Por Álvaro Córdoba Obando / alvarocordoba50@hotmail.com
Y es justamente la insobornable certeza de que
los estúpidos son siempre los demás
lo que nos permite convivir tan bien
con nuestra propia estupidez.
Piergiorgio Odifreddi
Es sabido desde siglos, que en todas partes del mundo y en diferentes tiempos la humanidad ha conocido la estupidez en sus múltiples formas y niveles que la hacen más peligrosa que la maldad. Y si no fuera por algunos casos y situaciones más cotidianas, hubiéramos creído que los avances de la ciencia, el conocimiento y el desarrollo de la inteligencia humana en la invención, la tecnología, la filosofía y las artes nos habían librado de semejante amenaza a la sobrevivencia de la humanidad misma, de por sí incierta, absurda y paradójica por su propio comportamiento en este mundo.
Pero como decía el cantor argentino Facundo Cabral, hay que tener cuidado con los estúpidos porque pueden llegar a ser presidentes sin saber cómo y por qué llegaron hasta ahí, y empiezan a hacer estupideces cada vez más grandes para intentar tapar sus cagadas pequeñas, como si nadie se diera cuenta de eso, como si nadie los estuviera viendo, como si a nadie le estuviera afectando las decisiones que toman desde “el poder” sin poder, pero un estúpido en un alto cargo hace un daño inmenso a millones de personas sin inmutarse en lo más mínimo, porque no son conscientes de su estupidez, porque para ello se necesita inteligencia, ellos son sólo estúpidos.
Menos mal que Polombia está en buenas manos.
Cuál Honorio mentecato nos va llevando día a día a los límites jamás previstos de la vergüenza y el escarnio internacional gracias a su infinita capacidad para hacer demostraciones de su inmensa estupidez como su máxima virtud de gobernante. Cual Narciso enamorado de la imagen de sí mismo en un mar de sangre convencido de su belleza, inteligencia y bondad, el sub-presidente, que se llama así porque está debajo del que manda, se deleita mostrando su estupidez en televisión, mientras los medios de los dueños que lo pusieron ahí para seguir expoliando los recursos públicos, amplifican esa inmensa mole de mierda tratando de dar cátedra ante vecinos y propios sobre salud, democracia, seguridad, derechos humanos, emprendimiento, desarrollo económico, medio ambiente, relaciones internacionales, alta diplomacia.
Todo eso con las manos untadas de la coca con la que financiaron su campaña, de la sangre de machetes, motosierras y fusiles de los paramilitares que le consiguieron los votos, porque ni pa eso sirve el idiota que se cree miembro de la realeza europea porque cree que su apellido es un título nobiliario antes que la desgracia de un orgasmo mal echado que acabó de joder a una nación violada y golpeada tantas veces durante doscientos años porque es una nación mal parida como él, cuando el hombre de las leyes con la anuencia y complicidad de la autoridad moral de la iglesia de entonces decide asesinar al guerrero, nada que hacer.
Ahora el estúpido, que no se conforma con dejar morir a viejos en las puertas de los hospitales por falta de vacunas, que prefirió comprar aviones por 15 billones de pesos para jugar a la guerra, que impulsa una reforma tributaria para seguir gastándosela en cositas, y financiando a los ricos que lo sostienen para que sean más ricos, mientras los pobres son más pobres; ese mismo fulano que ha buscado estúpidamente ampliar su período de gobierno porque electoralmente la tiene perdida, decidió mandar tropas a hacer “ejercicios militares” a unos cuantos kilómetros de la frontera con la hermana la República Bolivariana de Venezuela, donde habitan millones de familias colombianas que huyeron de la miseria y de la violencia durante décadas, dizque para que el gobierno, el bravo pueblo, las fuerzas armadas de Venezuela y los países aliados en su defensa y soberanía como Rusia, China e Irán sientan miedo de su ferocidad y su poder. Y hasta sí, un bobo careado mata la mamá, como dicen en su patria chica.
Esa particular y estúpida manera de mostrar los dientes del personaje caricatura que montaron en el gobierno nos tiene al borde de un conflicto militar de incalculables proporciones, con los desastres y consecuencias igual o peores que las generadas por el gobierno de los Estados Unidos, guardián universal de la libertad y la democracia, en Irak, Libia, Siria y Egipto, para no hacer más larga la lista de las últimas gestas que ennoblecen al imperio admirado por el imbécil que dice gobernar esta comarca.
Este mismo idiota que habla de los siete enanitos con tanta sobriedad y sabiduría en una asamblea de las naciones unidas (ONU), allá donde llevó también denuncias de reclutamiento de niños y niñas por grupos ilegales en Venezuela con fotos de Colombia publicadas 10 años antes en los periódicos de la derecha colombiana que lo ha ayudado a no caerse de su silla. Ese mismo que cuando le preguntan por las masacres causadas por agentes del estado y/o grupos paramilitares responde con otra pregunta más sabia y contundente “¿de qué me hablas viejo?”; el mismo que pidió la extradición de la excongresista Aída Merlano capturada por las fuerzas armadas bolivarianas de venezuela a su estúpido homólogo Juan Guaidó y sigue esperando su colaboración. Este mismo que decidió enviar militares y paramilitares a atacar a los indígenas del Cauca que en su minga hacia adentro quieren seguir con la erradicación manual y voluntaria de cultivos de uso ilícito porque se oponen a la aspersión con glifosato de las montañas y quebradas de la Pacha Mama. El mismo que envió embajador y funcionarios a conspirar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos porque se cree con más poder que todos los estados juntos, aunque los Estados no estén Unidos, para luego de su fracaso afirmar que las relaciones entre Colombia y ese país imperialista son sólidas y se basan en una lógica bicameral y bipartidista, dice este bobo pendejo (perdón por el pleonasmo) y el mismo que llevó saludos al rey de España de parte del presidente Uribe, su patrón.
A este imbécil se le está quemando la casa y sale corriendo a gritar que la que está en peligro es la del vecino, mientras todos quieren ayudarle a apagar el incendio que él mismo generó, sale corriendo a meterle más candela enviando policías, militares a vandalizar las marchas y protestas contra una reforma tributaria que estúpidamente quiere vendernos como la solución a los problemas de corrupción que él mismo representa. Este estúpido cree que su show de las tardes por la televisión hará que lo amen como a cualquier galán de telenovela mexicana, mientras se desmorona su espuria gobernabilidad en medio de la mayor indignación de las personas que se reconocen como pueblo, como soberano, como poder constituyente e instituyente, como reza el artículo tercero de la Constitución Política de Colombia que rechaza su ineptitud y su estupidez. Petro lo había profetizado en su discurso el día de las elecciones en la segunda vuelta. Una nueva nación digna está por nacer y el imbécil no se da cuenta.