Por Walter Aldana
A diferencia del ex ministro de defensa Botero, quien en candorosa intervención planteó en su momento que “la protesta debía representar a TODOS los sectores de la sociedad”, lo que ha sucedido en estos más de 30 días de movilización, es que quienes se han expresado son los otros, los marginados, muchos incluso de los sin futuro (a quienes les llaman técnicamente “población en condición de miseria”).
Tratemos de hacer un mapa de actores para entender lo que sucede:
Un primer actor es lo que podríamos denominar las ciudadanías libres (mínimo el 97 % de los marchantes), afros, indígenas, campesinado, camioneros, hombres y mujeres de diferentes edades y estratos sociales, de historias de lucha comunitaria, ambiental, cultural, de la población diversa sexualmente, de las mujeres y sus dinámicas organizativas, de los campesinos sin tierra y pequeños productores de coca, marihuana y amapola.
Un segundo actor es la juventud con el estudiantado a la cabeza, quienes han hecho la lectura de su futuro, son conscientes de que aunque se especialicen, hagan maestrías y doctorados, el modelo neoliberal no les permitirá condiciones dignas de empleabilidad por que la reforma laboral neoliberal así lo dispuso, mucho menos de acceder con los años a una pensión. Son ellos desde sus organizaciones universitarias quienes mantienen viva la movilización; cánticos, consignas y apuestas de nueva sociedad las corean en las jornadas, lamentablemente su cuota de homicidios es alta en las cifras (43), víctimas de afectaciones oculares (47) y abusos sexuales a mujeres en un número de (22).
Podríamos decir que este sector estudiantil y de jóvenes estadísticamente hacen parte del 97% de las ciudadanías libres, recuerden que el 95% de ellos nacionalmente apoyan el paro.
El tercer actor son grupos radicales, algunos señalados como anarcos (filosofía política y/o social que llama a la oposición y la abolición del estado, rechaza al gobierno y la autoridad), son quienes consideran equivocadamente que atentar contra bienes públicos y privados, hace parte de la lucha, para ellos el caos es ambiente anticapitalista, le hacen daño a la aceptación del conjunto de la población sobre la justeza y validez del paro.
Un cuarto actor son los denominados “vándalos”, pertenecientes a los estratos bajos, los olvidados, a quienes el modelo neoliberal no tiene en cuenta, quienes son “una cifra más” para los técnicos de planeación nacional, los sin futuro, quienes saquean los almacenes y sobre quienes “extrañamente” la fuerza pública no actúa, es permisiva, sucedió en el Éxito de la panamericana, el parqueadero de tránsito y almacen Olímpica del barrio modelo en Popayán.
A estos cuatro actores, se suma un quinto: el gobierno que responde con brutalidad represiva, aplica la doctrina del enemigo interno, dilata la necesaria negociación y el tratamiento a la protesta popular se la marca el triste celebre Chileno Alexis López Tapia padre de la teoría neo nazi de la “revolución molecular disipada”, centralmente para ellos las acciones de las protestas, “ponen el riesgo el orden institucional y democrático del estado”.
Se les desgastó en américa latina el discursito del Castro Chavismo y consiguieron un culebrero que descresta a pocos lectores (iniciando con la cúpula de la fuerza pública), seguimos camino hacia el estado de opinión.
No nos equivoquemos, que aunque actúen de mala forma los tres últimos actores en el paro y sus movilizaciones… la justeza de la lucha es indiscutible.