Por Fernando Hernández Valencia / Director Ejecutivo de la CNAI
1.- El triunfo electoral del 19 de junio llevó al Pacto Histórico a encabezar la transformación de Colombia hacia los cambios estructurales, económicos y sociales, que la nación y el pueblo requerían hace muchas décadas. Esto es el resultado del acumulado de aspiraciones, luchas sociales y políticas de varias generaciones.
2.- Hace cien años el Partido Socialista Revolucionario levantó las banderas de la justicia social en nombre del proletariado del campo y de las ciudades, practicó la asociatividad y la huelga como herramientas de sus reivindicaciones y empezó a proyectar un pensamiento propio, alternativo a la ideología y a los intereses de los grupos sociales que representaban los partidos liberal y conservador. Las luchas de las comunidades indígenas por la tierra y de los trabajadores de puertos y carreteras por mejores condiciones de trabajo, de los asalariados de las compañías extranjeras que explotaban el petróleo, la minería y los monocultivos agropecuarios, fueron acendrando el carácter étnico y popular de su proyecto revolucionario, y el surgimiento de la presencia y la palabra de las mujeres trabajadoras en fábricas, calles y plazas le confirió la tenacidad, la fraternidad y el amor.
3.- El grito de Gaitán contra el Estado masacrador de los huelguistas de las bananeras y su denuncia de la sumisión de las clases dominantes a los intereses del imperio, su bandera contra las oligarquías y por la restauración moral de la República, su reclamo contra la violencia ejercida desde el poder contra los trabajadores humildes del campo y la ciudad, su Oración por la Paz ahogada en las balas asesinas del régimen oligárquico hacen parte de ese legado. También el levantamiento popular contra la Violencia como estrategia de los poderosos para la desposesión, la aniquilación y el desplazamiento.
4.- Desde los años 60 el pensamiento socialista se nutrió con el análisis marxista, con la visión de la teología de la liberación, con las luchas sociales por la soberanía, por la tierra, por la justicia social, con la lucha armada revolucionaria, con el paradigma de la Revolución Cubana, con el compromiso de generaciones de jóvenes por la democracia, las libertades civiles y la paz.
5.- Las banderas del respeto a los Derechos Humanos, la construcción de la democracia y el diálogo para la Paz constituyeron en los años 80 la dinámica social y política del país. Frente al ascenso del paramilitarismo, de la alianza de los poderosos con la mafia del narcotráfico para reforzar su dominación, del contubernio de los gobiernos colombianos con el proyecto de dominación imperial de EEUU que llevo al país a asumir la Doctrina de la Seguridad Nacional y a considerar al movimiento social como enemigo interno del Estado, las luchas democráticas fueron forjando el contingente de hombres y mujeres que están hoy en la base del proyecto alternativo, el conjunto de movimientos sociales que llegan a la lucha política en el seno del Pacto Histórico, las agrupaciones políticas de izquierda que convergen en esa apuesta política.
6.- La Constitución Política del 91 y los procesos de paz de los años 90 inflaman la sociedad colombiana con una apuesta de futuro por una democracia moderna y un proyecto de reconciliación nacional sobre la base de la verdad y la justicia social. El Acuerdo final Gobierno-Farc para una paz estable y duradera aporta un diagnóstico y unas propuestas de resolución de los conflictos del país, desde la tantas veces postergada reforma rural integral, hasta la solución al problema del narcotráfico, la reforma política, el reconocimiento y la reparación de las víctimas y la Justicia Transicional ligada a la Comisión de la Verdad, la Justicia Especial para la Paz y la Unidad de Búsqueda de personas dadas por desaparecidas. Dado el carácter constitucional del Acuerdo de Paz, ello constituye ahora una de las bases programáticas del nuevo Gobierno del Pacto Histórico.
7.- La fórmula Petro-Francia constituye la propuesta de un nuevo modelo de sociedad y la llegada al Gobierno de los sectores secularmente excluidos, por eso los llamados a construir la potencia mundial de la vida o la reivindicación de los nadies y las nadies para vivir sabroso son un poderoso proyecto de movilización social y política. Guardadas las proporciones, esta revolución de poder electoral se asemeja a la conmoción producida en su época por la Revolución Francesa de 1789. En Colombia después de 200 años de Independencia, esta es la Segunda Independencia que reivindicábamos, no ya la liberación del yugo colonial para caer en el yugo de las oligarquías criollas sino la llegada al Gobierno de los sectores sociales alternativos.
8.- Por supuesto la llegada al Gobierno no significa la llegada al poder. Los factores reales de poder, cuya apuesta política derrotamos en las urnas el pasado 19 de junio, están tratando de reaccionar y posicionarse. Los gremios económicos ya piden consensos al nuevo Gobierno para negociar su programa económico, los partidos tradicionales que mantuvieron un régimen autoritario ahora exigen respeto a la Constitución, al Estado de Derecho y a las leyes, los militares piden respeto a la institucionalidad que ellos pusieron al servicio del crimen, los medios de comunicación hegemónicos claman por la libertad de prensa, los Estados Unidos prometen colaboración para mantenernos en la dominación de su agenda global.
9.- Es cierto que estamos en un punto de inflexión con la derrota electoral del uribismo y los partidos tradicionales. La consolidación del proyecto progresista, desde el centro del Pacto Histórico como coalición de sectores políticos y sociales alternativos exige ahora, como se está haciendo ya, la convocatoria de un Gran Acuerdo Nacional para desarrollar desde el Gobierno el programa ganador de las elecciones. La necesaria ampliación de la base política para gobernar y desarrollar el programa alternativo exige flexibilidad y firmeza. Flexibilidad para negociar alianzas y acuerdos políticos, firmeza para mantener el núcleo central del programa alternativo que Petro anunció en su discurso de victoria como la paz completa, la justicia social y la transición energética.
10.- Para ello las fuerzas políticas que compitieron en la contienda electoral están asumiendo posiciones desde los resultados de la primera vuelta. Los Verdes fueron llegando a la campaña del Pacto a medida que la Coalición de la Esperanza, que se suponía representaba el centro político, se fue desinflando. Sectores liberales, tras la reivindicación del propio Petro del progresismo liberal en la historia del país se han ido acercando, lideres progresistas del centro político, intelectuales comprometidos con los valores de la democracia, la justicia y la paz, incluso sectores de los partidos tradicionales ante la realidad política del 19de junio. Esto va a garantizar una mejor correlación en el Congreso de la Republica sobre la base de lo mucho ganado por el progresismo en las elecciones parlamentarias.
11.- Los derrotados son una fuerza poderosa que electoralmente representa la mitad de los votantes y que se puede considerar como la base de la oposición en el nuevo ciclo político. Pero la debacle del 19 de junio los dejó desorganizados y sin liderazgos claros. El Centro Democrático, disminuido políticamente y con Uribe en retirada carece de norte, los grupos cristianos de derecha con su cruzada moral y de fanatismo congregaron un cuarto de millón de votos, por debajo del voto en blanco, la Liga de Gobernantes Anticorrupción de Rodolfo Hernández resultó ser la coalición del antipetrismo, pero no sobrevivirá ante la ausencia de un programa claro que represente un proyecto político y social de cambio ni ante las carencias y la incoherencia del candidato. Los partidos tradicionales mantienen su presencia en el parlamento, pero es evidente que el fracaso de sus apuestas presidenciales profundiza la crisis de identidad, de proyecto y de liderazgo.
12.- Como ya se ha advertido, la reacción de los sectores fascistas de la derecha derrotada y las maniobras del establecimiento económico, político y mediático no se hará esperar, al igual que las noticias falsas, las campañas sucias, el sabotaje y el pánico económico, las cruzadas de odio y miedo, las agresiones armadas. A nivel internacional se dan las presiones de los organismos que representan el poder global del capitalismo como el FMI, el Banco Mundial, la OCDE.
13.- La victoria del Pacto Histórico en Colombia se suma a la ola progresista de los Gobiernos de América Latina y a la segura victoria de Lula en octubre próximo. Es necesario fortalecer la integración latinoamericana como lo manda la Constitución y presentar un frente progresista de negociación con los poderes mundiales, empezando con EE. UU. La propuesta de Petro de diálogo de todos los países de América sobre el cambio climático es un buen comienzo.
14.- La crisis mundial producida por el cambio climático, la guerra de Ucrania, los efectos de la pandemia, los problemas de la globalización están trayendo una debacle económica mundial con inflación, carestía, desabastecimiento. Ante la pérdida de la hegemonía norteamericana y el ascenso de China, el recurso de revivir y fortalecer la OTAN y crear una nueva Guerra Fría de Occidente contra Rusia y China, coloca a Colombia como socio especial de la OTAN en una situación de presión norteamericana que nos obliga a un fuerte pulso diplomático por la soberanía.
15.- En definitiva, el nuevo Gobierno progresista en Colombia exige el compromiso de todas las fuerzas democráticas y revolucionarias para sacar adelante el programa del Pacto Histórico y garantizar un ciclo político duradero para consolidar la senda progresista. Para ello el llamado a construir un Frente Amplio como el que ya se practicó en otros países de América Latina como Uruguay, Brasil y Bolivia está a la orden del día.