Por /Antonio Sanguino Concejal de Bogotá-Partido Verde
Al secretario de Educación de Bogotá Oscar Sánchez lo persiguen las equivocaciones. Y él no parece hacer ningún esfuerzo para evitarlo. Sus escasos seis meses al frente de la cartera han sido una cascada de errores. Desde imaginar la política de educación pública en el mediano y largo plazo, hasta la gestión de los asuntos cotidianos bajo su responsabilidad.
Empecemos por lo primero. Sánchez reveló no conocer la educación de Bogotá cuando estructuró su propuesta educativa. Bien sabe la opinión pública que el Plan “Bogotá Humana” fue sometido a una verdadera cirugía en su paso por el Concejo de Bogotá. Pero el componente que sufrió una verdadera disección y reconstrucción fue precisamente el de educación. Y no era para menos. Lo que diseñó Sánchez y su equipo en la secretaría como programa educativo incumplía casi todas las propuestas y promesas hechas por Petro en campaña. Una violación al voto programático. Y un desprecio por propuestas que, como la jornada única y el bilingüismo, constituyeron además consensos importantes de los distintos candidatos y partidos.
Pobreza y falta de originalidad reveló Sánchez en su propuesta. Nos quiso vender como de su cosecha la jornada extendida,ya implementada en Bogotá por el maestro Abel Rodríguez desde tiempos de la administración Garzón. Peor aún, su meta de 400 mil niños en Jornada Extendida estaba lejos de los 680 mil niños y jóvenes beneficiados en aquel gobierno. Y su meta en educación superior causaba risa: dos mil jóvenes en el cuatrienio. Y la educación preescolar ni siquiera existía en el Plan. Lo inverosímil fue que los concejales tuvieron que obligar al secretario de Educación a que aceptara incorporar al Plan las propuestas educativas que su propio jefe había agitado con tanto ímpetu en su carrera por la alcaldía mayor.
Pero en los asuntos bajo su responsabilidad cotidiana tampoco ha sido afortunado el flamante secretario. Su propia cartera reconoce que a la fecha 132 instalaciones educativas presentan una situación crítica en sus condiciones higiénico-sanitarias. Al punto que la propia secretaria de salud las ha diagnosticado como “desfavorables” y ha conminado a las autoridades educativas a remediar de inmediato esta situación so pena de un cierre de los establecimientos. Quiere decir que diariamentemás de 100 mil niños y jóvenes se enfrentan a un inminente riesgo de salud pública.
Otros asuntos merecen también preocupación. Las coberturas educativas en aquellas localidades con déficit en cupos oficiales se encuentran en riesgo ante los anuncios de eliminar los denominados cupos por convenio. Desconoce el secretario de Educación que 150 mil niños y jóvenes tienen que salir diariamente a estudiar a otras localidades, poniendo en riesgo su seguridad y afectando la movilidad de la ciudad. Cifra que se duplicaría si se empecina en cerrar la alternativa de contratar cupos en colegios privados, muchos de ellos de excelente calidad y de un destacado desempeño en las pruebas de calidad educativa. Igual suerte podría correr el programa “Alianza Para la Educación Superior” que actualmente beneficia a cerca de 10 mil personas, entre jóvenes y adultos, que en las instalaciones de los colegios distritales, allá en su barrio y localidad, acceden a programas técnicos, tecnológicos y superiores.
Pero el cuestionamiento público más conocido contra Sánchez corre por cuenta de la contratación de los refrigerios escolares. Decidió suspender la licitación pública que pretendía contratar este servicio vital en la seguridad alimentaria de más de 680 mil niños y jóvenes. Y con ello dejó en vilo un contrato de asesoría por 157 millones de pesos celebrado por la Secretaría para estructurar dicha licitación. Evidente detrimento patrimonial que es materia de investigación por parte de la Contraloría Distrital. En un inusitado afán innovador el secretario Sánchez acudió a la Bolsa Mercantil para entregar el servicio de refrigerios mediante una subasta. Seleccionó una firma con registro mercantil vencido y cuyo patrimonio escasamente alcanza los 1.400 millones de pesos para la contratación en nombre del Distrito de 80 mil millones de pesos, de los cuales ya adjudicó la mitad. Y con ello le negó a la Secretaría la capacidad de usar los poderosos instrumentos de control que le da la ley al convertir un contrato público en un negocio mercantil entre particulares, como lo advirtió el Contralor distrital.
Se ha dicho informalmente que este comportamiento hace parte de la cruzada contra las mafias de la contratación en la que está empeñada la administración. Y que se pretendía sacar del servicio de los refrigerios contratistas de dudosa reputación. Pero en eso también el intento fue fallido. Todos los contratistas que venían contratados ganaron en la subasta. Con varios agravantes. De los pocos nuevos seleccionados, unos no contaban con la infraestructura adecuada y otros, como Ricardo Camargo tienen antecedentes negativos en la contratación de alimentos en los hospitales del Distrito. La consecuencia más grave es la rebaja en proteínas, calorías y carbohidratos de los nuevos refrigerios contratados. En 23 productos que componen los menús de los refrigerios se constataron tales disminuciones. Y el refrigerio tipo B, el que se entrega a los estudiantes entre 3 y 10 grado, es el de mayores disminuciones.
Es grave que la gestión de una cartera central en la disminución de la segregación social esté sometida a las reiteradas equivocaciones de su titular. Pero más grave es que el Alcalde se equivoque sosteniéndolo en el cargo.