¿Está cambiando Petro?

Nos hemos declarado sorprendidos. No se conocen antecedentes recientes de un alcalde que a escasos seis meses de iniciar su mandato pida la renuncia de todo su gabinete. No deja de ser arriesgado que en medio de las diarias tormentas que está enfrentando, el capitán del barco sugiera un cambio sustancial en su tripulación. Porque una renuncia colectiva de todos los secretarios y demás directivos del distrito, es una crisis de gabinete por petición del alcalde. Solo faltó que la renuncia colectiva fuese solicitada a través de su cuenta en Twitter.

El hecho es materia de conjeturas de todo tipo. Las más elementales insisten en adivinar una maniobra clientelista. Se refieren a una improbable repartija burocrática de las Secretarías del despacho a los concejales que aprobaron recientemente el Plan de Desarrollo. Improbable porque niel alcalde, ni las bancadas políticas han mostrado hasta ahora disposición hacia un acuerdo de cogobernabilidad. Y una distribución de puestos por debajo de la mesa quedaría inmediatamente al descubierto con un inmenso costo político para Petro y los partidos que se atrevan a ello.

Podríamos considerar una hipótesis más optimista. Muchos sectores de opinión están esperando un cambio en el estilo de gobierno de Petro. Menos impetuoso, más tranquilo, más gerencial, más colectivo. Muchos reclaman un espíritu más concertador y una mayor dosis de realismo para encarar los complejos problemas de la capital. Y hay quienes a diario le recuerdan que el espejo retrovisor no solo sirve para señalar errores del pasado y anunciar rupturas. Que sobre todo es útil para identificar aciertos y establecer continuidades.

Hay razones para imaginar ese cambio de estilo,para suponer quePetro empezó a sacar su tren de aterrizaje. De una relación pugnaz con el Concejo basada en descalificaciones y acusaciones judiciales pasó a un escenario de diálogo y concertación que concluyó con una aprobación mayoritaria del Plan de Desarrollo. Contra todo pronóstico logró 36 votos de 45 a favor de su “hoja de ruta”. Claro que el Plan radicado en el Concejo el 2 es distinto al votado el 31 de mayo. Más de mil doscientas solicitudes modificatorias y cerca de setecientas aceptadas por Petro. Componentes completos del Plan, como el de educación o seguridad, sufrieron sustanciales cambios en su paso por el cabildo distrital.

Pero este nuevo clima en la relación del alcalde con el Concejo se extendió a su relación con los órganos de control de la ciudad. Una actitud de desconfianza de Petro se sentía luego de la elección del Personero y el Contralor Distrital por una coalición mayoritaria en el Concejo que no estaba alineada con su gobierno. Petro prefirió aceptar un incremento en 60 mil millones de pesos de los recursos de inversión en el Plan de Desarrollo para estos organismos, cuando inicialmente los había reducido a su mínima expresión. Y cada día se siente un mayor respeto de la administración hacia estos otros dos poderes públicos.

Se podrían agregar otros gestos. Se viene produciendo una evidente aproximación entre el Alcalde Petro y el Presidente Santos. Un campo común de preocupaciones sobre la ciudad se está ambientando. Y los diálogos entre Bogotá y Nación son cada vez más fluidos en temas claves como  movilidad y seguridad. Algunos dirán que eso es lo habitual y normal. Pero conocido el talante del Alcalde ello debe registrarse como un hecho nuevo y positivo. Una experiencia de cohabitación política para garantizar una relación institucional entre ciudad y nación ya la vivimos en la alcaldía de Lucho Garzón con el Presidente Uribe.

Quizás a este cambio de estilo le faltaba un ajuste en el equipo de gobierno. Porque en ello el Alcalde no ha acertado del todo. Ha tenido bajas importantes como la de Navarro Wolff y no ha superado la interinidad en entidades claves como el Instituto de Recreación y Deportes o el Fondo de Seguridad y Convivencia. Y algunos de sus secretarios lucen desteñidos, erráticos y perplejos ante los asuntos bajo su responsabilidad. Quizás el Alcalde quiso anticipar la crisis de gabinete para ajustar sus líneas y traer a su equipo más personas con destreza administrativa. Solo que ya se gastó seis meses de su mandato. Y que lo hizo con su acostumbrado estilo telúrico.

/ Por Antonio Sanguino

@antoniosanguino