Por Fredy Escobar moncada
La situación actual de la reincorporación a la vida civil de excombatientes de las FARC EP, muestra los retos de la Paz Total con el desarme de las organizaciones en proceso de diálogo. El fracaso en la reintegración, reinserción, resocialización y otros RE, ha sido factor de persistencia del conflicto social y armado: primero, porque el fracaso niega las condiciones materiales para la estabilización económica: luego del desarme, la amenaza inmediata es el empobrecimiento y su aporte a las causas de las violencias; y segundo, el fiasco y la decepción con la promesa incumplida, ofrece narrativas convertidas en material para justificaciones y convocatorias a continuar en la confrontación armada.
En esta columna se destacan asuntos directos de la reincorporación económica. La reincorporación política de comunistas depende en gran medida de la reforma política y ese es otro asunto. Lo que se trata aquí es de los niveles crecientes de autonomía, integración económica y la productividad que deben tener quienes salen de la guerra e inician el tránsito de la vida guerrillera, hacia la vida civil. Los resultados de las encuestas del SISBEN de esta población, 6 años después de dejar las armas, demuestran la tesis según la cual la primera amenaza en la reincorporación es la pobreza. El proceso derivado del Acuerdo de La Habana, deja aprendizajes para tener en cuenta en el buen ambiente ofrecido por el gobierno del Presidente Petro.
Uno de los aprendizajes es sobre la formulación de política pública de reincorporación y en especial, en el diagnóstico y el planteamiento del problema. En aquella oportunidad se debió preguntar, seriamente, cuáles eran las capacidades individuales y colectivas para enfrentar la normalidad económica, ya que persistían voces defensoras de la idea según la cual, con 8 millones pesos, una persona en reincorporación se convertía en empresaria. Lo cierto es que aplazadas las grandes transiciones hacia la Democracia y el Bienestar Social, las transiciones pequeñas y cotidianas no dan espera: comer, vestir, medicina, atender la familia, cuestiones que se presentan en medio de la transición de la economía de guerra a la economía de la reincorporación, institucional, legal, de mercado, de sobrevivencia, de empleabilidad.
Estos 6 años largos deberían ser acogidos y declarados precisamente en términos de aprendizajes. En el tema de la estabilización económica, son contadas las excepciones en que individuos y colectivos estaban preparados para el proceso productivo y subrayando la administración del mismo; las debilidades técnicas en procedimientos, en las temáticas de los diferentes productos y saberes requeridos, la organización para el trabajo, las condiciones de seguridad, el manejo del dinero, entre otros factores, obligan a repensar las exigencias de una vida civil feliz sobre la base de ser productor eficiente y consumidor opulento. Quienes están en reincorporación tienen 6 años más de edad desde la firma del Acuerdo, se encuentran en su mayoría en condiciones de pobreza como lo constata el SISBEN. Todo indica que este momento es un reto para tomar decisiones sobre la autonomía y la integración económica de excombatientes, espejo para miles que observan con expectativa qué viene después del desarme.