrajudiciales cometidos por la mayoría de los integrantes del ejército nacional en el periodo de gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Asistimos en el país a un conflicto interno degradante con las prácticas más aberrantes que han acabado con la vida de millones de personas, a pesar que no existe la pena de muerte legalmente, pero la pena capital fue practicada para mostrar una falsa efectividad contra los actores armados ilegales, la mayoría de las unidades del ejército mostraban cifras abultadas de “bajas en combate”, que no era sino inocentes ciudadanos que engañados con ofertas laborales o de otra índole, fueron asesinados en esta práctica que fue una norma de actuación del ejército nacional.
Establecieron reconocimientos y estímulos a las unidades militares que más mostraran “resultados”, llegaron al colmo que un comandate del ejército exigía “ríos de sangre”, condecoraciones, descansos, dinero en efectivo, ascensos, eran lo que les reconocían a “servidores públicos” que acaban con la vida de jovencitos que fueron asesinados en los falsos positivos, personas en condición de discapacidad, otros que nunca en su vida conocieron la ruralidad, casos tan asombrosos como los jóvenes del municipio de Soacha, que fueron engañados con oferta laboral y fueron asesinados en el sur oriente del país. Así fueron algunas de las prácticas execrables de esta oscura página de quienes orondos creen que son los “héroes de la patria”.
Sobre las cifras hay discusión, la prensa internacional habla de los más de 10 mil jovencitos que fueron asesinados en los falsos positivos; sus familias como víctimas de estas ejecuciones extrajudiciales exigen justicia y verdad, porque sólo así podrán vivir el duelo que los atormenta; la impunidad es rampante, el expresidente AUV ha re victimizado a quienes perdieron la vida cuando de manera cínica afirmó que “no estarían cogiendo café”, o lo que es peor, niega la ausencia de esta práctica, que ha contado con la complicidad de agentes del estado, y por ello es tan importante para las víctimas el pronunciamiento reciente de la JEP (Tribunal de la Justicia Especial para La Paz), cuando le notifica al país que ha identificado a 6.402, víctimas asesinadas por el ejército nacional en esta práctica espuria que requiere una condena ejemplar, porque hasta el momento la inmensa mayoría de estas muertes reina la más completa impunidad .
La razón de la existencia de los ejércitos en el mundo tienen razón de ser, porque se constituyen para defender las constituciones que consagran los estados de derecho y su mayor orgullo es su honor militar que se basa en códigos que proscriben las ejecuciones extrajudiciales, como pueden sentir orgullo cuando han caída en prácticas criminales, deshonrosas y cobardes, como acabar con la vida de indefensos ciudadanos, que fueron exhibidos como “trofeos de guerra”, sin importar el dolor de sus familias y de la nación entera.
Estos delitos de lesa humanidad deberían ser juzgados por la corte Penal Internacional y el anuncio de la JEP se constituyen en un bálsamo para las familias que exigen justicia, condena para con los culpables y no repetición, aunque tristemente esta práctica horrenda se repite según denuncia realizada por la “revista Semana” en varias entrega hechas el año anterior en este gobierno del binomio Uribe-Duque, y por el cual somos la Vergüenza mundial.