Por Walter Aldana
Muchos y muchas han catalogado el acceso a un cargo de elección popular como el «cuarto de hora», y su práctica dibuja lo que significa para cada uno.
Desde antes del 2010 nos planteamos con el maestro Carlos Gaviria (que en paz descanse) y con Gustavo Petro, buscar el cambio para el país de regiones que somos. Inicialmente, dos millones de votos con el ex presidente de la Corte Constitucional; luego, ocho millones en la campaña de Gustavo en 2018, y más de once millones para el triunfo de junio 19 de 2022.
Ese aumento progresivo en el tiempo de los resultados electorales nos diferencia de otras propuestas en varios aspectos: en primer lugar, la presentación de candidaturas colectivas, no unipersonales; se parte del querer personal, pero se define en los espacios COMUNITARIOS de los partidos, movimientos y organizaciones sociales que nos juntamos para presentar una alternativa al tradicionalismo.
En segundo lugar, son aspiraciones PROGRAMÁTICAS, algo así como confeccionar primero el vestido y luego ver a quién le queda bien; es claro que cuando nuestros compatriotas eligieron al compañero presidente Petro, se veían reflejados en las propuestas consignadas en el documento «Colombia potencia mundial de la vida»: obreros y funcionarios que quieren que las condiciones laborales conquistadas antes de la «flexibilización laboral», que aumentó la brecha entre ricos y pobres, vuelvan nuevamente con el sello de dignidad laboral; las y los colombianos que de un momento a otro pasamos de ser personas con derecho a la salud, a «clientes» de las EPS y las IPS, con el triste y conocido paseo de la muerte, con sus nefastos resultados; los pensionados y pensionadas que veían en cada reforma aumentar su edad de disfrute del ahorro de toda su vida.
Y entre muchas más, la «paz total», con su resultado esperado de reintegración a la vida civil de hombres armados y, en caso de no ser posible un acuerdo total, por lo menos que los «acuerdos humanitarios regionales o locales» sean un bálsamo al permanente dolor de la guerra.
Durante las últimas décadas se crearon verdaderos carteles para robar más de $50 billones anuales de los recursos públicos, incluso con acciones desde la institucionalidad -como Agro Ingreso Seguro o los $70 mil millones del programa “Centros Poblados” para la conectividad de nuestros estudiantes en la Colombia profunda- y cientos de ejemplos más que la ciudadanía libre evalúo y decidió castigar a esa clase política en las elecciones de Congreso y presidencial.
Se trata de dos visiones muy distintas: la privatizadora y utilitarista de los recursos económicos sin escrúpulos para llenar sus arcas particulares, versus la humanista, que coloca al centro de la gobernabilidad a la persona y no a la plusvalía. Dos visiones que se debaten hoy en la esfera nacional: si el “cuarto de hora” es para enriquecerse funcionarios y contratistas o para servir a la comunidad.
Yo creo que es «la hora de los de a pie», de la lógica gubernamental de «mandar obedeciendo», de que los candidatos, por las oportunidades que tienen de acceso a los medios de comunicación y a espacios de decisión, sean «espejos de la gente», su voz, sus aspiraciones, sus sueños.
Definitivamente sí es la hora de implementar en las regiones los cambios que van siendo aprobados en lo nacional, para que lleguen hasta los municipios, ya que somos un país de regiones. Algo que nos exige pensarnos desde el Cauca, es nuestra condición diversa: indígenas, afros, campesinado, procesos sectoriales organizativos de mujeres, expresiones culturales, sexualidades variadas, animalismo, ambientalistas. Debemos construir un programa regional que dé cuenta de la necesidad de contener el enfoque diferencial, en todos los aspectos y contenidos.
Es la hora de los sin tierra, de los acuerdos con los gremios de la producción y el comercio; es la hora de hacer un pacto por la producción de alimentos, de planear alrededor del agua y lo que ello significa. Mientras para unos el cuarto de hora fue funcional para enriquecerse, para los otros –nosotros-, los desposeídos, hoy en el gobierno, el cuarto de hora es para avanzar, en forma gradual y responsable, en producir los cambios necesarios para una sociedad más equitativa.