Por Walter Aldana
El gobierno nos cree de pensamiento, análisis y recuerdo corto, cuando menos con alzheimer histórico. No sé si a ustedes les pasa cuando ven una película gringa sobre la guerra de Vietnam y con la sonrisa de cabildante Nasa expresar el “pobrecitos” cuando finaliza con el triunfo norteamericano.
Y es real: un gobierno que no empodera al oponente, no lo reconoce, lo humilla ofendiendo su inteligencia, termina haciendo campañas de tan limitado contenido como las que hemos visto en este segundo mes de paro nacional, con el nombre de “el pacto por las juventudes”.
Iniciaron con el discurso trillado de “tu propones y entre todos hacemos”. Como no les funcionó, las mesas regionales con gobernadores y alcaldes le entregaron al “eficiente” bienestar familiar la responsabilidad de convocar espacios al que los y las jóvenes hoy movilizadas NO asisten, pues conocen del manejo maniqueo y mediático del tema.
Y hagamos un recuento de metidas de pata del ejecutivo y su equipo de gobierno (al que dicho sea de paso se entra luego de presentar el prontuario ya sea en la Fiscalía, Contraloría, Procuraduría o altas cortes); recordar la respuesta destemplada del presidente Duque ante las observaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, o la “alta” Consejera de derechos Humanos Claudia Patricia expresando que “las recomendaciones no son vinculantes o de obligatorio cumplimiento”.
Cambiar el uniforme de la policía es tanto como vender el sillón de la casa para evitar la infidelidad. La ideología no se lleva en el verde oliva o ahora en el vestido similar al de cartero inglés, se forma en las escuelas de guerra, con asesores como el culebrero de la teoría de la revolución molecular disipada (base de la campaña «ojo con el 2022»), en estos centros se preparan expertos y efectivas unidades que luego de pensionarse con régimen especial, pueden disfrazar su mercenarismo como “asesoría en seguridad a los gobiernos extranjeros” o a quien lo solicite como en Haití, además de enviar allí una periodista española para “lavarles la cara” desde su servil revista Semana. Eso es humillar a los gobernados, es creernos con tan solo tres dedos de frente.
¿Qué nos cree el gobierno? Si nosotros sabemos leer y supimos la noticia inocultable de los millones de dólares que su “adalid” de la democracia autoproclamado presidente Juan Guaidó, está en calzas prietas por no dar razón de más de 200 millones de dólares, con los que USAID, es decir el gobierno gringo, pretendían derrocar al gobierno de Maduro en la vecina Venezuela.
Y de peor recibo son las declaraciones de la canciller exigiendo tratamiento humanitario a las movilizaciones en Cuba, cuando acá tenemos más de 50 muertos en dos meses de paro, cifra superior a 129 jóvenes desaparecidos y alrededor de 35 afectados en la cara y las vistas, la vicepresidenta, como diría mi abuelita Laura Rosa, parece un burro hablando de orejas.
Fotos con amigos que los acompañan y aplauden en las manifestaciones públicas porque practican su ideología, pilotos y amigos dueños de avionetas que transportan cocaína, saliendo desde el aeropuerto militar, en fin, el gobierno de veras nos cree caídos del zarzo.
Creen que aguantaríamos todos y todo lo que hicieran y dijeran, que con la frase candorosa de que “es responsabilidad de todos y que entre todos mejoraremos”, no nos movilizaríamos, seguiríamos creyendo que el bienestar y la alegría tan solo en el cielo la conseguiríamos, sufran en esta tierra que en la otra vida gozarán.
Y lo peor es que no se han dado cuenta que despertamos, en una sociedad donde los mandatarios humillan a su población, la pregunta tiene vigencia: ¿qué nos creerá el gobierno?