Por Walter Aldana
La designación de Francia Márquez como fórmula vice-presidencial de Gustavo Petro exacerbó el racismo, que en décadas se ha empotrado en todos los niveles y estratos de la sociedad colombiana.
Francia Márquez es pertenece Consejo Comunitario afro de La Toma y desde la creación de la represa de la Salvajina en 1986, es una lideresa visibilizada, a sus 14 años, enfrentando la minería ilegal.
Francia es reconocida por la denominada «marcha de los turbantes”, movilización hacía Bogotá, llevada a cabo en el año 2014. Posteriormente su nombre vuelve a sonar en el 2018 como candidata a la Cámara de Representantes.
Regresa su nombre al escenario de los medios de comunicación con el otorgamiento a su gestión del premio Goldman, equiparable a un premio Nobel.
Y hasta ahí, todo normal.
Pero para la «gente de bien», es osado y atrevido que ella se proyecte como la Vicepresidenta, en una fórmula con un alto porcentaje de favorabilidad electoral; es un tema de poder, una cosa es que sea oposición, pero otra muy diferente que vaya a ser la representación del país.
Descolonizar el lenguaje es un inicio de cambio, «mayores y mayoras»; tratamiento digno a quienes tienen más años y experiencia, hombres y mujeres considerados personas con un alto conocimiento y NO un estorbo, pues su aporte a la producción ya no es físico, sino intelectual.
Varias personas, incluso gente de opinión, hicieron gala de racismo vedado y otras de manera directa, frases descalificadoras hacia Francia por su procedencia tan solo retratan la falta de cultura política de un sector de la población permeado por un lenguaje chabacano y traqueto.
Descolonizar es entonces, ni más ni menos, reconocer que los «determinados» roles sociales, políticos y económicos supuestamente establecidos, se pueden transforman y ello encarnado por personas (caso Francia Márquez) invisibilizados anteriormente; sean indígenas, afros o del campesinado a quien este sistema no ha querido reconocer su carácter de sujeto político diferencial.
El lenguaje explicita el tipo de sociedad que se quiera construir, si es incluyente o por el contrario segrega y violenta la dignidad humana, decirle negra a Francia es para ella un orgullo, pero denigrar de su condición étnica, su vestido, su lenguaje, es clara muestra de una ignorancia política, cultural y social.