Por Albeiro Caro / Coordinador del Programa Territorio, Paz y Desarrollo CNAI
Un discurso sensible, poético, digno, lleno de emoción y profundidad conceptual fue el presentado por el presidente Gustavo Petro [1] en la 77 Asamblea General de la ONU, el 20 de septiembre de 2022, en Nueva York. Hasta ahora, ningún presidente colombiano se había presentado ante el mundo con tal estatura de pensamiento global; tan aterrizado a la vez, en la defensa de la identidad, la autonomía, de la integración y la capacidad propositiva desde la jefatura del Estado para invitar a un diálogo general en pro de superar las barreras internacionales que afectan el presente y amenazan el futuro de nuestras naciones latinoamericanas y la propia vida en la tierra. En su planteamiento logró presentar las paradojas del modelo de acumulación, de sus paradigmas, de sus sofismas, de sus impactos en las costumbres, en las relaciones internacionales, en la desigualdad social y develó el uso de la guerra como instrumento al servicio de poderes hegemónicos.
Supo mostrar los factores determinantes, las restricciones que frenan a nuestro país en el contexto internacional y, a la vez, planteó la invitación a los grandes poderes globales para adaptarse al cambio climático, con medidas de concertación internacional que favorezcan la democracia y la paz con justicia social.
Al presentar la belleza natural de Colombia, de su riqueza biodiversa selvática, florística, orográfica, fluvial y marítima como plataforma para la vida, capaz de ser pulmón del mundo en la purificación del aire, también supo mostrar la tragedia nacional de un país que, a través de su historia, no ha conocido la paz integral. Se enfocó en la estigmatización de la planta sagrada de los incas, en la persecución de la coca como mito que sirve para montar toda una trama al servicio de intereses de la industria química y militar, que envenena y quema la selva, la destruye, a la par que condena al campesinado, a hombres, mujeres y niños sin nada más rentable que cultivar, a la exclusión, al destierro, a la cárcel o la muerte, ante la carencia de medios de subsistencia y circuitos de mercado, mientras desde otros discursos, desde las grandes corporaciones dicen querer salvarla como “pilar climático del mundo”.
Paralelamente, el presidente Petro hace una dura crítica al modelo extractivista sustentado en la explotación de energías fósiles no renovables y en la división internacional del trabajo. Aquí subyace una profunda crítica al gran designio sustentado desde el pensamiento económico de David Ricardo planteado en el siglo XIX, que permitió a las élites de los países que se beneficiaron de la colonización, reducir a los nuestros a la condición de periferias, en la provisión de materias primas a las metrópolis, en la división internacional del trabajo, con base en la teoría de las ventajas comparativas. Un planteamiento que no pudieron superar Chávez, Correa y Lula en los años de la primera oleada de gobiernos progresistas de América Latina, en los comienzos del siglo XXI, precisamente porque no lograron zafarse del modelo que va en detrimento de los términos de intercambio, que permitió redistribuir ingresos en épocas de bonanza, para luego caer en hondas crisis por estar atados a las viejas reglas de juego y al imperio del dólar.
Nuestro presidente muestra la paradoja de la estigmatización de la naturaleza, como supuesta culpable de las adicciones, mientras las sociedades llamadas desarrolladas se hunden en el consumismo, en la alienación de las mercancías, en el frenesí de la codicia por la acumulación y en el ansia compulsiva del tener. Muestra que el ser humano forjado en la cultura occidental está atrapado en su propia inconsistencia social, en su fragmentación personal interior: racional, emocional y comportamental, que lo sume en la soledad, en la aguda competición interpersonal y en la evasión de la realidad a través del consumo que incluye el hundirse en las drogas. En esta parte de su discurso, Petro recoge lo mejor del repertorio filosófico y sociológico que permite reconciliar el pensamiento oriental y occidental, desde lo poético y lo místico. Allí donde el ser se desdibuja y entra a predominar el ansia del tener la sociedad se enferma y el consumo de sustancias psicoactivas se convierte en un paliativo para evadirse de una realidad, de por sí insatisfactoria, frustrante y alienante que presiona por el exitismo y el eficientísimo, en detrimento del amor y de las cosas sencillas. Al tiempo, evidencia que más allá de las drogas, las adicciones están en el dinero y el consumismo irracional.
Muestra los efectos devastadores del consumo de energías no renovables como el petróleo y el carbón, que están incidiendo de manera determinante en el calentamiento global y en la crisis climática. Invita, por tanto, a comparar los daños provocados por el uso de combustibles fósiles con las muertes por sobredosis, que serían evitables si el abordaje del problema fuera desde el enfoque de salud pública y no desde el punitivo policial y militar. Indica que la guerra a las drogas “crea” el mercado clandestino, más rentable y más conectado a todo un dispositivo económico, financiero e institucional.
En su discurso, Petro invita a reexaminar el camino del fracaso emprendido desde los años setenta en la guerra contra las drogas. Un bastión político de la estrategia Nixon que permitió a USA trascender la derrota en Vietnam y “vietnamizar” la política antidrogas en favor del gran complejo militar e industrial que, al compás del discurso estigmatizador, evadió la problemática de salud, fortaleció el dispositivo militar y procuró ingentes recursos para la industria química, para la provisión de fertilizantes y herbicidas como el glifosato en el contexto de la mal llamada “revolución verde” impulsada por Monsanto.
Son décadas que invitan a reexaminar los métodos e impactos de superación de la problemática, donde crece la sensibilización política y social por construir nuevos paradigmas frente a la problemática del narcotráfico, del consumo de sustancias psicoactivas y de los efectos de las políticas que llevan a la muerte de campesinos precarizados y de personalidades honestas que terminan dando sus vidas en pro de la derrota de las mafias. A la par, muestra la tragedia de la población afroamericana encarcelada en sistemas de seguridad privatizados, mientras millones de jóvenes se pasan al consumo de sustancias psicoactivas (“drogas suaves”) producidas por la industria química en laboratorios de los países de las llamadas metrópolis.
Desde esta óptica, invita a acabar con dicha guerra irracional, a repensar los modelos de consumo y la reintegración del ser que el pensamiento mecanicista separó. Propone una sociedad más solidaria, más afectuosa, capaz de superar las adicciones y asumir nuevos enfoques de poder.
En el fondo de la cuestión subyacen propuestas antropológicas que trascienden la racionalidad del modelo neoliberal, como las que sintetiza Escobar [2] en relación con los discursos de la transición (DsT) que procuran la transformación cultural e institucional hacia un mundo diferente: entre dicha síntesis están los planteamientos del “decrecimiento” que se proponen en el Norte y que han encendido polémicas por estos días en la prensa colombiana y en las redes sociales, en relación con las intervenciones de la Ministra de Minas y Energía, hasta el “gran giro” planteados por la ecóloga budista Joana Macy, el paso a una Era Ecozoica propuesta por Thomas Berry, así como las conversaciones acerca del antropoceno, desde Naciones Unidas.
Petro le recuerda a los grandes poderes mundiales, que desde sus escenarios de interacción reunieron a los científicos y, sin mencionarlo, se refiere al estudio de los Límites del Crecimiento [3]. Un informe al Club de Roma sobre el cambio climático presentado por un Equipo de Expertos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) elaborado desde un enfoque prospectivo que se constituyó en un primer campanazo para alertar a la humanidad y a los grandes poderes acerca de los mitos relacionados con la supuesta infinitud de los mal llamados “recursos naturales”. Después, vinieron las tesis sobre desarrollo sostenible, la Cumbre de Río, el Protocolo de Kioto sobre gases de efecto invernadero, los vetos de las grandes potencias para seguir en el consumo de combustibles fósiles y, luego, sucesivas declaraciones de buenas intenciones en cumbres climáticas patrocinadas por gobiernos, bancos y corporaciones que las convirtieron en vitrinas de propaganda, mientras los movimientos sociales ambientalistas se expandieron por el mundo y se luchaba por el Acuerdo de Escazú sobre justicia ambiental y protección de los derechos humanos en América Latina y el Caribe.
Para evadir responsabilidades frente al cambio climático, en medio de crisis ambientales, financieras y de la propia globalización, Petro en su intervención les recuerda que se inventaron guerras que llevaron a mayor consumo de petróleo y carbón profundizando la dependencia de los combustibles fósiles, mientras avanza el calentamiento global.
Muestra la crisis migratoria, de poblaciones que abandonan sus países precarizados, con crisis de hambre y de sed, sumidos en la violencia, para marchar hacia el llamado “norte” que son los países europeos de mejor nivel de vida y a Estados Unidos. Para impedir su arribo se levantan muros, se erigen centros de confinamiento y los reprimen violentamente. Al respecto, evoca la tragedia del ascenso del nazismo, ante lo cual se ofenden los hipócritas medios de propaganda y políticos reaccionarios, sin sentido ni criterio interesados en el desarrollismo a ultranza.
Como alternativa a esta problemática, el presidente colombiano exhorta al mundo a volver por el camino del agua y de las cosechas. Recuerda que el desastre climático trajo los virus y sin nombrarla, hace alusión a la pandemia del Covid-19 donde, nuevamente, las farmacéuticas se lucraron sin pudor. Así mismo, cuestiona que los medicamentos se conviertan en mercancías sin planificación.
Demuestra la irracionalidad de la guerra, la inutilidad de la OTAN y de los imperios para salvar al mundo y encuentra en la esencia de la problemática la lógica mercantil de relaciones de producción y consumo desde la acumulación ampliada con un sector como el energético que penetra en el modo y estilo de vida social y cultural, provocando el cambio climático.
Por esto, hace un llamado vehemente a la paz, a detener el cambio climático para superar el “fracaso integral, civilizatorio, de la humanidad”. Propone terminar la guerra y convoca a toda América Latina a la unidad para salvar la selva amazónica. Invita a la revitalización de las selvas con grandes inversiones, en vez de los ingentes recursos que se destinan a las armas. Pero, si ello no fuere posible, llama a reducir la deuda externa de modo que los presupuestos se destinen a salvar la vida en el planeta.
Petro encuentra una gran oportunidad para superar las restricciones financieras, a través de mecanismos retributivos. Aprovecha la paradoja economicista de los enfoques de mitigación del cambio climático para liberar recursos en pro de la inversión social, del fortalecimiento de la economía campesina y de la protección de los ecosistemas. Entiende que un enfoque de posneoliberalismo puede ser una opción pertinente para trascender las políticas depredadoras, lograr la inclusión de la economía campesina y avanzar hacia la paz integral. Es una apuesta audaz en la que procura comprometer a los diversos gobiernos y organismos multilaterales.
En su discurso, resalta la importancia del multilateralismo y del no alineamiento frente a la guerra. Por tanto, exhorta a Ucrania y Rusia a hacer la paz, porque solo en paz es posible salvar la vida en todo el planeta y avanzar en justicia social.
La resonancia internacional de su discurso ha despertado admiración y respaldo en los sectores democráticos y progresistas, a la vez que estigmatización y desinformación en los sectores negacionistas del cambio climático. Mientras tanto, las conversaciones con el Gobierno Norteamericano van fructificando en la asignación de recursos para la protección de la amazonia y en la dotación de equipo militar para controlar los incendios que provocan quienes se apropian de grandes zonas con el fin de implantar la ganadería extensiva. Así mismo, después de su intervención, el propio presidente Biden ha invitado al presidente Petro a liderar la cumbre global sobre seguridad alimentaria, jornada que se realizó en el marco de sesiones y paneles de la Asamblea de Naciones Unidas y donde Petro resaltó el concepto de soberanía alimentaria.
Fuentes:[1] Petro Gustavo. Discurso completo de Gustavo Petro en la Asamblea General de Naciones Unidas. Diario Criterio. Septiembre 20 de 2022.
Ver: https://diariocriterio.com/gustavo-petro-discurso-completo-naciones-unidas/[2] Escobar Arturo. Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. Unaula. Escuela de Posgrados (ESCPOS/UNAULA) Universidad Autónoma LatinoamericanaMedellín. Noviembre de 2014.
Ver: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana-cm/libro_detalle_resultado.php?id_libro=460&campo=cm&texto=383[3] Meadows Donella, Meadows Dennis, Randers Jogen y Behrens III William. Los Límites del Crecimiento. Fondo de Cultura Económica. Primera edición en inglés, 1972. Primera edición en español, 1972. Primera reimpresión, 1975. México 12, D.F.
Ver: https://kupdf.net/download/los-l-iacute-mites-del-crecimiento_58deaa76dc0d60e06d8970ed_pdf