¿Y dónde están los ladrones?

Por Walter Aldana

El centralismo que ahoga las regiones es una enfermedad de nuestro sistema democrático donde se hace realidad aquello de que » Dios está en todas partes pero atiende desde Bogotá».

Basta con analizar el sistema de contratación estatal donde la presencia mayoritaria de operadores de programas, proyectos y planes del «supuesto desarrollo», responden más a las mafias del manejo de dineros estatales que a la transparencia.

Ya lo venían denunciando los políticos, lideresas y líderes de la izquierda democrática, pero tuvo que ser Vargas Lleras (jefe de uno de los partidos políticos más cuestionados con relación al tema), quien explicó el resultado electoral del 19 de junio, entre otros factores, al descarado uso de los dineros públicos para el beneficio personal.

En medio de la jornada electoral para elegir congresistas apareció el escándalo del senador Mario Castaño, un entramado de relaciones (según la Fiscalía) con algunos funcionarios de las entidades del orden nacional y sus «buenos oficios», para acelerar la aprobación y envío de dineros de fondos creados para la implementación del acuerdo con las Farc. Es decir un enlace entre las inmensas necesidades de los territorios y las posibilidades de financiamiento de las mismas.

Y el Senador de todas formas se hizo elegir, porque aún cuestionado, sus recursos económicos alcanzaron para hacerse nuevamente a la curul, arrastrando con él a otros políticos en varios departamentos.

Y centro Vargas Lleras su denuncia en el Departamento de Planeación Nacional (DNP) y su dependencia encargada de manejar la plata de las regalías por concepto de exploración y explotación de hidrocarburos en nuestra nación; con nombres propios y señalamiento a las posibilidades de influir en esa ruta de la corrupción, habló de 500 mil millones de pesos, pero aclaró que puede ser más pues solo ese, de tres fondos encargados de la implementación de los acuerdos de paz, tuvo a su cargo la ejecución de algo más de 7 billones de pesos.

Así como es el desayuno, es elmuerzo, decimos en el sur del Cauca; imaginen un gobierno que hizo trizas los acuerdos para la «terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera», su «eficacia» al gastar lo proyectado en diez años tan solo en 4, comprometer los dineros de regalías en la región caribe (según el reporte Coronel de la emisora la W el pasado 16 de julio) por ejemplo para la «restauración de los ecosistemas en el canal del Dique», 3.2 billones de pesos con la agencia de infraestructura, y con el Ministerio de minas y la agencia minera concesionar las minas de carbón de la Jagua y Calenturitas, algo así como 15 millones de toneladas de carbon, en contravía a la revisión de la política minera que ha prometido Petro.

En fin, lo de Poblados y Mintic es la menuda, las monedas para comprar las bananas, lo que está haciendo Duque y su bandola es saquear los recursos del erario, así de simple, así otros lo quieran disfrazar como el supuestamente «normal» raspado de la olla, lo que están haciendo es dejarle líos jurídicos, entuertos, que para desenredarlos a favor del país nos costará mucha plata.

Ojalá funcione la figura jurídica de la acción de repetición contra los funcionarios malhechores que vienen haciendo esto, no es posible dejar por fuera del análisis a esta hora del partido el papel de los órganos de control, que hoy son de bolsillo del ejecutivo, regresarles su independencia en el juego de poderes es lograr que no lleguen Barbosa, ni Cabellos, por la puerta giratoria.

Tantos «seguros» a la plata en cada una de las regiones, pero los cacos más grandes con la chequera están en Bogotá.