Por Antonio Sanguino Páez*
Un bochinchoso espectáculo. Es lo que ha exhibido la oposición en el Congreso de la República por estos días. Sobre todo, un grupo de congresistas de la orilla opositora, sin filtro, han sido destacados protagonistas de una degradación sin antecedentes del debate parlamentario. Desenfundando el celular como arma para inundar de odio las cloacas que pululan en las redes sociales, amplifican sus berrinches y griterías, con la ayuda de algún pasquín digital o ciertos medios de comunicación celosos guardianes del statu quo.
Una suerte de inversión cognitiva invade el cerebro de estos “ilustres” padres y madres de la patria. En una suerte de “sarampión de capitolio” han terminado por confundir la firmeza en la defensa de las ideas, con un sectarismo tan cercano a la mentalidad totalitaria, que se niega a la habermasiana controversia de argumentos y verdades soportadas en evidencias. Han trastocado la agudeza en la hermenéutica interpretativa de las normas, virtudes tan admiradas en el oficio parlamentario, por la trapisonda, la trampita y el atajo. Y han rematado sustituyendo la elocuencia y la vehemencia en la oratoria, con la gritería y el insulto.
Antes de irse a un receso legislativo de dos largos meses, estos “próceres” nos dejaron un funesto legado. Por cuenta de un quorum que se fue extinguiendo al ritmo del tramite de proyectos menos trascendentes, la plenaria del Senado de la Republica hizo naufragar una reforma política que prometía mejorar sustancialmente el ejercicio de la política en un país acechado por prácticas mafiosas, clientelismo crónico y corrupción en todos los niveles. El mismo Senado, que en un hecho sin antecedentes había hundido sin discutir el presupuesto general de la nación del 2025, enterró de la misma forma la ley de financiamiento dejando en vilo importantes inversiones publicas dirigidas a disminuir brechas de desigualdad.
La Cámara de Representantes no se quedó atrás en el derroche de desfachateces de estos destacados miembros de la oposición. Se inventaron una proposición bastante curiosa: negar las facultades constitucionales del Presidente de la República para citar sesiones extras y definir su temario. Advertidos de la inconstitucionalidad de semejante disparate, la mayoría de la plenaria negó la proposición. Luego, intentaron romper el quorum en las sesiones extras en el momento en que se rendía la ponencia positiva de la imprescindible reforma a la salud, al termino de ocho horas de discusión y de haber sido derrotados con su ponencia negativa. Seguidamente, cuando constatan su fracaso en romper el quorum, acuden a su acostumbrada gritería para reclamar mas tiempo de debate y dilatar la votación. A esas alturas ya habían puesto a circular un video en el que emboscaban a la Ministra de Transporte reprochándole a ella y a otros Ministros y funcionarios del gobierno su presencia en la plenaria.
El epilogo de estas conductas corrió por cuenta de la paradójica situación de una congresista sorprendida vapeando en el salón elíptico cuando precisamente se discute el presente y futuro de la salud de los colombianos. O de otra que espetó un “marica” como insulto contra el Presidente de la Cámara en plena sesión, aunque ella ha dudado en reconocer que lo hizo como una “alusión coloquial” o que mejor le gritó “gamín”, agravio que esta considera inofensivo. Ya sabemos que agredir verbalmente con la expresión “marica” es un claro acto homofóbico, pero el clasista insulto de “gamín” propio de los cachacos de elite contra los bogotanos de Kenedy o Ciudad Bolívar, o contra niños y adolescentes en situación de habitabilidad de calle, es una manifestación de “aporofobia”, que según la filósofa española Adela Cortina significa fobia a los pobres y desvalidos.
Precisamente, la reforma política hundida en el Senado, la requerimos para superar estos bochinches y tener un Congreso Admirable, como lo soñara el Libertador en los albores de la Republica.
*Sociólogo, Mag. desarrollo regional y PhD gobierno y administración pública. Ex senador y miembro de la Dirección Nacional del Partido Alianza Verde.